* Acapulco, el paraíso de la libre voluntad
Jesús Lépez
A propósito de la medida de que los centros nocturnos tengan un horario de cierre quise verificar los establecidos en la reglamentación municipal.
Ingresé a la página del Ayuntamiento de Acapulco, donde la compilación completa en archivos descargables en formato PDF estuvo disponible al menos durante los últimos seis años en el apartado de Transparencia y no por casualidad, sino porque así se encentra establecido por las leyes en la materia.
Sin embargo, en vez de los archivos descargables en los que los ciudadanos podían consultar el articulado completo de cada ley, bando o reglamento aplicable al municipio, el gobierno del cambio, de la cuarta transformación y la austeridad republicana, el de no mentir, no robar y no engañar al pueblo, colocó un archivo de Excell donde solo se encuentra la lista de todos éstos.
Resulta incongruente que Acapulco sea gobernado por una mujer de leyes, y que sus colaboradores hayan tomado la decisión de negarle al pueblo el conocimiento de éstas.
Preocupa también que se considere relevante el tema de la transparencia y acceso a la información pública, rubro en el que el anterior gobierno de Evodio Velázquez Aguirre dejó en la lona a Acapulco, municipio que recibió con una calificación del 71 por ciento y entregó con apenas 30 por ciento según cifras de CIMTRA.
Haría bien la alcaldesa en corregir esa situación que tal vez por ignorancia de su equipo encargado de la página oficial del Ayuntamiento se ha minimizado. La Reglamentación a final de cuentas puede consultarse en cualquier otro sitio, pero debe estar presente en el portal del gobierno como sujeto obligado.
Si no puede el ciudadano encontrar y leer ahí el Bando de Policía y Gobierno de su ciudad ¿cómo esperar que se publiquen los contratos, viáticos, gastos y demás información pública que deben estar disponibles cuando no se suben ni las reglas del juego?
Ahora bien, respecto al tema que me llevó a buscar la reglamentación, lo considero positivo por una sencilla razón: debe imponerse el orden en Acapulco, en eso coincido plenamente con la alcaldesa, la permisividad no nos ha llevado a nada bueno y a final de cuentas ¿de qué sirve contar con un montón de leyes y reglamentos si no se aplican? Para eso son.
Si se aplicaran leyes como la iniciativa presentada recientemente por el senador Manuel Añorve Baños para castigar hasta con 32 años de cárcel a extorsionadores, o la que impulsa el diputado de Movimiento Ciudadano Arturo López Sugía para reducir de 72 a 24 horas el inicio de la búsqueda de personas desaparecidas, por poner solo un par de ejemplos, se podría avanzar bastante en cambiar las cosas en el país, sobre todo, en el tema de la violencia que originó el que se busque respetar los horarios de servicio.
En Acapulco, ya tradicionalmente anárquico, el paraíso de la libre voluntad donde todo mundo hace lo que se le venga en gana, debe aplicarse el Bando, y el Reglamento de Tránsito, y el de Vía Pública y todo cuanto genere orden, ya que este es el principio de la convivencia armónica y contribuye a fomentar el respeto que se le ha perdido a la autoridad.
Habrá quien proteste, pero a final de cuentas, el gobierno está obligado a implementar medidas que pueden o no ser aceptadas, pero no por eso ignoradas como ha sucedido hasta el momento.
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