Alejandro Mendoza
En la comunicación política dentro del juego del poder, la triada emoción, cognición y política tiene un rol fundamental. La cognición política ha sido importante para la cooperación, supervivencia y bienestar de la sociedad. Existe una articulación entre las emociones y la cognición, es decir, entre la capacidad racional de entender y analizar y las emociones. En determinado caso, las emociones pueden ser un atajo cognitivo y relegar a un análisis racional.
Manuel Castells plantea en su reflexión de las redes de la mente y el poder un asunto esencial para la comprensión de la manipulación o la persuasión, que puede ejercer, mediante el dominio, quien ostenta el poder de acuerdo con sus propios intereses o propósitos.
Entre lo más relevante explica el tema de los remolinos de la mente, en donde expone que la comunicación se produce activando las mentes para compartir significados; lo anterior puede parecer una preposición compleja, pero se refiere en síntesis al proceso por el que se realiza una movilización cognitiva para informarla al comunicarla a otro.
Destaca que las ideas son configuraciones de imágenes mentales. Debemos entender la mente como un proceso de construcción de la realidad, no como un órgano. La mente funciona con redes de imágenes, ideas y sentimientos, que son vitales para realizar relaciones espaciales y temporales, así como para la comprensión e interacción con el mundo exterior. Esto permite tener una capacidad de abstracción y de evaluación del entorno. Enfatiza que “el cerebro político es un cerebro emocional”.
Los votantes particularmente, se mueven con inteligencia afectiva en dos sistemas fundamentales: Sistema de predisposiciones y Sistema de vigilancia. El primero funciona a partir del entusiasmo y el otro a partir de la preocupación. En una dinámica frente a las posturas y personajes, que se define principalmente en aproximación y preocupación.
En cuanto a la emoción y cognición en las campañas políticas, el autor destaca el papel importante que juegan la manipulación y el convencimiento que se hace en la población a partir de la comunicación política. La información se transmite sin importar las reglas del juego moral, pues el político busca la dominación de las masas.
Castells advierte que el receptor tenga precaución sobre estos mensajes y aprenda a procesar a profundidad la reflexión y análisis de la propaganda política, así como todo el proceso del entramado de las políticas de creencias y el enmarcado de la mente de los individuos.
Y es que la desinformación es un arma que usan los poderosos para generar ignorancia y sometimiento. El autor muestra el poder de la manipulación de las masas. Las personas tienden a creer lo que quieren creer. Filtran la información para adaptarla a sus juicios previos. Moldean la mente de las personas.
Castells enfatiza que el poder se construye conformando la toma de decisiones, por coacción o por construcción del significado, o por ambos a la vez. La lucha secular por la democracia pretendía crear reglas para compartir el poder sobre la base de la ciudadanía. Los ciudadanos se encargaron de delegar su poder en representantes responsables, pero las manipulaciones políticas por parte de quienes ostentan el poder han deformado el ideal de la democracia.
Pero para alcanzar el nivel de la toma de decisiones políticas tienen que seguirse unos procedimientos democráticos con una comprensión plena de los procesos que intervienen. Estos procesos son en gran medida emocionales, se articulan en torno a sentimientos conscientes y están conectados a decisiones que provocan un conjunto complejo de respuestas dependientes de los estímulos recibidos de nuestro entorno de comunicación. Los datos y las teorías de la comunicación política convergen para poner de relieve el poder del marco en el proceso del ejercicio del poder.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz.
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