Alejandro Mendoza

El poder es el proceso fundamental de la sociedad. El poder es la capacidad de relacional que permite a un actor social influir de forma asimétrica en las decisiones de otros actores sociales de modo que se favorezcan la voluntad, los intereses y los valores del actor que tiene el poder.
Una reflexión a partir de lo que expone Manuel Castells en su obra ‘Comunicación y Poder’, se puede comprender con mayor facilidad lo relacionado con las redes del poder en la sociedad, lo cual debe ser una obligación de todos los estudiosos y principalmente quienes se encuentran inmersos en la lucha por el poder en cualquier área de la sociedad.
Lo que se debe entender es que el poder se ejerce mediante la coacción o la posibilidad de ejercerla, o bien mediante la construcción de significado partiendo de los discursos de los actuales los actores sociales guían sus acciones. 
Un elemento fundamental es que el poder siempre será ejercido y lo profundo de éste asunto es cómo se ejerce, porque las relaciones de poder están enmarcadas por la dominación, que es el poder que reside en las instituciones de la sociedad. Y la capacidad relacional del poder está condicionada, pero no determinada, por la capacidad estructural de dominación.
Para comprender con mayor precisión el concepto que se pretende exponer sobre el poder, es necesario explicar que el concepto de actor se refiere a distintos sujetos de la acción, sean actores individuales, actores colectivos, organizaciones, instituciones y redes. Ahora bien, la capacidad relacional significa que el poder no es un atributo sino una relación entre sujetos del poder, los empoderados y los que están sometidos a dicho empoderamiento en un contexto dado. 
En cuanto a la asimétrica se refiere a que, si bien la influencia en una relación es siempre recíproca, en las relaciones de poder siempre hay un mayor grado de influencia de un actor sobre el otro. El problema toral en la actualidad es que quien ostenta el poder, cree que es absoluto y para siempre. Situación que podrían estar enfrentando, por ejemplo, algunos de los presidentes municipales que entraron en funciones este 1 de octubre.
No hay nunca un poder absoluto, un grado cero de influencia de aquellos sometidos al poder respecto a los que ocupan posiciones de poder. Siempre existe la posibilidad de resistencia que pone entredicho la relación de poder. Además, en cualquier relación de poder hay un cierto grado de cumplimiento y aceptación de los que están sujetos al poder.
En este contexto, es fácil entender el poder que podría tener el pueblo libre, consciente y organizado, es decir, cuando la resistencia y el rechazo se vuelven considerablemente más fuertes que el cumplimiento y la aceptación, las relaciones de poder se transforman: las condiciones de la relación cambian, el poderoso pierde poder y al final hay un proceso de cambio institucional o cambio estructural, dependiendo de la amplitud de la transformación de las relaciones del poder.
De lo contrario, las relaciones de poder se convierten en relaciones no sociales. Esto se debe a que, si una relación de poder tan solo puede ejercerse contando con la dominación estructural basada en la violencia, para mantener su dominación, quienes ostentan el poder deben destruir la capacidad relacional de los actores que se resisten, anulando de ese modo la propia relación. 
Y en este panorama la idea de que la pura imposición por la fuerza no es una acción de un gobierno democrático, sino todo lo contrario, de uno con tintes autoritarios.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
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