Raúl Salgado Leyva
Hace aproximadamente seis años se concibió el proyecto urbano más ambicioso para Acapulco: el Acabus. Sin duda alguna le dio un nuevo y vigoroso impulso a la imagen de este centro turístico, que es el poderoso generador de empleos y de recursos para el desarrollo del estado.
Era indiscutible que el novedoso proyecto de movilidad implicara diversas incomodidades para quienes por años han explotado las generosas concesiones de autobuses del servicio público que otorga el egobierno y que equivocadamente los permisionarios las asumen de su exclusiva propiedad.
En la urgencia de echar andar tan indispensable servicio, se propiciaron largas y tediosas negociaciones, que al final y de manera apresurada acabaron en soterrados acuerdos, canonjías y privilegios a todas luces desventajosos para el gobierno y que han desembocado en la prácticamente “quiebra” de tan necesario servicio.
Cuando existe ánimo, colaboración y solidaridad social, todos emprenden y entienden las lógicas explicaciones de un negocio cuando se inicia; todos arriesgan y apuestan para que éste florezca y sea redituable.
Sin embargo, se percibe que todo transcurrió en oprobiosas negociaciones, los concesionarios se hicieron socios de la empresa y graciosamente se asignaron un salario mensual, omitiendo considerar la pesada carga burocrática y administrativa que hoy sufre el organismo.
¿Cuál podrá ser el destino y futuro de esta tan necesaria empresa de beneficio al pueblo?
Veamos:
Ingresan diariamente un promedio de 600 mil pesos, lo que significa un total al mes de 18 millones de pesos y resulta que la nómina arroja una erogación de 22 millones; es decir, se da un déficit mensual de 4 millones de pesos. Esta grave situación se vuelve mucho más alarmante si revisamos que los servicios de mantenimiento de vehículos están descuidados y el deterioro de los vehículos cada día es francamente irremediable.
En semanas recientes fue notoria la preocupación del Ejecutivo, quien seguramente advierte que el gobierno no debe ni puede estar cubriendo este gravoso déficit, como tampoco seguir tolerando las caprichosas exigencias de los “socios” o permisionarios, quienes conscientes de la situación, exigen y presionan para su puntual cobro salarial o hacerse perversamente dueños únicos de la empresa. Urge concesionar el servicio del Acabus a particulares y no permitir que los renegados “socios” traten de chantajear con las “concesiones” que son propiedad del Estado.
Lamentablemente las omisiones y las acciones de opacidad no fueron ventiladas con objetiva claridad, lo que bien pudo haber garantizado, en buena medida, que este bien patrimonial del gobierno y del pueblo no estuviera hoy en una situación que pone en riesgo su operatividad.
Es grave que ante la ausencia de acuerdos serios, transparentes, justos y equitativos, el gobierno actual sin deberla ni temerla tenga que sortear un asunto de repercusiones sociales y económicas que pudieron haberse encarado en tiempo y forma con absoluta energía y responsabilidad.
Lo que sí es evidente, es la urgencia de que este penoso asunto se solucione de manera adecuada y que tenga como garantía la operación eficaz de este servicio en beneficio de los acapulqueños y de que el gobierno preserve o rescate su inversión.