Alejandro Mendoza
 
En el contexto de un aniversario más, la crónica de Juan Carlos Rodríguez sobre la proclama de José María Morelos y Pavón es de gran interés histórico. La rescatamos hoy, por su oportunidad, al permitir reflexionar que los Sentimientos de la Nación a 205 años, tienen aún vigencia:
La modesta catedral de Santa María de la Asunción, en Chilpancingo, podrá no competir en dimensiones con los monumentales templos de otras ciudades, pero tiene un rasgo que no posee ninguna otra en el país: en su puerta principal aparecen motivos cívicos, no religiosos.
En la parte superior del pórtico, en lugar de algún santo o divinidad, está la imagen del líder insurgente José María Morelos y Pavón; en la parte inferior, en vez de una cita bíblica, aparece inscrito el numeral 15 de Los Sentimientos de la Nación, relativo a la eliminación de castas, que reza “(…) quedando todos iguales, y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud”.
Fue en este templo donde, hace 205 años (el 14 de septiembre de 1813), se proclamaron Los Sentimientos de la Nación, durante el segundo día de actividades del Primer Congreso de Anáhuac, convocado por el propio Morelos. Se trata de un documento que, pese a su brevedad (con 889 palabras y cinco mil 118 caracteres), es considerado como el primer boceto de la estructura legal, política y social del país, y el antecedente más remoto de la actual Constitución.
Hace dos siglos, Chilpancingo era una humilde villa de apenas dos mil habitantes, con escasa relevancia comercial, pero fue elevada a rango de ciudad (y, por tanto, convertida en primera capital de la América septentrional) con el objetivo de que se instalara aquí el Congreso de Anáhuac, el primer cuerpo de representación popular sin la tutela del gobierno español.
Luego entonces, la parroquia del pueblo se convirtió, de facto, en el primer Palacio Legislativo y escenario para la lectura del texto dictado por Morelos y pronunciado el 14 de septiembre de 1813, el cual señala que, “la América es libre e independiente de España”, que “la soberanía dimana inmediatamente del pueblo” y que “los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial estén divididos en los cuerpos compatibles para ejercerlos”.
Los Sentimientos de la Nación es un documento único, porque, si bien fue escrito hace 205 años, cualquiera que hoy lo lee le encuentra una gran vigencia”, afirma Ana Carolina Ibarra, investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
Y en efecto, los postulados del texto de Morelos abordan temas que son materia del debate legislativo contemporáneo, tales como topes a salarios de los servidores públicos (“la dotación de los vocales será una congrua suficiente y no superflua”), combate a la pobreza (que las leyes “moderen la opulencia y la indigencia”) y salario mínimo (“que se aumente el jornal del pobre”).
También toca asuntos como límites al accionar la fuerza pública (“que a cada uno se le guarden sus propiedades y respete en su casa como un asilo sagrado”), respeto a los derechos humanos (“que la esclavitud se proscriba para siempre” y “que en la nueva legislación no se admita la tortura”) y reforma fiscal (“que se quite la infinidad de tributos, pechos e imposiciones que más agobian”).
Festejo entre narcos y autodefensas
Guerrero celebra los 205 años de Los Sentimientos de la Nación en un contexto de pobreza, rezago educativo, acoso de las bandas de narcotraficantes y, más recientemente, la convulsa aparición de grupos de autodefensa, situación que, a decir del diputado local Héctor Astudillo, presidente de la Comisión Especial para los Festejos del Bicentenario, distan mucho de los ideales de José María Morelos y Pavón.
La catedral de Santa María de la Asunción fue el primer Palacio Legislativo.
“A dos siglos de distancia, yo me preguntaría: ¿Somos libres? ¿Ya no tenemos amenazas? Yo creo que sigue la presencia de fuerzas que limitan las libertades de los ciudadanos de este país. Ahora el enemigo ya no es España, sino la pobreza que sigue habiendo, sobre todo en los estados del sur”, afirma.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
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