PROFR. RAÚL SALGADO LEYVA

Es del dominio y conocimiento de todos, la grave crisis social y política por la que atraviesa el municipio de Chilpancingo.
Las últimas semanas han transcurrido sin que las actividades del municipio se desarrollen con normalidad; son tantos y tan graves los problemas que lo agobian, que estando a escasos 17 días del relevo Institucional, permanece latente la ausencia de autoridad y lamentablemente la sociedad chilpancinguense está prácticamente abandonada a su suerte.
Los conflictos laborales han sido pan de todos los días y aparentan ser irresolubles a corto plazo.
Los trabajadores del organismo municipal del agua potable, la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado, la Capach, quienes en recurrentes manifestaciones de inconformidad plantean demandas que parecen legítimas, han mantenido en permanente inestabilidad la prestación de este importante servicio, atentando gravemente contra la necesidad de agua, y hasta en contra de la salud, de los pobladores de esta ciudad capital.
Es innegable que el asunto de la recolección de basura se apunta como otro serio problema; los innumerables desaciertos en la irresponsable búsqueda de áreas apropiadas para su tratamiento, han resultado vanas y de incierta solución, lo que nos coloca en el inminente peligro de que podamos vivir momentos críticos, ante la irresponsable actitud de la autoridad municipal.
Sin duda alguna que el resultado de las dos administraciones en el periodo constitucional 2015–2018 han resultado desastrosas, lo que ha dificultado identificar de manera precisa el deslinde de responsabilidades.
La ciudad capital de Guerrero se encuentra en franco abandono, servicios públicos deteriorados, abultamiento exagerado en las nóminas burocráticas, adeudos a empresas y particulares considerablemente elevados, pasivos irresponsablemente adquiridos, sobre todo con numerosas demandas laborales. Lo descrito resultan ser situaciones que parecen insuperables ante la ausencia de recursos y que los pocos que pudieran tenerse están perversamente comprometidos.
Es deseable que la nueva administración municipal obtenga un diagnóstico claro y objetivo, que permita, por un lado, la urgente necesidad de realizar ahorros presupuestales, que asuman con responsabilidad los grandes y graves problemas del municipio, y que se prioricen con urgencia aquellos asuntos que son de condición y exigencia indispensables.
Por otro lado, no puede ni debe permitirse la impunidad en ninguna de sus formas, porque a pesar de que las instancias fiscalizadoras han realizado supuestas revisiones, se desconocen los resultados y mucho menos la aplicación de sanciones legales y administrativas.
La ciudadanía exige rendición de cuentas, ya que los asuntos, omisiones e irresponsabilidades requieren de nombres y apellidos de quienes han arruinado las finanzas públicas y que al abandonar su obligación de brindar los servicios públicos básicos a la población, han provocado una lastimosa imagen de la capital de todos los guerrerenses. ¡Qué terrible!