POR RAÚL SALGADO LEYVA
(SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE)
No todo en la Reforma Educativa ha sido malo, pero sin duda requiere de una profunda y seria revisión. Veamos:
1.— VENTA Y HERENCIA DE PLAZAS. Desde luego debe aplaudirse que se rompa definitiva y drásticamente con estas prácticas que trastocaron severamente la escasa calidad educativa, al permitir el ingreso de gente improvisada, que sin ostentar el perfil apropiado se incorporaron a tareas docentes. Esto jamás debió considerarse como asunto de la “Reforma”. Este grave problema fue producto de malintencionadas desviaciones, y fueron originadas desde la esfera oficial, pues en tiempos de quien fuera secretario de Educación en el país, Lic. Miguel González Avelar, se emitían oficios de autorización de recursos para cada entidad y se agregaba al final un pequeño párrafo que indicaba que un porcentaje importante de estos recursos deberían ser manejados por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Lamentablemente el Sindicato se metió “hasta la cocina”, no sólo al irregular manejo en la asignación de plazas, sino que emprendió una aberrante invasión de espacios administrativos, que sólo era competencia de la esfera oficial.
Los sindicatos deben ser garantía de justicia laboral e instrumento para el cuidado y defensa de los intereses de sus representados. No más, no menos.
El respeto en la delimitación de competencias y funciones entre el área oficial y el Sindicato, serían siempre saludables, desde luego que para ello deberá prevalecer la no invasión en asuntos y temas que son de exclusividad entre uno y otro. Si el imperio de la justicia, la razón y el derecho prevalecieran, seguramente no existirían “grupos disidentes” que en ocasiones trastocan el orden y la civilidad.
2.— LA EVALUACIÓN. Concebida como instrumento fundamental e ineludible en la tarea educativa, es y debe ser de observancia y obligada aplicación. Cuando se iniciaban los asuntos de la Reforma en este sexenio se habló de “Evaluación”, la que considerábamos como necesaria y urgente, pues además de que se desconocía la cantidad y número de maestros existentes en el sistema, mucho menos se explicaba la calidad educativa que prevalecía en el quehacer de los docentes, lo que obligaba a la aplicación de una ”Evaluación Diagnóstica” para medir fortalezas y limitaciones y de que ahí surgieran esquemas de capacitación y mejoramiento profesional para superar las insuficiencias; sin embargo, nada de eso resultó, en cambio, brotó una notoria inconformidad y justificada molestia porque al advertir la presencia de una “evaluación punitiva”, se generaron infinidad de rumores y comentarios adversos que crearon entre los maestros mexicanos negativos ambientes de ambigüedad, confusión e incertidumbre.
En conclusión, consideramos que la Evaluación como una fase inicial y obligada de todo proceso, debe ser de Diagnóstico; segundo, que resulta apropiada para el ingreso, promoción y permanencia del maestro, evitando que sea sancionatoria y que deba ser acompañada de estímulos económicos para que motive al maestro a mejorar y actualizar sus conocimientos y habilidades, y llevarlo al nivel de la certificación y de la excelencia docente. De ahí dependerá, en gran medida, el surgimiento de un mexicano con mayor eficiencia, exitoso y de alta competitividad.
3.— LA INFRAESTRUCTURA FÍSICA. Debe registrarse como un gran esfuerzo histórico, porque después de largos años se le ha dado hoy un poderoso impulso, pues con ello se logra mayor confort de los espacios escolares. No es esencia en los asuntos de la Reforma, pero sí un importantísimo elemento para el mejor logro en los procesos del aprendizaje.
4.— EL MODELO EDUCATIVO. Sin tiempo ni espacio suficientes para el análisis y reflexión sobre sus bondades o insuficiencias, sin ser implantada en su totalidad, quizás por ausencia de suficiente información, el tema del Modelo Educativo hoy ha despertado infinidad de interrogantes y escepticismo ante las múltiples dudas que han surgido en los talleres de capacitación y en las propias aulas escolares. Definitivamente el Nuevo Modelo Educativo no se está aplicando y obliga al diseño de nuevos planes y programas de estudio, de una profunda reflexión sobre objetivos, métodos, procedimientos y contenidos educativos que apunten hacia una sólida y contundente formación de un nuevo y prometedor mexicano.
Si reformar significa revolucionar, innovar, cambiar o rectificar, ¡pues hagámoslo! No todo lo pasado fue malo o deficiente. Recojamos lo útil y emprendamos entre todos una auténtica y urgente transformación de nuestro sistema educativo nacional, porque –habrá que admitirlo sin reservas—, nuestra educación se encuentra en grave crisis. Padece un serio deterioro que exige y requiere del compromiso y participación de todos.