Por Enrique Caballero Peraza

Cecilia Sánchez de la Barquera Alamán

“Es tan corto el amor… y es tan largo el olvido”.

Pablo Neruda (Poeta Chileno) (1904 – 1973) 
 
 
(FOTOS DE CECILIA SÁNCHEZ DE LA BARQUERA)

¿Alguien recuerda a la señora Adelina Erosa?

Fue la directora de la oficina de personal para congresos y se encargaba de contratar edecanes y mensajeros para las convenciones que se desarrollaban con gran éxito. Ella actuó como la casamentera y me presentó a Cecilia, primero por teléfono y después en una convención de pesca, y bueno… me pescó y la pesqué.
Hubo un enlace químico que fue suficiente para que al mes nos hiciéramos novios y a los tres meses empezáramos a platicar sobre la posibilidad de casarnos. Lo hicimos al año, un mes y dos días del inicio de nuestro noviazgo que empezó el 25 de octubre de 1981.
Cuando nos casamos Cecilia tenía 20 años y yo recién había cumplido los 23. 
Cecilia fue una mujer excepcional, emprendía con pasión inaudita todas y cada una de sus acciones, desde entregarse en una relación, hasta dedicarse de lleno a la actividad política y partidista. El PAN y yo fuimos su pasión. Yo le duré casi toda su vida, al partido tuvo que dejarlo antes. 
Ya casada terminó su preparatoria y siendo diputada local, estudió su carrera de abogada; quería hacer una especialidad o maestría en derecho parlamentario. Fue una diputada muy aguerrida, tenía la capacidad camaleónica de poder sentarse en una banqueta con mezclilla, tenis, una playera, gorra y cola de caballo en la mañana, para comer unos tacos en cualquier comunidad del estado y aparecer ese mismo día en la noche en una cena oficial, con un garbo y belleza zocas veces visto en nuestra entidad.
Después de nuestro matrimonio, estudió también modelaje; llegaba a ganar en una noche de pasarela lo que yo ganaba en un mes como médico y eran tiempos en que no me iba nada mal. Hizo modelaje en revistas, catálogos y televisión. Aprendió a maquillarse a la perfección y también estudió actuación con Mónica Sánchez Navarro. Le fascinaba leer y aprender. Estudió periodismo conmigo y también hicimos juntos el diplomado en Filosofía Política ofrecido por la UAGro, el Congreso local y la Fundación Antonio Gramsci. Seguramente si hubiera vivido más tiempo, habría sido mi compañera de maestría y doctorado.
Su amor por mí era uno de los motores que la movían. 
Teníamos un deseo muy grande de tener hijos. Nos encontramos desde un principio con problemas de infertilidad, gracias a los procedimientos que eran incipientes en 1988, logramos tener primero a nuestra hija Daniela, después fuimos afortunados doblemente, cuando llegó Alejandro a nuestras vidas. Fue una buena madre. Pese a que le robábamos tiempo a nuestros hijos por estar inmersos en la actividad política, tratábamos de compensar con tiempo de calidad nuestras obligadas ausencias. 
El 27 de julio de 2018, se cumplieron trece años de su partida. Escribo estas líneas porque la recuerdo, la sigo amando de alguna manera, y la veo reflejada en la mirada de nuestros dos hijos y de nuestro nieto, al cual no pudo ya llegar a conocer. 
Le recuerdo con cariño, con ternura, con admiración. Nuestra relación fue plena, intensa, totalmente plena, sabía que yo podía contar con ella siempre y viceversa. A su lado viví una época feliz. La belleza, cuando se acompaña de inteligencia, convierte a la persona con esos atributos en un ser interesante, con quien vivir es un reto día con día. 
Cierro este escrito, con unas líneas escritas a ella:
Te añoramos Cecilia. Tus cenizas para el día de hoy, ya deben estar esparcidas por todos los océanos, tu presencia persiste en todos aquellos que tuvimos contacto contigo y que al conocerte, irremediablemente te amaron. 
Fui muy afortunado al conocerte, y más aún al tenerte a mi lado. 
Sigo al pendiente de los nuestros y como lo prometimos, sigo viviendo intensamente y disfrutando de la vida y del amor. 
Tu recuerdo permanece.