De Héctor Contreras Organista
* Margarito Damián Vargas, a 99 años de su fallecimiento
El respetable y siempre bien recordado médico don Alejandro Sánchez Castro, hace años escribió la biografía de Don Margarito Damián Vargas que fue publicada en repetidas ocasiones. La más reciente por el gobierno municipal de Acapulco, a cargo del maestro Febronio Díaz Figueroa, siendo el periodista Filemón Estrada y Carreño, jefe de la Comisión Editorial Municipal; y tomada de la que por segunda vez se hiciera en la época gubernamental del General Baltazar R. Leyva Mancilla, en 1954, del siglo pasado.
Se publicó, entre otras valiosas aportaciones referentes al gran músico, su fe de bautizo donde se constata lo siguiente: “En la iglesia parroquial de Tixtla a veinte y cinco de febrero de mil ochocientos setenta y tres; Yo D. Vicente Hernández cura propio, bauticé solemnemente a Margarito Cesáreo de tres días de nacido hijo natural de Marciana Vargas de esta ciudad; es madrina Felipa Hernández a quien advertí el parentesco espiritual y obligaciones que contrajo. Doy fe. V. Hernández (Rúbrica). (Archivo Parroquial de Tixtla, Gro.).
Pues, resulta que el próximo día 16 de septiembre de 2018 —y en virtud de que el distinguido músico guerrerense murió esa fecha, pero de 1919—, habrán de cumplirse 99 años de su fallecimiento. En este modesto espacio informativo, rendimos con el presente texto un modesto homenaje al maestro, ya que casi nadie lo recuerda ese día en que todo mundo andamos ocupados con la celebración de las fiestas patrias.
El médico Alejandro Sánchez Castro narra los últimos instantes de vida del gran músico Margarito Damián Vargas:
“Estaba en agonía el maestro cuando, como médico, fui llamado para atenderlo; pero no fue posible ya hacer algo por él y pocos momentos después de que llegué a su lado dejó de existir. Murió el 16 de septiembre de 1919, a las cinco de la tarde en la casa donde hoy está el templo evangélico (“La Santísima Trinidad”), a los 46 años de edad. Al día siguiente fue sepultado en el Panteón Municipal. Casi todos los habitantes de Chilpancingo concurrieron al sepelio; sus viejos amigos y compañeros de la Banda tocaron durante el recorrido hacia el panteón la ‘Marcha Fúnebre’ que él mismo compuso”.
“Las familias de Chilpancingo contribuyeron generosamente con dinero para sufragar los gastos de inhumación. Hermilo Peralta ayudó mucho a la familia y se hizo cargo de ella como un padre. La madre del maestro Da. Marciana Vargas, vendió urgentemente su casa habitación y destinó el producto de la venta para el mismo objeto. Así es que hubo fondos suficientes para cubrir los gastos y el sobrante fue donado a la familia del maestro que quedaba en el más completo desamparo”.
“Sobre su sepulcro fue colocada una lápida de cantera color rosa, esculpida por Dn. Alejandro Castañón; la lápida tiene grabada una lira sobre una cruz y en esa lira, grabados también, los años: 1873-1919 y, debajo de la lira, las siguiente inscripción: D.E.P. MARGARITO D. VARGAS –Dejó el insigne artista una estela de gloria en el cielo de su patria –Recuerdo de su familia y amigos— 16 de septiembre”.
“Sus padres fueron: el capitán primero Plácido Castro y doña Marciana Vargas, él, originario de Oaxaca, y ella nativa de Tixtla.
“El 19 de agosto de 1875 (dos años después del nacimiento de Margarito Cesáreo), la señora Vargas contrajo matrimonio con Don Eduardo Damián y este señor dio su apellido al niño Margarito, mismo que usó en toda su vida e ignorado quedó el apellido Castro, de su progenitor quien vivía en Tixtla desempeñando un empleo del estado, fue hijo de una guerrillera de Oaxaca llamada ‘La Negra Mariana’, que militó a las órdenes de Porfirio Díaz durante la guerra que México sostuvo contra el llamado imperio de Maximiliano”.
“De 1901 a 1911 fue director de la Banda de Música durante las sucesivas administraciones de Agustín Mora, Manuel Guillén y Damián Flores, del régimen de Porfirio Díaz”.
“De 1911 a febrero de 1914, volvió a ser director de la banda durante los gobiernos que sucedieron a partir del triunfo de la revolución maderista y se ausentó definitivamente de Chilpancingo en el mes de febrero de 1914, al abandonar esta plaza el general federal Manuel Zozaya, que fungía como gobernador y jefe de Armas en el estado, en esa época”.
“El 1 de mayo de 1910 la ciudad de Chilpancingo recibió la visita del Presidente Porfirio Díaz quien fue objeto de un banquete en el Palacio de Gobierno y amenizó el acto la Banda de Música del Estado bajo la dirección del maestro Margarito Damián Vargas”.
“Tocaron: La obertura de Lohengrin, una fantasía de Norma, Cavallería Rusticana, La Viuda Alegre, Aires Surianos y Bohemia. Cuentan que don Porfirio quedó gratamente impresionado y pocos días después, estando ya en la ciudad de México, mandó como obsequio al maestro Damián Vargas una valiosa flauta en la que iban grabadas las letras M.D.V”.
“Margarito Damián Vargas era, delgado, de porte distinguido, rasgos faciales armónicos, con hoyuelo en la barbilla y ojos de mirar tranquilo e inteligente. Cuando dirigía la banda revelaba un completo dominio sobre el conjunto de sus componentes y su aspecto denotaba una seriedad algo solemne
“El 22 de febrero de 1947, en Chilpancingo, se realizó una velada para analizar la obra musical de Margarito Damián Vargas”.
“El profesor José A. Ocampo quien fue director de la banda de Música que había dirigido su maestro Margarito, dijo, entre otras cosas:
“¡Cuántas cosas ejemplares nos legó Margarito!”
“Su laboriosidad, su honradez, su bondad, su modestia, su sabiduría.
Fue el bohemio que resistió a las tentaciones de la grandeza que merecía”.
“Sufrió su pobreza con dignidad y resignación. Supo aprovechar la prodigalidad de su musa”.
“¡Cuántas obras bellas escribió! Su pluma incansable guiada por la esplendidez de su cerebro privilegiado, estampó en el pentagrama la fluidez de su inspiración”.
“Y lo más bello de todo, fue que su obra impresionó a su época, y continúa impresionando a la en que vivimos”.
“No callaré la satisfacción que me produce, grata mil veces, la solicitud de viejos y mozos para ejecutarles algunos de sus valses con la Banda del Estado, ni tampoco el reconocer que cuando la dirigió, dejó, sin quererlo él por cierto, para quienes hemos llegado a recoger su batuta, esta formidable expresión en grabado indeleble: ‘Así se hace’”.