SADYHEL ASTUDILLO

Décadas atrás, cuando las fotografías solo se tomaban en ocasiones especiales y por tanto también ciertas personas se permitían ese “lujo”; el poder “editarlas” era un trabajo rudimentario y tardado, por ello aquellas imágenes que fueron editadas en aquel entonces pasaron a la “inmortalidad” como la tan famosa del monstruo del Lago Ness. Posteriormente con la llegada de las computadoras (de escritorio) la edición era más “sencilla” (llamada ya fotomontaje como tal) pero, de igual forma solo las personas con el dinero para costearse una computadora podían acceder a ese tipo de programas.
Hoy en día hasta el más joven de la familia cuenta con un teléfono inteligente que como es del conocimiento, con una aplicación nos permite editar las fotografías en menos de cinco minutos, vaya, si uno se toma su tiempo y ocupa programas específicos puede hacer casi imposible que se note esa edición. Entonces, eso genera que el caso de fotografías como la del monstruo del Lago Ness sea cosa del día a día. De igual forma todos hemos recibido cientos de miles de imágenes (editadas) por medio de WhatsApp y Facebook ya sea para sacarnos una sonrisa o para (falsamente) alarmarnos.
Cabe mencionar que existe algo todavía más rápido que la edición de imágenes y que todos hacemos diariamente: compartir dichas imágenes, eso nos toma literalmente menos de diez segundos, pudiendo si nos lo proponemos, hacer llegar las imágenes a todos los celulares del mundo, dejando atrás al Lago Ness que tuvo que esperar a ser publicado en periódico y ser visto en primer término solo por aquellas personas que lo adquirían.
Esto ha generado que todos seamos expuestos a cualquier tipo de imagen, falsa, graciosa, ofensiva, informativa, amarillista, etc., pero el recibir toda esa información a tal velocidad, propicia que el mensaje transmitido por dicha imagen en el peor de los casos sea aceptado como valido o correcto, sin una aseveración o meditación previa.
Ejemplos sobran y más en México, como la falsa imagen de la cámara de diputados donde con carteles decían que no apoyaría a damnificados del sismo, imágenes de otros países o de desastres anteriores que las editan y publican como eventos reciente, los “descubrimientos” arqueológicos falsos y la lista puede seguir y seguirá. Es por ello que últimamente tanto Facebook como los noticieros están haciendo hincapié en las “fake news” y en evitar creerlas y compartirlas ya que, como sabemos esas son las que más rápido se propagan.
Este tema se vuelve más incisivo en fechas como hoy, de elecciones ya que cada “habilidoso” de la edición de imágenes pueden apoyar a su candidato favorito, promoviendo altas expectativas a quienes voten por él, o de los candidatos oponentes con falsos rumores; situación que ya ocurrió en el sexenio pasado y que hoy lo estamos viviendo.
Entonces estimados lectores, esta es una invitación a no caer en provocación, a no difundir imágenes “basura”, a pensar un momento antes de compartir una imagen y preguntarse ¿Es verdad lo que esto dice?, de ser cierto ¿Genera algún cambio o beneficio el ser compartido? Como es bien sabido, tenemos un derecho consagrado en Constitución, la libertad de expresión, la cual ha generado enormes beneficios a la sociedad, pero ahora se debe evitar caer en el abuso de ella y evitar destruir lo ya construido.

letrasadyhel@outlook.com