ANDRÉS CAMPUZANO MARQUINA
Jorge Zuriel de los Santos Barrila (Acapulco, 1984), es licenciado en Derecho por la Universidad del Valle y cuenta con una maestría en Derecho Penal por la Universidad Autónoma de Guerrero. Su reciente designación como fiscal general del estado –el más joven que ha llegado a ese carg—trae a la memoria de este columnista uno de los casos que, como litigante, lo catapultó a alcanzar cierta fama y reconocimiento en el cerrado mundo de los abogados de Acapulco debido al impacto mediático del caso que le tocó defender.
Fue a principios del 2015. Al ex presidente de la Coparmex, Fernando Tenopala, lo detienen policías ministeriales y lo ingresan al Penal de las Cruces en Acapulco por el delito de robo, en agravio de una institución educativa del mismo puerto. El abogado defensor de Tenopala será el joven De los Santos, quien orquestó una defensa legal rápida; atestiguan 3 personas en defensa de su cliente y en sus declaraciones a la prensa afirma que no se cometió robo alguno, que es un problema familiar y hay abuso de poder, pues el acusador es un legislador, logrando en poco tiempo la liberación de su cliente. Así demostraba su habilidad como abogado el joven fundador de la firma “De los Santos & Vela Abogados”.
El ascenso meteórico de la carrera profesional de Jorge Zuriel de los Santos, comenzó por su relación con empresarios y funcionarios públicod; fue presidente de la comisión de asuntos jurídicos de la Coparmex y presidente el Club Rotario “Acapulco Las Brisas”. A la llegada de la actual administración gubernamental, De los Santos Barrila fue designado director general de Asuntos Jurídicos del gobierno de Guerrero, en el 2015, y dos años después será nombrado subsecretario de Gobierno para Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría General de Gobierno que encabeza Florencio Salazar Adame.
Es un joven que ha sabido moverse en el tablero político; con evidentes ambiciones políticas y profesionales, ha sabido relacionarse con las personas adecuadas, pero su llegada a la Fiscalía General del Estado dista mucho de celebración alguna.
Bien me lo decía mi padre: desde que se le conocía como Procuraduría General de Justicia, la actual Fiscalía es como la casa del jabonero: el que no cae… resbala. Pareciera que una maldición persigue a casi todos quienes la dirigen: la mayoría termina mal en términos de imagen y en algunos casos ha sido la tumba política de quienes han ocupado ese cargo.
Haciendo un repaso histórico de quienes han ocupado la Procuraduría General de Justicia, hoy Fiscalía General, se advierte que casi todos han tenido enormes dificultades para alcanzar el éxito en esa responsabilidad.
Lo cierto es que el recién designado por el Congreso del Estado como fiscal general tiene frente a sí una descomunal tarea. Es joven, preparado profesionalmente, y quienes lo encumbraron le tienen confianza. Las miradas de los guerrerenses están puestas en él. Le toca a él demostrar que puede con el paquete. Si no, ahí podría terminar su corta pero vertiginosa carrera en el servicio público.
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