* “La violencia no se vence con la violencia”, sino con “valores éticos y espirituales, universales y compartidos”, opinan feligreses durante la Hora Santa, ayer
Alondra García
En la catedral La Asunción de María se dedicó la Hora Santa de este miércoles para pedir por la pacificación de Guerrero; los fieles se comprometieron a convertirse en misioneros por la paz en sus comunidades.
Durante la adoración del Santísimo Sacramento, los fieles católicos reflexionaron sobre las implicaciones de la violencia y llamaron a las víctimas de la criminalidad a refugiarse en la fe y el perdón.
También señalaron la necesidad de extender los “valores éticos y espirituales” de la Iglesia Católica, para reconstruir el tejido social.
“La violencia no se vence con la violencia. Que nuestro grito de dolor vaya siempre acompañado por la fe, la esperanza y el testimonio del amor de Dios. El mundo tiene necesidad de Dios, tiene necesidad de valores éticos y espirituales, universales y compartidos. La religión puede contribuir de manera preciosa a su búsqueda, para la construcción de un orden social justo y pacífico”, expusieron.
Además, señalaron que “la paz es un don de Dios” y “un proyecto a realizar”.
“Una sociedad reconciliada con Dios está más cerca de la paz, que no es la simple ausencia de la guerra. La paz es el resultado de un proceso de purificación y elevación cultural, moral y espiritual de cada pueblo, en el que la dignidad humana es respetada plenamente”, se lee en la reflexión a la que dieron lectura durante la adoración.
Durante la oración para pedir paz le solicitaron a Dios que les ayude a no exasperarse ante “la violencia y brusquedad de los hombres”.
En el momento de las peticiones, los fieles le encomendaron a Dios a todos los gobernantes, “para que quieran escuchar y responder a las peticiones de los ciudadanos por la paz y la justicia”.
También pidieron porque los jóvenes crezcan en valores, que “busquen la paz que Dios le ofrece al mundo” y que los mexicanos se libren del “odio, la violencia y la opresión”.
Por último, los participantes en la Hora Santa hicieron el compromiso de convertirse en promotores de la paz en sus comunidades, a partir de la difusión de los valores cristianos que lleven a la “conversión” de los pecadores.
Asimismo, se comprometieron a “potenciar el papel de la familia en la construcción de la paz” y a “dinamizar la dimensión comunitaria de las parroquias, para que en medio de una sociedad que se fragmenta y se dispersa, favorezcan espacios de encuentro y fortalecimiento en la vida comunitaria”.