* Política y El juego de Juan Pirulero
* No se hagan bolas: faltan operadores
* AMLO los regañó: “están blanquitos”
Jorge VALDEZ REYCEN
En la política hay similitudes con los juegos de antaño. Uno de ellos es el de “Juan Pirulero”, convertido en canción infantil, que reza “Este es el juego de Juan Pirulero/que cada quien atienda su juego”. Me lo recordó David Guzmán Maldonado, secretario de Planeación y Desarrollo Regional y actual diseñador de programas innovadores del gobierno de Héctor Astudillo Flores.
David, con sentido agudo, se atrevió a hacer una autocrítica al comportamiento del gabinete estatal, allá por junio del 2017, y utilizó esta ronda de juego infantil para enviar un mensaje a quienes lo entendieron y comprendieron. Claro que hubo consecuencias, pues muchos secretarios ya no están.
Empero, Juan Pirulero sigue siendo referente en el aspecto electoral. Y no es cosa de niños, ni cuestiones infantiles, sino de elemental responsabilidad a la que apela la letra… “que cada quien atienda su juego”.
En Guerrero está visto que los operadores políticos han cedido espacios a las grandes lumbreras nacionales, quienes ignorantes de la idiosincrasia guerrerense, han pretendido venir a dorar la píldora azul y descubrir el hilo negro del encaje de Mayambé. Ilusos –dix it Jorge Zamora Téllez.
Hechos bolas, literalmente, se encuentran Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, cuñado de John Ackerman y hermano de Irma Sandoval, la futura secretaria de la Función Pública si llegara a ganar la Presidencia AMLO, con César Núñez Ramos, hermano de Serafín y María de la Luz, cuñado de Arturo Martínez Nateras y tío de Arturo Martínez Núñez, al que el gobernador de Morelos, Graco Ramírez corrió de la Dirección de Comunicación Social por “desleal y traidor” al jugarle las contras con El Peje y hoy es candidato a diputado local por la Costa Grande de MORENA.
Están “muy blanquitos”, los regañó en San Marcos el profeta candidato presidencial. Y hasta preguntó por Nestora Salgado, pero como se quedó peleando con militares en Chilapa que le iban a desarmar a su comando de Policías de la CRAC, llegó tarde. Total, AMLO estaba molesto porque su equipo de operadores en Guerrero simplemente no opera. Se la viven peleando entre sí, descalificando el trabajo de uno y de otro. Allá ellos.
En el PRI Armando Soto anda sobre nubes densas, cirrus, sin aterrizar lo que a Pepe Meade le interesa difundir: de llegar a Los Pinos va a disminuir la enorme brecha de desigualdad, miseria, pobreza entre el norte y sur. Guerrero está llamado a convertirse en una entidad que cambiará radicalmente su estatus de vida y desarrollo si el abanderado del PRI-Verde-Panal gana las elecciones. Pero la ausencia de operadores no permite que se difunda ese ofrecimiento electoral. Tan es así que a Soto Díaz podrían cambiarlo por Pepe Armenta, por su cercanía con el presidente del PRI, René Juárez Cisneros y su aptitud como operador político.
En el PRD han prescindido de la figura de Ricardo Anaya en Guerrero, prueba de ello es que ni lo mencionan siquiera. ¿Qué dirá Marco Antonio Maganda, líder formal de un panismo referencial o anecdótico en las recientes elecciones? Anaya no tiene operadores en este sufrido suelo suriano.
¿Y qué me dicen del Bronco? ¡Pus está pior!
El Juego de Juan Pirulero/que cada quien atienda su juego… es la dedicatoria que parece ser cuento infantil cargado de ternura, bondad y preciosos deseos. Pero es el cierto escenario que han dejado en el limbo los cuatro presidenciales, confiados en que sus subalternos harán el trabajo. Y está visto hasta ahora que hay pachorra y flojera de los llamados “operadores” que ni operan amígdalas, mucho menos conducen campañas electorales.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.