Isidro Bautista

Muchos candidatos de Morena, PT y Encuentro Social (PES) se cuelgan del efecto Andrés Manuel López Obrador con la intención de llegar al cargo en Guerrero sin hacer casi nada de campaña.
Hay un candidato de Morena que busca ser diputado, y que cierta ocasión confesó que él lee los periódicos a las 11 de mañana, aunque estén en su mesa antes de salir el sol.
En la elección de 2012, en que AMLO fue postulado por segunda ocasión para disputar la Presidencia del país, muchos candidatos a alcaldes, diputados locales, diputados federales y senadores alcanzaron los puestos de representación popular justamente por haber sido arrastrados por ese efecto, aunque no hicieron campaña, no gastaron lo que debieron haber gastado.
El mismo candidato presidencial no cesa en su labor de proselitista, pero en Guerrero hay varios candidatos echados en la hamaca, a pesar de que no son tan conocidos, no tienen experiencia política suficiente y de que enfrente tienen a contendientes más posicionados entre el electorado.
Se limitan a saludar a la gente sólo en las calles, en los mercados o en los centros de mayor concentración ciudadana, sin entregar siquiera un volante. Tampoco establecen convenio de publicidad con algún o algunos medios de comunicación, específicamente impresos, como lo permite la legislación electoral.
En cambio en el PRI y PRD, particularmente, los candidatos no paran, conscientes del riesgo que les implica el mismo efecto político.
En el anecdotario político guerrerense figura un episodio según el cual el inquieto dirigente sindical universitario y político Pablo Sandoval Ramírez —prematuramente fallecido en el año 2000 debido a un infarto, el mismo padecimiento que causó la muerte de su hermano Cuauhtémoc— habría declarado a la prensa, en 1997, cuando era candidato a diputado federal en el Distrito 9 de Acapulco por el Partido Revolución Democrática, que era tal el desprestigio del PRI que si el PRD postulaba a una vaca, ésta ganaría la elección.
Esta declaración al parecer se produjo, porque los reporteros, enviados por algún contrincante del polémico Pablo Sandoval hijo, le cuestionaron que lo veían más frecuentemente en las cafeterías de Acapulco donde la grilla política era el pretexto para reunirse a tomar café, en lugar de hacer campaña para convencer a los votantes acapulqueños a que votaran por él.
Se ha tenido la impresión de que en el PRI también hay candidatos confiados por su posicionamiento político, salvo, por ejemplo, Manuel Añorve Baños, que no para en casi todo el día, en su afán por ser senador de mayoría. Es el que realiza el mejor activismo político de sus compañeros de partido. Beatriz Mojica, del PRD al mismo cargo, hace campaña, pero de plano no es observada que suba en la preferencia, por lo que tiene que recurrir a maniobras como la invitación a un debate a la que nadie le hizo caso, y ahora a querer hacerse víctima de una supuesta amenaza de muerte, sin que despegue ni en lo mínimo, más con un instituto político que está en la lona, despedazado, y con una mala fama nunca antes sufrida.
Los candidatos del PRI, específicamente, tienen que llevar a la práctica el eslogan que siempre han cacaraqueado: vamos con todo y por todo. Pero que hagan todo lo posible para hacerlo realidad en este proceso electoral que parece ser el más reñido de su historia, y que por lo tanto deben realizar campaña con ingeniería política, de ser posible rodearse de los mejores asesores, asistentes u operadores.
Este martes López Obrador pidió a los 3,000 candidatos de la coalición Morena, PT y PES, visitar 150 domicilios diarios. El aspirante presidencial dijo que ve muy “blanquitos” a algunos de sus candidatos, por lo que les pidió salir a las calles, y no confiarse.
Y es que él ya vivió en carne propia dos derrotas. En política no hay nada escrito, y ésta es como la rueda de la fortuna, por lo que todo puede suceder.
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