Alejandro Mendoza

Cuando la política se aparta del bien común, la política ha perdido su esencia y objetivo primordial. Por esa razón la gran mayoría de los políticos se encuentran hundidos en el desprestigio y el descredito.
Es bastante común que la gente compare a la gente que se dedica a la política con gente indecente, mentirosa, ladrona, delincuente, ambiciosa, egoísta, frívola, perversa y más.
La política es el arte de dialogar y negociar en busca del bien común. Al menos esa debiera ser la idea central del accionar político.
Sin embargo, la realidad aplasta tan noble propósito. Prevalece un actuar totalmente alejado de lo que la gente espera de la política.
La mentira, la ambición, la codicia, la hipocresía, la avaricia y la traición son las principales enemigas de un proceso democrático transformador.
La política en su mayoría la hacen seres humanos con notoria debilidad por satisfacer deseos personales y pasiones desbordadas propias de la intriga y seducción del poder.
Tampoco se pretende exponer una santurrona descripción del proceder de muchos que se dicen políticos, pero que en el fondo únicamente les interesa el poder y el dinero.
La decepción de la gente por la política radica en esencia en este escenario.
Por eso, acciones sinceras y desinteresadas como la solidaridad, la sensibilidad y la humildad dejan de tener un efecto político sano, en virtud del envilecimiento que tiene la política.
Es evidente que se requieren grandes esfuerzos y sacrificios para ir superando el descredito de los políticos, que muchos, obviamente, no están dispuestos a realizar. Algunos políticos ricos y mucha prole pobre, es en resumen el pensamiento popular.
El motor del cambio únicamente lo puede hacer una sociedad consciente y dispuesta a luchar por ese ideal. No es suficiente la buena intención, se requiere de una eficaz acción.
Desde luego que en la política hay gente con muy buen corazón y noble, que tiene la intención saludable de hacer algo por la gente y por su comunidad. Hay quienes quieren que las cosas cambien para bien. Hay quienes quieren que la política sea instrumento para ayudar a los demás.
No todo está perdido en la política. Lo cierto es que se requiere que la gente que tiene principios y valores firmes esté dispuesta a participar y generar una mentalidad de cambio que se refleje al momento de tomar decisiones y acciones. Es cierto que hay buenos políticos en la actualidad, pocos, pero sí lo hay.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz.
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