Alejandro Mendoza
La falta de voluntad en las personas ha provocado que muchas posibilidades de salir adelante se frustren o fracasen. Planes, objetivos, propósitos o proyectos, son boicoteados o cancelados por la carencia de disposición entre la gente involucrada.
Se debe entender que la voluntad es la capacidad de los seres humanos que nos mueve a hacer cosas de manera intencionada, por encima de las dificultades, los contratiempos y el estado de ánimo.
Sin embargo, es notorio que en las diversas áreas de la sociedad existe un comportamiento o actitud contrario al deseo de propiciar que las cosas caminen hacia un mejor escenario de vida común.
Cuando existe voluntad todo nuestro actuar se orienta por todo aquello que aparece bueno ante nosotros, desde las actividades recreativas hasta el empeño por mejorar en nuestro trabajo, sacar adelante a la familia y ser cada vez más productivos y eficientes.
Desde luego se requiere un compromiso a fondo y una responsabilidad plenamente asumida. No basta sólo con tener el deseo, sino de actuar en consecuencia, demostrando que existe la voluntad para realizar las cosas.
Desde luego que la intención no basta, como tampoco el saber lo que debemos hacer. La voluntad se manifiesta haciendo. Se nota claramente una falta de voluntad cada vez que retrasamos el inicio de una labor; en nuestras actividades, cuando damos prioridad a aquellas que son más fáciles, en lugar de las importantes y urgentes, o siempre que esperamos a tener el ánimo suficiente para actuar.
Tanto en los padres de familia como en los hijos, se van generando condiciones viciadas respecto a la voluntad de integrarse y actuar en consecuencia para fortalecer sus vínculos. Y en el contexto social, político, económico y cultural, se observan las consecuencias de la ausencia de la voluntad.
La falta de voluntad tiene varios síntomas y nadie escapa al influjo de la pereza o la comodidad, dos verdaderos enemigos que constantemente obstruyen nuestro actuar.
Cada situación que requiere esfuerzo es una magnífica oportunidad para robustecer la voluntad; de otra forma, se adormece y se traduce en falta de carácter, irresponsabilidad, pereza, inconstancia.
Estos escenarios son magníficos casos que permiten entender lo que se comenta: aquel padre de familia que cada día se levanta a la misma hora para acudir a su trabajo; la repetición de las labores domésticas de la madre; el empresario que llega antes y se va después que todos sus empleados; quienes dedican un poco más de tiempo a su trabajo y así no dejar pendientes; el deportista que practica horas extras.
Se puede observar que cada uno de ellos no sólo asume su responsabilidad, sino que lucha diariamente por cumplir y perfeccionar su quehacer cotidiano, lo que distingue a estas personas es la continuidad y la perseverancia, es decir, su voluntad está capacitada para hacer grandes esfuerzos por períodos de tiempo más largos.
Es necesario tener en cuenta, que una voluntad férrea se convierte a la vez en escudo y arma para protegernos de ciertas situaciones, miles de personas han caído en la dependencia y en la aniquilación de su dignidad.
En cambio, la voluntad es el motor de los demás valores, no sólo para adquirirlos sino para perfeccionarlos; ningún valor puede cultivarse por sí solo si no hacemos un esfuerzo, pues todo requiere pequeños y grandes sacrificios realizados con constancia.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz.
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