Alejandro Mendoza

Uno de los terribles males que padecen los políticos es perder la noción de la realidad y comenzar a creer y a vivir en sus propias mentiras y, lo que es más terrible, crean un mundo paralelo ilusorio a la realidad que vive la mayoría de la gente.
Las prácticas diarias de su conducta nociva, de aquellos que dicen ser políticos y que sólo busca su beneficio personal y en enriquecimiento ilícito, dan cuenta de la degradación de los principios y valores que debería tener todo ser humano para una convivencia armoniosa y pacífica.
Desde luego que hay políticos que merecen todo el respeto y reconocimiento por su verdadero compromiso con la justicia, la honestidad y la integridad en todos sus actos que realizan, tanto en privado como públicos.
Hay casos de personas que comenzaron con una muy buena intención o un corazón realmente sincero y un pensamiento comprometido con las causas de la gente y su mejoramiento en la calidad y condición de vida, pero en el camino se desviaron y la corrupción absorbió toda esa esencia.
Es difícil encontrar hoy en día a políticos que no han sido atrapados por el sistema político mexicano corrupto. Sin duda alguna los hay. Creo que existen. Y a pesar de la amplia opinión negativa que se tiene de los políticos en general, estoy convencido que hay quienes sí están buscando hacer las cosas correctamente.
Lo cierto es que distintos medios de comunicación tradicionales y digitales han dado cuenta de la conducta corrupta de políticos en todo el territorio nacional y, obviamente, a nivel mundial. Políticos que están enquistados en las dirigencias de los diferentes partidos y políticos que están al frente de cargos de elección popular, sean senadores, diputados federales, gobernadores, diputados locales, presidentes municipales, síndicos, regidores, etc.
La gente asocia a un político con la corrupción y hasta con la delincuencia organizada. En este contexto, la figura política se encuentra, como nunca antes, desprestigiada y desacreditada.
Una de las conductas detectadas por los ciudadanos es la mentira del político que siempre promete, pero que nunca cumple. Es tan risorio el caso que al político ya no se le cree ni en lo más mínimo.
El único caso en el que la gente da el beneficio de la duda es cuando algún conocido o vecino, a quien medio se conoce o se conoce bien, y que no es político, entra a incursionar en la participación política. Y aun así hay importantes sectores que expresan sus reservas del caso.
Resulta interesante que muchas personas están participando activamente dentro de un partido político o se encuentran apoyando algún proyecto político de alguien, por dos principales razones: 1.- Están recibiendo algún beneficio o salario y 2.- Quien no lo tiene, cree que en el futuro pueda recibirlo.
No se puede descartar que hay quienes sí están plenamente conscientes de lo que están haciendo desde una perspectiva ideológica o consciente de la necesidad de participar políticamente con el fin de que las cosas cambien para bien de todos.
Al político ya no se le cree, es cierto, pero no por esto, la mayoría debe dejar de creer que la política puede ser un instrumento eficaz para transformar a la sociedad.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
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