Las purititas ansias…

 

Felipe Victoria

 

Enrique Peña Nieto estuvo advertido a tiempo de que Andrés Manuel López Obrador sería la piedrita en su zapato durante el sexenio al que dentro de un mes y medio le restará un escaso año.

La sucesión se convierte en una pesadilla para el mandamás pues no las trae todas consigo, los voraces saqueadores de su gabinete y señores feudales de algunas entidades no fueron lo suficientemente hábiles para no dejar evidencias contables de su ilegal trasiego de recursos y los mexicanos con tan mal pensados que sospechan que ninguno de los malandrines de cuello blanco robó solito y por cuenta propia, sino que se mocharon con alguien de muy arriba para que les dieran inmunidad el mayor tiempo posible dilatando la acción de la justicia.

Se avizora hasta un final muy porfiriano a una administración con algunas similitudes con esa época fastuosa de la aristocracia de la burocracia mexicana en la primera década del Siglo XX, tras la que el dictador mejor optó por irse exiliado antes de que Francisco I. Madero se atreviera a encarcelarlo junto con los de su gabinete y sus gobernadores.

De todos modos a la revolución ya nadie la detuvo y comenzó la feria de las traiciones y asesinatos por el poder, Dios quiera que no se nos vaya a repetir la historia…

¿Acapulco está en “calma chicha” antes que se desate la guerra de feroces zancadillas entre la veintena de suspirantes, que quieren llamar la atención como aspirantes a candidaturas por la alcaldía?

Lograr unos cien mil votos de aproximados mil pesos cada uno, es un capital que no cualquiera puede apostar en el palenque político…una contienda riesgosa entre partidos políticos y los que todavía se dicen independientes, pero acabarán alquilando el registro y estructuras de siglas.

Como siempre atento a mi preferido Excélsior de Olegario Vázquez Aldir  y la columna Razones de JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ, ofreciéndoles un fragmento:

“Parece Meade, pero todavía son cuatro”.13 de Octubre de 2017

“Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador ya eligieron al candidato del PRI, y según ellos es José Antonio Meade, el actual secretario de Hacienda. Ambos dicen que la ruptura del PAN está relacionada con la próxima designación de Meade como candidato priista y terminan viendo en ese escenario un realineamiento de fuerzas de cara al 2018.

Meade parece tener en este momento las mayores posibilidades de ser candidato del PRI y, más allá de eso, de un frente donde se integren otras fuerzas y personalidades: su propio perfil personal y profesional lo permite y auspicia. Esa es una decisión que, sin embargo, no está tomada por el presidente Peña.

El nombre de Meade está junto al de José Narro, Aurelio Nuño y Miguel Ángel Osorio en la mesa presidencial y las razones antedichas por supuesto, que deben ser tomadas en consideración, pero también otras deben contar a la hora de tomar una decisión.

En primer lugar, el PRI debe asegurar sus propios votos: es verdad que la elección se ganará con un porcentaje bajo de votos, alrededor de un 30 por ciento, y que el PRI tiene posibilidades de ganar, pero también es cierto que el tricolor enfrenta un 40 por ciento de electores que jamás votarían por ese partido. Tiene un piso electoral que debe estar en alrededor de 20 por ciento y lo demás debe ganarse en la campaña y con quienes sean sus candidatos.

Y no sólo el presidencial: hay nueve elecciones estatales y en esta ocasión el PRI deberá elegir nueve candidatos muy competitivos en esos comicios, más allá de quien sea el presidencial, hombres o mujeres que puedan realizar por sí solos campañas y arrastrar votos, para sus estados y para la campaña presidencial.

Como en todos los partidos a la hora de la designación de candidato habrá desafectos. En el caso del PRI lo que debe evitar es que exista más que una ruptura (es difícil pensar que habrá algo similar a lo sucedido con Margarita Zavala en el PAN), es la distancia del partido y de sus cuadros con su candidato, como ocurrió, por ejemplo, en 2006 con Roberto Madrazo.

Mientras tanto, los cuatro están haciendo su tarea: Osorio, en la coordinación de la reconstrucción; Nuño enfocado de lleno en lo mismo, en el tema tan sensible de las escuelas, lo mismo que Narro, en el de los hospitales. Meade, por su parte, está financiando la reconstrucción y construyendo el Paquete Económico 2018, en un contexto donde México tendrá enormes desafíos, incluyendo la posibilidad de que se pudiera romper el TLC. En ese escenario y en la construcción del presupuesto está y estará una de sus mayores fortalezas, con los priistas y con la oposición.

Lo que dicen Anaya y López Obrador es, en el fondo, cierto: si hay una figura en el PRI que puede concitar una alianza muy amplia y llevarse buena parte del voto panista e independiente es Meade. Eso y el tejido que ha construido durante años en diferentes posiciones públicas es lo que lo hace un candidato poderoso. Pero no se puede ignorar otro factor: la necesidad de tener amarrados, también, a todos los principales cuadros y sectores partidarios. Por eso hoy el presidente Peña sigue teniendo cuatro nombres sobre la mesa”…