* La voraz digitalización
Felipe Victoria
El portento cibernético del Internet, que por décadas desde la segunda guerra mundial mantuvieron reservado para la milicia naval, tenía que llegar algún día al dominio de los comercializadores, primero en enormes equipos de computación que requerían de instalaciones ad hoc hasta con aire acondicionado, de manejo sofisticado que luego simplificaron con tarjetas perforadas de cartoncillo y fueron abriendo escuelas dondequiera, para que los jóvenes encontraran un nuevo oficio bien pagado: perforistas de IBM y hasta programadores.
Después los genios del comercio a gran escala apoyaron la invención de “computadoras personales” que cualquiera con recursos económicos podía adquirir para su empresa, oficina o domicilio, y se fue popularizando el uso de las “PC” en la segunda mitad de la década de los ochenta en México, pero la maravilla prodigiosa llegaría con el alquiler de señal de Internet años después.
Una rentita mensual y a tener al alcance toda la información posible del mundo; enorme paso cuando crearon el correo electrónico para que los usuarios se pudieran intercomunicar en supuesta privacidad que jamás existió, pues a todos los gobiernos del planeta tierra les interesa estar enterados de lo que se dicen entre sí los gobernados, como sucedió desde que Alejandro Graham Bell inventó el teléfono y las telefonistas fueron las primeras espías indiscretas.
A los medios informativos impresos, como los periódicos y revistas les comenzó a preocupar la inmediatez de la difusión de noticias a través de la radio y la TV, pues al enterarse la gente el mismo día de los hechos de los sucesos relevantes, al otro día bajaban las ventas, aunque el gusto por leer la información completa y opinada no decreció.
Me he pregunto si los empresarios editoriales pensaron bien su decisión de comenzar a participar en el mundillo cibernético con páginas web donde publicar sus contenidos, con acceso libre a los cibernautas; la caída en venta de ejemplares fue paulatina pero creciente, hasta el deplorable estado que guarda en la actualidad.
¿Todo por qué? En las computadoras la gente se entera de lo que aparece en los diarios y revistas prácticamente de gratis, pero el colmo fue cuando se les ocurrió crear aplicaciones de internet a la telefonía celular extremadamente portátil.
Sin embargo, para poder mirar equis periódico en la pantalla del telefonito o computadora, primero se necesitan seres humanos que lo escriban y lo editen, se redujo demasiado la nómina entonces y se abarataron los empleos en el ramo, nunca se volvió a ver la mancuerna tradicional de reportero y fotógrafo, y los articulistas de fondo cayeron al inframundo de los colaboradores “por amor al arte”, salvo garbanzos de a libra que son excepciones, solidariamente apoyados por gobiernos.
En los mentideros políticos llamados cafeterías o restaurantes, antes sobre cada mesa se miraba el ejemplar de algún periódico o revista en manos de los contertulios; ahora los comensales hasta poco platican entre sí porque están como zombies absortos en las pantallas de sus celulares chateando y las parejitas intercambian fotos íntimas en el cachondeo a control remoto.
Como quien dice coloquialmente, a los medios impresos comercialmente les puso en la madre el Internet, ya difícilmente se adquieren suscripciones semestrales o anuales a periódicos en 2 ó 3 mil pesitos, pero se venden celulares de veintitantos mil o más, a los que ya solo les falta “rascahuele”.
Pero ¿cómo dañó la cibernética a la poderosa industria de la radio y la TV?
Primero la banda de Amplitud Modulada fue sucumbiendo ante la llegada de la FM, al principio disque sin chocantes anuncios tan fastidiosos y enajenantes, muchos recuerdan aquella voz femenina y seductora de “radio triunfadora” y los estilos romanticones de transmisiones musicales moteleras, comenzando a caer las benditas radionovelas mañaneras para cambiar a las telenovelas por las tardes de planchar la ropa y los noticiarios nocturnos que le ganaban la primicia noticiosa a los diarios del día siguiente.
Yo mismo en los ochenta tuve el programa Diario del Aire en ABC Internacional del 760 de AM en el DF, con nuestro lema de “Escuche Hoy lo que leerá mañana”.
Pronto a la radio se le ocurrió ingeniárselas para transmitir simultáneamente por televisión en señales de paga, Radiofórmula se transformó en Telefórmula con uno de sus pioneros José Cárdenas.
La industria del Internet es tan voraz que sigue inventando aplicaciones para seguir vendiendo aparatos y los convierte en obsoletos cada medio año, modificando y superando versiones anteriores, pero aplicado a la industria de la radio, todavía muy fuerte por su ubicuidad y penetración, le metieron gol en cuanto desde las cabinas transmisoras se puede enviar la imagen de quienes están ante los micrófonos transmitiendo en vivo desde sus equipos celulares, resultando que las mediciones de rating de las plantas emisoras arrojan que a equis o ye figurón de algún programa, lo escuchan más en las redes sociales del Facebook que en los aparatos de radio.
En Guerrero y desde Acapulco, la semana entrante y a partir del martes 10 de octubre a las 10 de la mañana arranca la barra programática del popular Jorge Zamora Téllez en su página web NOTICIARIO PRINCIPAL.MX para escucharse y mirarse en computadoras y celulares. Deseamos que le vaya bien.