Alejandro Mendoza

 

Lo más terrible de nuestro tiempo actual es que todavía se puede conocer la esclavitud en que viven muchas personas. Y aunque pareciera un tema bastante complejo lo cierto es que los efectos son tan evidentes que a veces ya son parte común de la cotidianeidad de una sociedad.

Cada día, a través de diferentes medios, opiniones tanto de víctimas, autoridades y organizaciones civiles, se denuncia en gran medida el delito de tráfico de personas, pero hay otras formas de esclavitud en estos tiempos modernos que la misma legislación penal en México en materia de trata de Personas y los Delitos relacionados señala:

“Matrimonios forzados, adopciones ilegales, niños en guerras, esclavitud en los trabajos, acceso carnal involuntario, turismo sexual, secuestro con fines de explotación en países ajenos, tráfico de órganos y tejidos humanos, trabajadoras en el servicio doméstico sometidas por los patrones, hijos forzados a trabajar por sus padres, adultos que obligan a la mendicidad a los niños.

“Éstas son sólo algunas formas que adopta el delito de trata de personas, considerado mundialmente como una forma contemporánea de esclavitud, en la que se degrada al ser humano a la condición de mercancía que queda bajo el imperio de la oferta y la demanda dentro del mercado negro clandestino controlado por las mafias de tratantes…”

Se sabe que muchos libros de historia están plagados de narraciones que cuentan historias terribles sobre la época de la esclavitud. Cuentan cómo muchas personas eran tratadas de manera terrible para obligarlas a servir a unos cuantos con poder, que creían tener el derecho de someter y humillar a otros seres humanos.

Y aunque cientos de años han pasado desde que la esclavitud fue abolida, pareciera que solo se ha camuflado.

La psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo, Erika Otero Romero, expone –y coincido con su exposición— que prevalece una esclavitud tecnológica dentro del tremendo auge y crecimiento tecnológico en el mundo.

Si bien hacen la vida más cómoda, han ido convirtiendo a los consumidores en zombis dependientes de algunos dispositivos, al punto que si una persona sale de casa sin su móvil y su billetera, prefieren regresarse por el teléfono y dejar la billetera. Agrégale que adultos, jóvenes, adolescentes y niños pasan sus días involucrados en redes sociales y chats estableciendo relaciones virtuales y han dejado el contacto social real en segundo plano.

También destaca la esclavitud a la moda, en donde la mayoría de las muchas personas han caído en la manipulación del mundo de la moda. Ésta dicta la manera como debe vestir una persona según su edad, estilo y clase social. No es que sea malo, pero ¿no crees que deberías tener derecho a vestirte como te diera la gana, según tus gustos y estilo, y eso no tendría por qué ser un determinante de la persona que eres?

Y otro de los escenarios, es la esclavitud laboral y monetaria. Todos los días hombres y mujeres viven sus vidas en pos de sus profesiones y trabajos. Es cierto que tener buenos ingresos económicos mejora la calidad de vida de la familia, pero ¿realmente necesitas todo ese dinero para vivir? ¿Has pensado en el tiempo valioso que has perdido de estar con tu familia por trabajar más de 14 horas al día?

Podemos ver la explotación laboral, la explotación doméstica y la explotación infantil, flagelos que de una u otra manera se convierten en casos de esclavitud.

La idea que viene a la mente de muchas personas cuando escuchan la palabra esclavitud, es la compra y venta de personas, su envío desde un continente hacia otro y la abolición de este comercio a comienzos del siglo XIX. Incluso si no sabemos nada acerca de la Trata de Esclavos, es algo en lo que pensamos como parte de nuestra historia, más que de nuestro presente. Sin embargo, la realidad es que la esclavitud sigue presente hoy.

Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz

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