RUIZ MASSIEU: 23 AÑOS DE AUSENCIA

 

La mañana del 28 de septiembre de 1994 José Francisco Ruiz Massieu fue asesinado. Salió de un encuentro con 180 diputados federales electos del entonces llamado sector popular del PRI celebrado en un edificio contiguo al hotel Casa Blanca, en la calle de Lafragua, a menos de 200 metros de la avenida Paseo de la Reforma. Los legisladores le habían expresado su apoyo unánime para que se convirtiera en el líder de la bancada priísta en la LVI legislatura que estaba a semanas de entrar en funciones.

Eran las 9:22. Salió rápidamente. Tenía prisa. Se colocó al volante de su automóvil, encendió el motor, le puso velocidad y en ese momento un individuo se le acercó y le hizo un disparo que entró por el cuello. El segundo tiro ya no lo pudo realizar porque se trabó el arma. El pistolero emprendió la huida corriendo, pero fue detenido más adelante.

Sobre este magnicidio, y el de Luis Donaldo Colosio Murrieta, los dos crímenes que cimbraron a México ese 1994 en que vivimos en peligro, se han escrito miles y miles de palabras para encontrar la razón por la que fueron asesinados, y quién o quienes ordenaron sus muertes.

Volvamos a Ruiz Massieu. Al cumplirse ayer 23 años de su trágico fallecimiento, fue recordado al pie de la estatura erigida en su memoria en Chilpancingo, en un primer evento muy temprano, y en una ceremonia luctuosa a media mañana en la Rotonda de los Guerrerenses Ilustres en el panteón central de esta malherida capital guerrerense.

A la ceremonia luctuosa en el monumento del malogrado político, asistieron el gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores, y la secretaria general del CEN del PRI, Claudia Ruiz Massieu Salinas, hija del finado exgobernador, a quien por cierto los burros del área de prensa del comité estatal priísta le cambiaron el nombre y le llamaron “Marisela”, nombre de la hermana de JFRM, que también estuvo presente  en los dos eventos.

Después de las habituales presentaciones y los infaltables aplausos, subió a hablar, a nombre del PRI, la secretaria general del comité estatal del tricolor, Gabriela Bernal Reséndiz, quien pronunció un intrascendente discurso. Citó los lugares comunes de siempre, carente de alguna idea, desarticulado. Pésimo, pues.

En cambio, Claudia, la hija, se ve que heredó de su padre algo más que su apellido. Con buena dicción, sobria con su vestido negro, trajo al presente alguna de las en su momento, y aún ahora, visionarias ideas de José Francisco Ruiz Massieu. En otra columna posterior, dedicaremos más espacio a analizar el discurso de la ex canciller y algunas partes del ideario del exgobernador recordado en el homenaje póstumo de ayer.

Del otro discurso, tampoco se puede decir mayor cosa. El discurso oficial, anodino. Pero esta columna hace una respetuosa sugerencia a quien corresponda: ¿No podrían hacer actos oficiales menos aburridos y más ágiles y dinámicos? ¿No les parece que ya es hora de innovar al menos en el diseño, organización y realización de los eventos oficiales? Que los discursos sean breves, que digan algo, que tengan algún mensaje. Es decir, que haya alguna idea. Los asistentes lo agradecerán.

Hay que hacer caso de lo que decía José Francisco Ruiz Massieu. La política es idea en acción. A México y a Guerrero le hacen faltan buenas ideas. Y políticos con ideas.

¡Cómo escasean!