* Así calificaron a la Feria del Empleo para Jóvenes llevada a cabo el jueves en el zócalo, en algunos stands ni les recibieron sus documentos “es absurdo que pidan que trabajemos 8 horas cuando saben que somos estudiantes”

 

Estudiantes que acudieron a la Feria del Empleo para Jóvenes en Chilpancingo, se quejaron de que los principales problemas a los que se enfrentan son el desempleo, altas rentas y violencia, además, se limitan a esperar que los llamen para algún puesto

Carlos Javier Carmona, es uno de los 21 mil 680 alumnos inscritos en la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro), de padres campesinos, y originario de la Costa Chica sueña con ser abogado y se inscribió en la Facultad de Derecho.

Pero con menos de dos meses de radicar en la capital, tiene dudas de poder lograrlo. Debe trabajar para pagar mil 500 de la renta de un pequeño cuarto de madera, alimentación, transporte y gastos de la escuela.

Es el menor de cinco hijos, y hasta hace unos meses vivía con sus padres en una pequeña casa de madera en Las Garzas, municipio de Florencio Villareal (Cruz Grande). Es el único de la familia que salió de su pueblo en busca de sus sueños.

El fue uno, de las decenas que el jueves se dieron cita al zócalo capitalino en busca de un trabajo en la Feria del Empleo para Jóvenes, organizada por la Secretaría de Trabajo y Prevención Social del estado.

Dijo que llegó a la capital que junto a otros amigos con quienes compartió un cuarto por unos días, después se independizó, y con el dinero que le juntaron sus hermanos rentó un pequeño cuarto de madera y lámina galvanizada sobre la calle Heroínas del Sur, en el que de manera mensual paga mil 500 pesos, más la luz. No cuenta con internet.

“Es difícil estar en la ciudad, tienes que tener dinero, si no hay dinero no comes, no puedes hacer nada. Tienes que pagar la renta, que son caras, el pasaje de todos los días, la comida, y lo que pidan en la escuela, algo que en tu pueblo o con tus papás no sufres”.

Carlos consultó a varias empresas, algunas le prometieron que le llamarían, otras ni si quiera le permitieron que dejara una solicitud, pues debido a la escuela no podía dedicarse al trabajo de tiempo completo.

“Es absurdo que hagan una feria de empleo para jóvenes y pretendan que estemos trabajando las ocho horas porque no se puede, vamos a la escuela”.

La joven Sandra Cruz acudió a buscar empleo, ella se inscribió en Ciencias Naturales de la UAG. Originaria de Olinalá, región de la Montaña, se estableció aquí junto a otras amigas con quienes comparte un pequeño departamento por el cual deben pagar tres mil 500 pesos mensuales, más internet, y luz.

Acostumbrada a que sus padres la dotaran de todo, enfrentarse a la ciudad y salir adelante con sus estudios, no es fácil, reconoce, y confía en que en uno de los cinco lugares donde dejó solicitud le llamen para un empleo.

Alejandra se graduó hace dos años de derecho de la UAGro, hasta el momento no ha logrado colocarse en un trabajo estable ni que corresponda a su perfil, reconoce que la situación de los egresados es difícil, y tiene compañeros de generación que son taxistas o intendentes pese a que cuentan con título y cédula, como ella.

A diferencia de otros jóvenes, no paga renta y vive con sus padres en la capital. Es la primera vez que acude a una feria del empleo, busca un trabajo en el que gane por lo menos cuatro mil pesos quincenales.

Al igual que otros jóvenes dejó documentos en el stand de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), lo hizo también en el de la Policía Federal, donde esperan que le llamen y tomen en cuenta su perfil para integrase a la corporación.

Como todas las tardes, en los últimos tres años, Luis de 23 años, salió a trabajar un taxi. El viernes de la semana pasada al acercarse a la central de autobuses alrededor de las nueve de la noche, dos jóvenes le pidieron el servicio a la colonia Nueva Victoria, sin imaginar que se trataba de asaltantes.

Narró que al llegar allá, uno de los pasajeros quien viajaba en el asiento del copiloto sacó un arma de fuego y le ordenó que se detuviera, su cómplice quien viajaba en el asiento trasero descendió del vehículo, y fue en ese momento que él bajó del taxi y se arrojó a una barranca causándose heridas con alambres de púas.

Los delincuentes se llevaron el taxi, y él ya no quiso regresar a trabajar ante el temor de sufrir otro asalto. El jueves acudió a la feria del empleo en busca de un nuevo trabajo. Tiene dos hijos menores y su esposa.

En el taxi ganaba “en un día bueno 350 pesos”. Reconoce que será difícil encontrar otro trabajo con un sueldo similar, pero prefiere emplearse en otra cosa “donde esté más seguro y no corra tanto riesgo”, (Luis es un nombre ficticio por seguridad del entrevistado, quien así lo solicitó).

Los participantes en la feria del empleo eran estudiantes o egresados de escuela pública o privada que llevan dos o hasta tres años buscando un trabajo de acuerdo a su perfil. Todos recibieron la promesa que les llamarían. (Con información de Alejandro Ortiz)