Alejandro Mendoza
El control de las masas es lo más importante para quienes pretenden asumir el poder sea político, gubernamental, económico, cultural, religioso, etc. A costa de lo que sea pretenden tener el control de la gente, de eso depende su principal interés en todo.
Conforme a especialistas y estudiosos de este tema que ha impactado a lo largo de la historia de la humanidad, queda claro que la ausencia de verdadera educación y cultura general obligatoria, representan la herramienta más importante de la élite en el control de masas a largo plazo, programando las jóvenes mentes de hoy para posibilitar una sociedad futura con una población homogénea, obediente, sumisa y totalmente controlada.
También coinciden que los medios de desinformación o de propaganda, como en realidad deberíamos referirnos a ellos, constituyen uno de los pilares de la élite dominante para ejercer el control de la población mediante la creación de la llamada “opinión pública”, que no es más que la suma de mensajes propagandísticos repetidos hasta moldear las mentes expuestas a esta horma.
Existen hasta programas de manipulación con una ingeniería social para manipular y controlar a la población. Se trata de tener control mental sobre las personas.
Hay artículos que pueden ayudar a hacernos una ligera idea de cómo se actúa para desvirtuar tanto a la información como al informador.
Lo que no se quiere es que haya libertad de pensamiento, es decir, la propaganda del orden dominante sigue sembrando la falsa creencia de que vivimos en una sociedad libre, donde todo el mundo puede opinar con la misma libertad de expresión.
Pero a quienes les ha caído encima todo el peso de la ley por disentir, saben que esto no es así. Es la ilusión de la sutil diferencia entre dictadura y democracia que puede ser en realidad la fórmula programada para llegar a la sociedad del auto-control absoluto de la novela “Un Mundo Feliz” de Aldous Huxley.
El elemento primordial del control social, es la estrategia de la distracción, consistente en desviar la atención del público de los problemas importantes y de las mutaciones decididas por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación continua de distracciones y de informaciones insignificantes.
La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público de interesarse a conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y de la cibernética.
“Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener el público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a la granja con los otros animales., Cita del texto “Armas silenciosas para guerras tranquilas”.
Pero también es de mucho uso común crear problemas, después de ofrecer soluciones. Este método es también denominado “problema-reacción-solución”. Se crea primero un problema, una “situación” previsto para suscitar una cierta reacción del público, a fin que este sea el demandante de medidas que se desea hacer aceptar.
Por ejemplo: dejar que se desarrolle o intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad o policíacas en detrimento de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
Hay otras formas que se utilizan para tener control de las masas como la estrategia de la degradación, la estrategia del diferido, dirigirse al público como a niños de baja edad, utilizar el aspecto emocional más que a la reflexión, mantener al público en la ignorancia y la idiotez, promover al público a complacerse en la mediocridad, reemplazar la revuelta por la culpabilidad y conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.
Ese es el dilema que enfrenta hoy en día la sociedad. Ocurre en todos los lugares del mundo. Y nuestro país, nuestro estado y nuestra ciudad, no están exceptas.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
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