Reconoce la mala situación de los penales de Guerrero; urgen cambios profundos: Astudillo.— Los reclusorios de Chilpancingo e Iguala pueden explotar también: Coddehum.— Cárceles, son escuelas de delincuentes: Flor Añorve; apoya la propuesta de Marco Leyva
Enrique Vargas
La masacre de presos en el reclusorio de Las Cruces de Acapulco, hizo que todas las autoridades voltearan su atención a la problemática que arrastran esos centros que de rehabilitación o reinserción social no tienen nada o casi nada, porque son más bien escuelas del delito, donde los reclusos que ingresan salen de ahí en peores condiciones de cómo llegaron.
El gobernador Héctor Astudillo reconoció que los lamentables hechos sucedidos en el penal de Acapulco, muestran la situación precaria y la gran vulnerabilidad en que se encuentran, por lo que es necesario buscar mecanismos y nuevas formas para manejar esos centros de reclusión, que permitan que los internos tengan la posibilidad de mejorar su situación personal y que alcancen algún tipo de rehabilitación que los haga útiles a sí mismos, a sus familias y a la sociedad.
El mandatario estatal recordó que en distintas ocasiones se han dado esos problemas, que dejan muertos y heridos, pero lo ocurrido hace una semana es el peor que se ha dado en el sistema carcelario estatal.
Planteó que tan grave situación plantea la necesidad de visualizar cambios profundos y realizarlos en coordinación con las autoridades federales, para planear y rediseñar el sistema carcelario, a fin de que realmente se cumplan los objetivos de prevención y reinserción social.
Realmente es indispensable que ante la gravedad de los hechos registrados en Las Cruces se busque la forma de introducir los cambios necesarios en los centros de reclusión, para evitar que sigan repitiéndose los hechos de sangre y el sacrificio de los más débiles por integrantes del crimen organizado.
El problema puede estar en que todo eso requiere de inversiones considerables, para construir más penales y hacer mejores los que están en funcionamiento en la actualidad, lo que resulta bastante complicado, porque se advierte que los recursos son insuficientes, incluso para atender necesidades básicas, como la seguridad en el estado, que tendría que ser la base para que lleguen a los penales todos los que deben estar ahí, lo que representaría una mayor cantidad de delincuentes presos, lo que se traduce en más dificultades y menor control de esos peligrosos lugares.
LOS RECLUSORIOS DE CHILPANCINGO E IGUALA PUEDEN EXPLOTAR TAMBIÉN: CDHEG.— El presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Guerrero (CDHEG), Ramón Navarrete Magdaleno, destacó algo que es bien conocido, que los penales de Chilpancingo e Iguala viven una situación muy semejante a la de Las Cruces de Acapulco, con sobrepoblación, hacinamiento y la presencia de grupos fuertes que imponen el autogobierno, por lo que pueden ocurrir hechos de violencia como los recientes en aquella cárcel.
En la mayoría de la penales del estado, por no decir que en todos, los problemas se repiten en forma muy semejante, ya que se mantiene un ambiente y un estilo de funcionamiento que es ampliamente conocido, sin que se vea la posibilidad real de imponer los cambios necesarios, donde las autoridades carcelarias y los custodios sean los que marquen las reglas de la convivencia al interior de esos lugares, porque también hay mucha contaminación entre los cuadros directivos, a los que se mantienen en esos lugares porque no hay condiciones para hacer otro tipo de manejo carcelario o de control real al interior de los reclusorios.
Una de las condiciones que plantea Navarrete Magdaleno es que debe bajarse la presión que existe en el interior de las cárceles, por la revoltura que se mantiene entre reos del fuero común y los federales que son integrantes en su mayoría de la delincuencia organizada.
Todos esos deberían estar separados, porque de continuar en las condiciones actuales los problemas seguirán presentándose, ya que los reos federales siempre imponen su fuerza, explotan a los demás y eso genera que haya más de un grupo y que terminen enfrentándose y dejando muchas víctimas.
Sin embargo, no hay manera de separar a los reos federales, porque no hay cárceles suficientes para ellos, de modo que la solución de ese problema se advierte lejano y complicado.
Lo demás, sólo son buenos deseos, que se desbaratan ente la grave realidad.
CÁRCELES, SON ESCUELAS DE DELINCUENTES: FLOR AÑORVE; APOYA LA PROPUESTA DE MARCO LEYVA.— Realmente entre todos los integrantes de los poderes que conforman el gobierno estatal hay coincidencia en el sentido de que el problema de los penales, por la violencia y malos resultados de rehabilitación, son una característica que no puede negarse y esperar que la situación cambie con medidas paliativas es una posibilidad lejana, ya que no pueden cambiar la situación de esos centros penitenciarios, que sólo sirven para empeorar las malas condiciones en que llegan los reclusos.
Así lo ve la presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, diputada Flor Añorve Ocampo, quien afirmó que las “cárceles siguen siendo las escuelas del crimen”, cuando debería buscarse que “sean los motores que impulsen el cambio en todas las personas que delinquen”, manifestó.
Incluso la legisladora respaldo la propuesta del alcalde Marco Antonio Leyva Mena de que los reclusos trabajen para pagar su manutención en los penales, pues hay la posibilidad de que empresas locales puedan invertir en las cárceles y contratar la mano de obra de los reos, para que sean productivos a pesar de su situación legal.
Insistió en que es una propuesta que puede ser viable, porque el trabajo hace que el tiempo sea más provechoso para los reclusos y funciona como una actividad de reinserción social.
Hasta ahora, la propuesta de Marco Leyva es la que marca un camino de mejoramiento en los penales, a través del trabajo productivo, que deje beneficios a los propios reclusorios y con ello, al estado, además de que los reclusos colaborarían en su sostenimiento y podrían ayudar a sus familias que quedan solas.
En algunos países se aplica una especie de privatización de los penales, que se convierten en centros de producción con los reclusos, lo que necesariamente es mejor que seguir en las condiciones actuales, ya que en los reclusorios mexicanos sólo aumenta la delincuencia y no se genera ninguna o casi ninguna posibilidad de reinserción y rehabilitación social.
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