Alejandro Mendoza

 

El 1 de julio del 2018 se elegirá presidente de la República, 128 senadores (3 por cada una de las 32 entidades federativas y 32 por lista nacional), 500 diputados federales (300 por mayoría simple y 200 de representación proporcional), y treinta elecciones concurrentes de las cuales 9 son de gobernadores (Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán).

En tal contexto una fracción del PRD Nacional, liderada por Los Chuchos y Manceristas propuso un Frente Amplio Democrático (FAD) para el 2018, pues “se espera una elección inédita y altamente competida”.

Independientemente si con este FAD se pretende ir consolidando una posible coalición con el PAN, ante la negativa de AMLO a una posible coalición con el PRD, en esencia estos son los principales argumentos y propuestas que plantea el PRD rumbo a las elecciones del 2018, en la que se perfilan tres grandes tendencias electorales.

Una que impulsa el extremismo y la polarización social y política del país. Otra, la del PRI que representa la continuidad, el statu quo y defienden el modelo de desarrollo neoliberal y sus reformas estructurales. Y la tercera que plantea la construcción de una nueva mayoría política y social, que represente la pluralidad democrática de México, que aspira cambiar de fondo el régimen presidencialista y el actual modelo de desarrollo.

La experiencia de las elecciones presidenciales, la competitividad actual de los partidos políticos y la distribución de las preferencias electorales indican que para el 2018 ningún partido en solitario podrá triunfar. Pero además muestran que las fueras sociales y políticas democráticas y progresistas están dispersas.

El PRD, históricamente ha sido un instrumento político al servicio de la gente, es una fuerza plural, cuyo Programa “Otro México es Posible” busca construir un Estado Social y Democrático de Derecho y un nuevo modelo de desarrollo. La experiencia de la elección del 2017 afirma que somos una fuerza política determinante que tiene la posibilidad y la oportunidad de inclinar la balanza de los resultados electorales del 2018.

Para hacer posible esa unidad para el cambio democrático, el PRD propone la construcción de un Frente Amplio Democrático (FAD) donde quepan todos los ciudadanos que se identifiquen con la lucha por las causas ciudadanas, para revertir los abusos de la autoridad, la impunidad y sobre todo la pobreza que padece la mayoría de la población.

Un Frente Amplio Democrático que de modo incluyente le proponga a la nación una agenda común, progresista, democrática y liberal. Un Frente que acuerde una coalición electoral ganadora y un gobierno de coalición que actuará con una nueva forma de hacer política. Este gobierno de coalición se constituirá en el vehículo para llevar a buen puerto la transición democrática y poner en marcha un nuevo Programa de desarrollo nacional y la democratización del régimen político para la prosperidad económica y el bienestar de todos y todas.

Propone deliberar con libertad y respeto para generar consensos que articulen un Frente Amplio Democrático en donde coincidan las más amplias posiciones políticas que estén de acuerdo en darle una salida democrática a la crisis, e impulsar cambios para superar en el corto y mediano plazos al modelo neoliberal y su corrupto sistema político presidencialista.

Conscientes de la envergadura del cambio democrático que requiere nuestro país, es necesario que el FAD tenga viabilidad organizativa, gane la confianza ciudadana y la credibilidad de los distintos colectivos e individualidades que lo conformarán. El FAD no constituye un llamado para un partido en particular, para que pueda cumplir con sus propósitos debe unificar al máximo de las oposiciones para ganar las elecciones del 2018. En consecuencia es indispensable que este Frente sea encabezado por quien esté en mejores condiciones de representar su propuesta programática.

El Frente Amplio Democrático (FAD) podría evitar que se dé un resultado cerrado, de uno o dos puntos de diferencia, entre los candidatos presidenciales, lo cual generaría confrontación, lucha en tribunales y muy probablemente no habría estabilidad en el próximo gobierno. El FAD podría evitar los efectos del fraude electoral y la posibilidad de un conflicto poselectoral que ponga en riesgo la gobernabilidad de la nación. Por lo tanto, el FAD con un programa alternativo de país deberá procurar el consenso ciudadano y el apoyo de un amplio sector de los electores para ganar con una incuestionable ventaja la Presidencia de la República.

El PRD considera que el competidor a vencer es la coalición de partidos que se proponga la continuidad del modelo neoliberal y del caduco régimen presidencial, por lo que el competidor principal a vencer es el PRI y sus aliados estratégicos.

Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz.

almepa10@yahoo.com.mx