Por Felipe Victoria Zepeda

 

¿Cuadrar el círculo redondito?

 

Dice el escritor Andrés Campuzano Baylón que es el cuento de nunca acabar.

Platícoles del miedo que se respira en Acapulco: En la administración de Zeferino Torreblanca Galindo, de 1999 a 2002, el locutor José Fernando Rodríguez Trujillo se convirtió en sheriff, los uniformados recibieron dosis de disciplina, pero la reina de las baquetas y un temible caudillo de comerciantes irregulares sembraron ideas sindicalistas a los gendarmes provocando desorden.

Por querer aplacarlos se quejaron contra Rodríguez Trujillo acusándolo de aplicar la “ley del garrote” y Torreblanca Galindo lo relevó con una ex MP del DF, María de los Ángeles Nava, y al final del trienio y por tan solo tres meses puso al mando al General Leonel Villalobos Chávez y enderezó la Secretaría de Seguridad Pública.

Con Alberto López Rosas la función policiaca estuvo a cargo del Teniente Valenzuela, que supo llevar el comando sin contratiempos; en diciembre de 2005 llegó a Palacio de Papagayo el ídolo de la raza y polifacético Félix Salgado Macedonio: la seguridad pública municipal comenzó a andar de cabeza por el desfile de jefazos de la policía que de pronto se vio infiltrada y dominada por las mañas de narcomenudistas.

Para la historia quedó el incidente de La Garita, un viernes 27 de enero de 2006, cuando la policía municipal emboscó a sicarios de ‘El Chapo’ Guzmán y el jefe policiaco Genaro García Jaimes se desapareció, renunciando al cargo sobre una servilleta de papel.

De la media docena de jefazos que hubo nadie pudo con el paquete, porque el mando real lo ocupó un segundo de a bordo que medio atemperaba a las mañas que se apoderaron de Acapulco.

En enero de 2009 regresó por elección popular el doctor Manuel Añorve Baños a la Presidencia Municipal. El General Héctor Paulino Vargas no pudo con el paquete ni sus relevos; la policía municipal ya obedecía a las mañas que ampliaron su giro a las extorsiones.

En octubre de 2012 la coalición de partidos de izquierda le ganó la alcaldía a PRI con Luis Walton Aburto, pero le dejaron incrustado un  contralmirante de la Marina que salió huyendo cuando comerciantes casi lo linchan por interrumpirles una peregrinación guadalupana.

La presión de la federación por cesar a viejos policías que no daban el nuevo perfil para acreditarlos y certificarlos fue enorme, pero no dieron el presupuesto necesario para indemnizarlos.

Se amotinó la tropa poniéndose en paro y provocó la remoción de titulares de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil. Curiosamente durante casi un año que Acapulco no tuvo policías municipales en las calles, los índices delictivos y hasta los accidentes viales disminuyeron considerablemente.

No pudieron deshacerse de malos elementos ni reclutar nuevos con más preparación escolar. Llegaron al extremo de que su abogado Lemus Beltrán fue asesinado y mientras las gavillas de extorsionadores crecieron.

El famoso litigante Luis Uruñela Fey se la llevó de a muertito unos meses como alcalde interino y el perredista Evodio Velázquez Aguirre evadió prometer que mejoraría la seguridad frenando las extorsiones.

Para enero de 2016, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, estaba furioso con  el ayuntamiento porteño y recriminó que tuvieran funcionarios “apócrifos” al mando de la policía, comenzó el carrusel de jefes que tampoco han dado pie con bola y tan solo simulan y disimulan, empeorando la sicosis acapulqueña que no es imaginaria.

El mal sigue enraizado en la corporación que controlan y manipulan los viejos mandos intermedios, ahora peligrosamente amafiados.

Aunque hasta septiembre abrirán el periodo oficial para poder hablar en firme de ‘aspirancias’ a candidaturas de los partidos registrados, el pueblo ya los menciona: como a Julieta Fernández Márquez, Fermín Alvarado Arroyo, Ernesto Rodríguez Escalona, César Flores Maldonado y Ricardo Taja por el PRI.

En el PRD hay suponen que Evodio Velázquez intente reelegirse, o le “traspase” el changarro a su aliado Rubén Figueroa Smutny, si es que lo aceptan de externo; pero más temen que desde la cúpula amarilla impongan a Beatriz Mojica, ya que el próximo presidente del partido pudiera ser Juan Zepeda Hernández y no la amazona guerrerense, aunque de antemano esperan que brinquen al escenario David Jiménez Rumbo y el diputado del MC naranja Ricardo Mejía Berdeja.

Hay exalcaldes con ganas de volver a ser presidentes. Félix Salgado Macedonio aseveró esperarse a la gubernatura en 2021; Alberto López Rosas y Ramón Almonte quieren “amorenarse” y a Zeferino Torreblanca le quedaría jugársela por el PAN y si no su camarada Gloria Sierra, o de plano irse por la vía independiente, como el empresario Jacko Badillo Escamilla, que en esa modalidad les lleva mucho trecho convenciendo a la gente y es quien sí conoce profesionalmente de dar seguridad.

La vida nos da sorpresas y por sabido se calla que hay por ahí dos o tres personajes muy “tapaditos”, pero no hay que mencionar todavía sus nombres.

Se antoja que tantos que la quieren, preparen cada uno su plan maestro para revertir la inseguridad pública y nos expliquen satisfactoriamente con quiénes y en cuánto tiempo pondrían en orden las cosas.

No queremos más promesas fantasiosas, ni ocurrencias peregrinas inviables, sino acciones lógicas, posibles y eficaces a corto plazo para romper el círculo vicioso. El cuento de nunca acabar.