Tlacoachistlahuaca

 

Por Chanssonier

 

Mediante el decreto número 22, de fecha 11 de mayo del 1872, el gobernador del estado, en ese entonces, general Francisco O. Arce, dio vida al nuevo municipio de Tlacoachistlahuaca; para el caso se tuvieron que tomar partes de las tierras de Ometepec y Xochistlahuaca, de los que salió en su totalidad; teniendo una extensión territorial de 450 kilómetros cuadrados, quedando dentro de él 29 comunidades.

La palabra Tlacoachistlahuaca es de origen náhuatl, traduciéndose al español como Tlacoachis en la Loma o en la Llanura, de acuerdo con don Antonio Peñafiel, experto en toponimia. En la actualidad la mayor parte de su población sigue siendo náhuatl o amuzga, hablándose ambas lenguas de manera común, al igual que el español, que es la oficial.

Las tierras en donde está asentada esta municipalidad, formaron parte de la provincia de Ayacaxtla, la que tributaba al imperio azteca. En 1522 el capitán Pedro de Alvarado, enviado por Hernán Cortés, sometió a los indígenas acaudillados por el jerarca de Tultepec. Años más tarde frailes de la orden de los agustinos evangelizaron lo que hoy se conoce como Costa Chica. Así los vecinos de Tlacoachis fueron convertidos al catolicismo de esos tiempos.

Establecido por la corona española el sistema de encomiendas, la de este lugar quedó en manos de Hernando de Ávila, como también la de los demás pueblos de la región amuzga. Creadas las alcaldías quedó sujeta a la mayor de Igualapa, dentro de la provincia de Xalapa, que sustituyó a la indígena de Ayacaxtla, aunque aquél nombre no duró mucho tiempo, volviéndosele a llamar con su antigua denominación.

Diversas enfermedades que trajeron consigo los españoles, desconocidas antes en estas tierras, diezmaron considerablemente a la población indígena, siendo sustituida en las tareas del campo por negros traídos de África, principalmente de Guinea y Bantú. Los primeros trajeron en el barco que los conducía a su nuevo destino, una serie de plantas; se trataba de vástagos de plátano que enseguida sembraron, desarrollándose maravillosamente. Para no olvidar su origen le dieron el nombre de plátano guineo, como es conocido hasta la fecha.

Cancelado el sistema de alcaldías, andando el siglo XVIII hubo una transformación política creándose las intendencias, quedando Tlacoachistlahuaca dentro de la de Puebla.

El “Grito” de Independencia se escuchó con claridad en la Costa Chica; en Tlacoachis se levantó en armas el mestizo (negro e indígena), Juan del Carmen, quien mostró una bravura particular en la lucha armada. Según su biógrafo don Epigmenio López Barroso, era un hombre de elevada estatura y recia musculatura, cuya presencia imponía a sus enemigos.

Debido a su temeridad el general Vicente Guerrero lo hizo su segundo, muriendo valientemente en el sitio de Xonacatepec, para que su jefe pudiera continuar la lucha por la libertad de la Nueva España. Hace algunos años vecinos de Tlacoachis acordaron levantarle un pequeño monumento, en donde colocaron un busto con su efigie, donde anualmente le rinden homenaje por su muerte ocurrida en 1817. Desde el arribo del general Arce al gobierno estatal, un grupo de vecinos encabezados por el señor Luis Salmerón, efectuaron una serie de peticiones con el propósito de crear un nuevo municipio, cuya cabecera sería el pueblo de Tlacoachistlahuaca, lo cual lograron en 1872, como lo expresamos al principio de este libelo. Este lugar fue cuna del notable educador Amado González Dávila, los compositores de chilenas Donaciano Lanche y Galdino de Jesús, así como del revolucionario Vicente O. Salmerón.