* Policía de Guerrero, de las mejor pagadas

* La insensibilidad del General Almazán

* Astudillo invoca al respeto y disciplina

 

Jorge VALDEZ REYCEN

 

El gobernador Héctor Astudillo Flores ha tenido que salir a enderezar entuertos y pifias de sus colaboradores, con prestancia y argumentos, pero en esa ruta se han descubierto toda suerte de ineficiencias, incompetencias y hasta pereza de quienes debieran hacer su trabajo con eficacia.

Esa es la percepción de la sociedad ante escasos resultados de algunos miembros de un gabinete que entre sus funciones sustantivas está responderle a un gobernante que tiene en claro su objetivo de gobernar sin crispaciones, ni estridencias.

Desafortunadamente se dan situaciones que pudieron evitarse, como es el caso del Fiscal General del Estado, Xavier Olea Peláez, quien sin oficio ni tacto político cometió un serio problema al acusar al exprocurador de Justicia, Alberto López Rosas, de actos presuntamente ligados a la comisión de un delito y después de un litigio éste ganó y se tuvo que enmendar el conflicto con el pago de una suma no revelada de dinero y las disculpas públicas del Fiscal Olea a la parte ofendida.

Esto se pudo evitar, pero no fue así. El gobernador Astudillo intervino para zanjar el conflicto y ofrecer sus mejores oficios para que ese ríspido episodio quedara en lo anecdótico.

Apenas se sale de una y estalla otra.

El general Pedro Almazán Cervantes, secretario de Seguridad Pública, pudo evitar el estallido del paro de elementos de la Policía del Estado, mediante la apertura de canales de comunicación, negociación y entendimiento con sus subalternos. La formación militar del ahora jefe policiaco pesó más que el oficio político, aun cuando éste arguya un concepto de lealtad, disciplina y honor a quienes no tienen la misma formación castrense.

¿Pero entonces los colaboradores del general Almazán no le asesoraron? La pregunta se quedó en el aire y evidentemente es negativa la respuesta. Por la simple y sencilla razón de que no tiene esa formación. A él le enseñaron a respetar el cumplimiento de las órdenes, sin pretextos ni quejas. Con disciplina y lealtad, punto. Y así quiere que se maneje la SSP.

En este contexto, no son pocas las voces que se levantan para ofrecer algunas alternativas de solución, como es devolver el mando a un civil y darle a la SSP un perfil policial, no paramilitar. Empero, en el contexto nacional de una mayor coordinación entre SEDENA, Marina-Armada de México, Policía Federal, Gendarmería y Policía Estatal es que se tomó la decisión de designar a un militar en ese cargo. Y así sucede desde hace más de un lustro.

El último civil que ocupó la SSP fue el abogado Ramón Almonte Borja y su paso fue de no buenos recuerdos.

El general Almazán ha logrado colocar a la Policía Estatal como una de las mejor pagadas a nivel nacional, como lo confirmó el gobernador Astudillo en declaraciones a periodistas. Sí, pero ha quedado a deber en cuanto a su forma de hacer las cosas con sensibilidad de que está al frente de una fuerza civil uniformada con certificación policial, no militar. Y en ese trance le han faltado asesores o no escucha a nadie y él tiene siempre la razón.

Los policías han sido apapachados, dotados de armamento, vehículos, créditos de vivienda, capacitación y certificación, salarios y estímulos, pero no están exentos de ser manipulados y utilizados para crear tenebra y grilla. Y para contrarrestar los efectos de estos dos ingredientes, le hacen falta al general malicia y viveza de operadores que sean líderes, y en esto último parece que le van ganando.

Astudillo sabe que en el gabinete hay insuficiencias, pero aún no son graves para que trastoquen su labor de gobierno. La operatividad del gobernador ha quedado demostrada, una vez más con dos ejemplos muy nítidos. El desgaste es extenuante para él y se refleja en la percepción de la sociedad sobre un gabinete de mucho ruido y pocas nueces.

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.