Isidro Bautista
Si realmente se tiene el deseo de no politizar el caso de la detención de los policías municipales de Zihuatanejo, se habría, por lo menos, de esperar al hecho de que el juez determine su situación jurídica.
Habría que observar simplemente, pues, a la autoridad jurisdiccional, en cosa de horas, si los vincula a proceso o si los pone en libertad.
Lo que ocurra podría ser pinole para hablar, y más porque ya en junio comenzarán los procesos electorales, tanto federal como local.
Los partidos, principalmente PRD y PRI en lo que toca a esta entidad federativa, se van a dar con todo. Guerrero es como el último bastión que le queda al PRD, y no se tocará el corazón en su propósito de tumbar al que se le cruce en el camino para volver a ser gobierno.
Y en efecto, el PRD se salvó de un golpe mediático. Pareciera que el gobierno federal reconsideró la acción realizada el martes 16 de este mes en Zihuatanejo con la detención de los policías. Pudo haberse llevado entre las patas hasta a su presidente municipal en el mismísimo operativo.
¿El cargo? Pues es lo de menos. Lo más lógico sería pensar en que si el señor alcalde nunca supo cómo estaba la corporación a su mando, o como se dice vulgarmente, pensar en que si se habrá hecho de la vista gorda.
Sesenta y tantos policías y su alcalde, del PRD, detenidos presuntamente por delincuencia organizada… golpiza que hubiera repercutido hasta en el Estado de México, que tiene elecciones a la vuelta de la esquina.
De inmediato hubiera llegado a la memoria la ciudad de Iguala, con un alcalde, también del PRD, que junto con su esposa estaba al frente del crimen organizado.
Recuérdese que a las poquísimas horas de lo sucedido a los normalistas de Ayotzinapa, los primeros en ser detenidos entonces por la Procuraduría General de Justicia del estado de Guerrero, a cargo de Iñaki Blanco Cabrera, fueron precisamente policías municipales, que estaban al servicio de la delincuencia, y surgió la pregunta: ¿no lo sabía el presidente? Sabía hasta demás.
Y vaya si no fue un golpe que el PRD nunca olvidará, que en cierto grado, repercutió en la elección que hubo posteriormente de gobernador.
Pareciera que esta vez lo recibió como un simple calambre, una simple advertencia hecha al PRD, con el caso de Zihuatanejo.
Le regresaron la pedrada que su dirigencia nacional tiró en Guerrero, después del asesinato de Demetrio Saldívar, su secretario general, con la exigencia de que se nombrara a un comisionado de seguridad, en su afán de desgastar la imagen de Héctor Astudillo como gobernador, naturalmente, con fines políticos o electorales, cuando a éste nunca se le ha visto cruzado de brazos ante el lastre de la violencia, la cual, desde luego, no se acabará poniendo a otro en su lugar, pues ya lo antecedieron en el cargo Ángel Aguirre y Rogelio Ortega, sin que pudieran haber frenado o terminado ese problema, y que por el contrario, empeoró, con las consecuencias ampliamente conocidas.
Por lo pronto, habrá que esperar la decisión del juez. Ya fueron liberados unos 40 policías. Quedan en prisión veinte, entre los que se encuentra uno de sobrenombre El Cadete y tres más que, según, tenían a sus órdenes a toda esa corporación para el servicio del crimen organizado de aquel lugar.
Sin embargo, hasta donde se ha informado públicamente, los policías pueden alegar violación a sus derechos humanos, particularmente a la legalidad, a la seguridad jurídica y a la presunción de inocencia.
Todavía no se ha acreditado ni lo uno ni lo otro. Se supone que algún cargo o algunos cargos tienen que determinarse, para no salir con el hecho de que “ustedes disculpen”, y que por el otro lado, al PRD no le digan que no escupa para arriba.
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