Narcoteleseries, filón de oro
Por Felipe Victoria
Las poderosas cadenas de televisión mexicana abierta, tuvieron que aceptar caer en crisis financiera y optaron por recortar de su programación a personajes muy aclientelados con bastante rating.
A muy pocos sí les pagan deveras, en vez de enmarañarlos en venderles tiempo de transmisión y meterse a producir y comercializar, lo que implica un enorme trabajo adicional a crear y salir a cuadro informando, entreteniendo y divirtiendo a la teleaudiencia.
Las magnates son monstruos donde en apariencia trabajan centenares o disque miles de personas, pero la verdad es que son multitud de empresas menores que salen al aire bajo una enorme marca comercial colectiva, pero cada una se rasca con sus uñas alquilando equipo, foros y rentando tiempos.
Los de arriba se paran el cuello pero no financian ni le fían a nadie, aunque tienen empleados administrativos y elencos en exclusiva por miserias que aceptan actrices y actores ya que no siempre hay llamados.
Muchas veces pierden buenas oportunidades porque están como esclavizados a la marca; los de la cadena más antigua no permiten que sus vasallos aparezcan en canales de la competencia y viceversa, tal como sucede a las estrellas del canto, música y comediantes o cronistas deportivos.
Cuando eran monopolistas absolutos ni quien se les pusiera enfrente, pero comenzaron a operar canales de paga y obviamente quienes contrataron el sistema no iban a estar pagando de balde, así que decidieron desquitar su renta y se aficionaron a mirar otros canales, con mayor diversidad y películas de verdadero estreno, no refritos de hace décadas.
Como quien dice, el rating bajó y perdieron clientela publicitaria; los anunciantes encontraron opciones menos costosas con los canales de paga y de hecho, como fuerte conservaron los grandes noticiarios tradicionales y las telenovelitas color de rosa para las amas de casa, además del futbol y la fiesta taurina.
En México desde 1994 llegó la inquietud de probar con telenovelas interactivas de índole política policiaca, carísimas de producción y limitadas por la censura previa de aquel entonces.
No fue ocurrencia original de aquí, sino copiada de Radio Caracol y Fox en Colombia que hacía sus pinitos con tramas novelizadas, basadas en hechos reales del narcotráfico centro y sudamericano.
La cadena del centro por la Ciudadela DF no se arriesgó, pero la del Sur por el Ajusco le entró al toro, aunque cubriéndose al crear una empresa productora independiente que comercializaría sus realizaciones en tiempos de trasmisión comprados.
De hecho es cuestión de cambiarse dinero de un bolsillo a otro pero con ventajas fiscales y laborales, el chiste es que funcionó el invento y de maravilla.
“Nada Personal” se llamó esa pionera azteca, que originalmente fue una novelita comprada en miserias por el audaz director de un gran periódico de izquierda, que tenía inquietud por producir telenovelas de ese corte con Epigmenio Ibarra y Pedro Miguel.
Argumento y trama original fueron extendidas, modificadas y adaptadas para capítulos en televisión, lo más cercanos a lo que iba sucediendo en el país en 1994, cuando a un ficticio procurador en vías de ascender en política lo asesinan y aprovechan lo dicho por Mario Ruiz Massieu, respecto a que los demonios se soltaron en el partidote oficial cuando en el mismo año asesinaron a dos personajes que pudieron haber llegado a presidentes…
Con un solo capítulo cautivó a la teleaudiencia, los personajes centrales fueron un valiente reportero y la hermosa hija del político victimado; como villano perverso el jefazo de la policía judicial federal ficticia y una temible dama de hierro procurando “injusticia” y manipulando las averiguaciones, en ese mundillo virtual e irreal, pero demasiado cercano a la tragedia verídica que en México se vivía.
Al éxito comercial le siguió “Demasiado Corazón” como continuación, por cierto grabada en locaciones por Pie de la Cuesta en Acapulco.
Pronto en el zedillato les cayó el veinte de prohibir temas así para la televisión y fue mucho después que la otra enorme cadena se lanzó con “El Pantera”, cuando AMLO era Jefe de Gobierno y les dio apoyo y facilidades para la producción.
Mientras tanto la calidad colombiana creció produciendo una tras otra narcoteleserie exitosa y los comerciantes clandestinos de estupefacientes encontraron otra fabulosa manera de lavar sus dólares sin problemas.
Los “sapos y los narcos” quisieron hacerse famosos para vanagloriarse de tener compradas y coludidas a las autoridades, conquistando el aplauso de la teleaudiencia internacional que admira quienes se enriquecen…
Se les agotaron los temas en Colombia y decidieron entrarle a la vida del narco más fregón que allá tuvieron: Pablo Escobar Gaviria
Con el cambio de sexenios las productoras recuperaron su libertad de creación y expresión fílmica, pero les marcaron límites y se asociaron con productoras norteamericanas, para explotar las andanzas de un sinaloense que se volvió más famoso que Pablo. Escobar y tuvo su lugar de veraneo en Acapulco, mientras sus primos controlaban las drogas directamente hasta diciembre de 2009 en Guerrero, Morelos y el Estado de México…
Ya estrenaron algunas series y pronto aparecerá otra mayor, pero con el explosivo ingrediente de que productoras deshonestas y pichicatas plagiaron novelitas de mexicanos que no han recibido regalías ni autorización expresa del Chapo Guzmán…