Alejandro Mendoza

 

Desde luego que es necesario dignificar todas las áreas de la sociedad. Y aunque resalta la práctica corrupta de gobernantes y políticos, lo cierto es que tal mal prevalece en todas los sectores de la comunidad.

Y es que la cultura de la corrupción ha echado raíces en la mayoría de los seres humanos, resultado de la tabla de valores distorsionados que impera en la sociedad.

En la actualidad sobresale el pensamiento del enriquecimiento rápido y la buena vida. La gente tiene la idea de que el éxito de una persona se mide en función de la cantidad de dinero que se tenga, que tipo de carro se tiene, que casa se tiene, cuantos bienes inmuebles y propiedades se tienen.

Es en esta mentalidad, en donde la corrupción encuentra su caldo de cultivo, el cual se nutre aún más con la pobreza y marginación de la que muchas personas quieren salir y son capaces de hacer cualquier cosa o pagar cualquier precio para tal fin.

Ninguna área de la sociedad queda exenta de tal escenario. La corrupción se extiende con tanta facilidad porque es parte de una red de complicidades.

La impunidad de la que gozan los corruptores les da confianza de tener una protección para llevar a cabo su actividad.

En tal sentido, en todos los sectores productivos, la corrupción ha provocado severos daños y ha detenido el verdadero desarrollo integral de la comunidad.

En lo social, en lo económico, en lo político, en lo cultural, en lo religioso, en todas las áreas y actividades de las personas, está el riesgo latente del cáncer de la corrupción.

La información pública que se ha conocido sobre este tema, da cuenta de la gravedad prevaleciente en la actualidad.

Por eso se hace necesario que la mentalidad de las personas pueda ser renovada, de lo contrario, no se podrá hacer gran cosa para avanzar hacia un verdadero cambio. Todas las personas son susceptibles a tentaciones corruptibles. El general Álvaro Obregón lo resumió de esta manera: “¿quién se resiste a un cañonazo de cincuenta mil pesos?”

La naturaleza del ser humano es proclive a los beneficios de las conductas corruptas, por eso en lugar de avanzar a un escenario ideal de prácticas honestas, morales y éticas, se tiene la sensación de que las cosas empeoran cada día en todos lados.

Lo cierto es que desde el seno de las familias la corrupción comienza a dar sus primeros frutos, en la escuela, en las relaciones vecinales, en las relaciones familiares, en las actividades laborales, y es así conforme se avanza en las responsabilidades de mayor peso hasta llegar a la responsabilidad de gobernar, legislar y administrar la justicia.

La corrupción ha penetrado los partidos políticos, las asociaciones ciudadanas, el magisterio, los medios de comunicación, las religiones, la iniciativa privada, el deporte y la cultura. La corrupción ha echado raíces en los gobiernos federal, estatales y municipales; de igual manera, la corrupción ha llegado a cualquier responsabilidad por menor que ésta sea.

Se puede asegurar que la corrupción en sí comienza en el interior de cada persona. Y lo que ocurre en el exterior es resultado del interior corrompido de cada individuo. Por eso el gran reto radica en que cada quien pueda tener el valor, la fuerza y el deseo vehemente de resistirse a ser, primero víctima de la corrupción, y después, a convertirse en corruptor de los demás.

Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría, y sea feliz.

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