* ¿Por qué se fue del PRD Ríos Piter?

* “Los Chuchos” lo frenaron en todo

* Se desgrana la mazorca del sol azteca

 

Jorge VALDEZ REYCEN

 

Aspiró a ser candidato a la gubernatura y no lo dejaron. Guardó silencio. Luego quiso ser presidente del Comité Nacional, lo frenaron por un “externo”. Dejó de pagar sus cuotas. Y cuando le dijeron que no podría ser Jefe de Gobierno del Distrito Federal, entonces les aventó la renuncia y tronó contra “Los Chuchos”.

Esa es la historia de Armando Ríos Piter en el PRD, en su tránsito como Senador de la República, al lado de Luis Miguel Barbosa, su único aliado visible, que le aconsejaba prudencia, paciencia, serenidad y disciplina. Ya no aguantó a “los comerciantes del dinero público”, como llamó sin decir sus nombres a los que frenaron y obstaculizaron sus aspiraciones personales.

¿Por qué no decirlo, abiertamente? Total, el rompimiento era inminente, inevitable, con los jerarcas del PRD reales, Jesús Ortega y Jesús Zambrano, los que han impuesto a Alejandra Barrales y a Beatriz Mojica Morga en los cargos directivos del sol azteca.

“El Jaguar” de ojos verdes ya no aguantó ser el plato de segunda mesa, el “apestadito”, el “misógino” y rebelde.

Su dimisión, junto con otros diez senadores del PRD, contribuyó a la peor de las crisis internas que enfrenta ese instituto político, por más que se trate de ocultar o minimizar, su efecto tendrá consecuencias directas entre su militancia y seguidores. Y es que “algo” serio está pasando dentro del PRD, que es como una mazorca desgranada, un cascarón.

Lo que diga con su renuncia Ríos Piter es resultado de la frustración, amargura y resentimiento, por donde se lea. Es el fracaso de una meteórica y ascendente carrera que inició en el PRI, luego en el PAN y concluye en un epílogo de hartazgo, malhumor y rabia contenida en el PRD. Declararse independiente, es, como lo decía Don Reemberto Valdez Ortega: quedar mostrenco. Y en política ese “estatus” es equivalente a perderse en el limbo, sin ancla, ni brújula, ni destino. Está en la incertidumbre.

“Los Chuchos” tienen la sartén por el mango. Está comprobado, una, dos y decenas de veces. Representan el poder de un partido de izquierda pendular, a conveniencia de la cúpula. Es mentira que la base militante decida. En ningún partido, para acabar pronto. Ellos son el partido, en ellos se deposita el poder; ellos lo administran y son ellos los que mandan. Punto.

Ríos Piter no puede decirse engañado, porque sabía las condiciones y reglas del juego al que se prestaba, cuando fue postulado a cargos de elección popular. Supo que formaría parte de un establo, donde la caballada era maiceada por “Los Chuchos” –permítame el lector acudir a una de las citas más folclóricas e ilustrativas de la historia política— y sólo ellos dejarían engordar o enflacar a su jamelgo favorito (a) .

Iluso, el senador “Jaguar”, de pensar que su voluntarismo, imagen, “feeling” o “look” estarían supliendo las artes y oficios de la lealtad, disciplina, prudencia, obediencia a sus líderes y cumplimiento de sus obligaciones estatutarias partidistas. Se los pasó por debajo del arco del triunfo. Y eso tiene sus consecuencias.

Andaba promoviendo un “muro humano” en la frontera norte, cuando otra era su agenda inmediata.

El peor dislate, que sorprendió a los reporteros, fue decirles que  sería “el David contra Galiat” en la sucesión del 2018. ¡Vaya disparate! ¿Con qué…so las quesadillas?

Y es aquí donde la seriedad, el oficio político, la reciedumbre de una formación sólida, tuvo que jugar el mejor papel de su vida, antes que sus frases cargadas de ironía, iracundia, con fuerte dosis de bilis. ¿Dónde quedó lo cerebral, la pausa, el silencio ante el poder oprobioso de los jefes de la otra mafia del poder?

Está verde ese Jaguar, en todo… ¡¡hasta de coraje!!

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.