Ecos de La Garita

 

Por Felipe Victoria Zepeda

 

Se cumplieron once años de aquel trágico incidente mayor en Acapulco, cuando a la voraz policía “inmundicipal” se le ocurrió orquestarle una emboscada al convoy “arreglado” de narcosicarios para tumbarles “merca” y muchos dólares.

El punto elegido para darles el ”topón” fue el cruce de Avenida Farallón y la Cuauhtémoc, frente a un templo y a las oficinas de Finanzas, por ahí de las 14:30 horas, donde según informes de “inteligencia” de un marino indiscreto pasarían por el lugar los narcos.

De sobra conocía el entonces secretario de Seguridad Pública municipal, Genaro García Jaimes, que no debían meterse en andanzas relacionadas con el tráfico de drogas porque era un área reservada a corporaciones federales que tenían pactos con las mañas.

La torpeza de los elementos municipales ocasionó una tragedia, no tenían experiencia de enfrentar a narcos antes y a la mera hora el miedo les ganó, acribillando a los maleantes, que confiadamente circulaban por la ruta y hora previamente convenida para que ni la federal preventiva entonces de Medina Mora, ni la AFI de Genaro García Luna, o la Judicial Federal entorpecieran el traslado, en que el líder alegaba ser comandante de la AFI, pero por toda respuesta le lanzaron una granada y comenzó el tiroteo unilateral.

Cinco días antes, a la salida del penal de Las Cruces habían asesinado a los que salían de visitar un preso poderoso, patrulleros de Tránsito y la Preventiva iniciaron la persecución de maleantes hasta el rumbo de Petaquillas, pero las demás corporaciones en vez de darles apoyo los dejaron solitos, provocando la furia del entonces alcalde, que vociferó no tenerle miedo a los narcomenudistas, pero en cambio el entonces gobernador declaró que contra esos no tenía con qué combatirlos, ni podía, ni quería.

Aquel viernes 27 de enero de 2006 estuvo de visita el secretario de Seguridad Pública Federal para hacer entrega de patrullas y armamento  en el Centro de Convenciones. Por la mañana, en el Hotel Elcano, el alcalde ofreció un desayuno a “la prensa” donde declaró que contra el narcomenudeo aplicaría la “fuerza letal”.

Horas después de ese pronunciamiento temerario, demostró que sí sería así y tras la emboscada policial a narcos, Acapulco vivió horas de terror y absoluto descontrol. Prontamente el jefazo de la policía renunció sobre una servilleta de papel y se escapó, pero como los foto reporteros acostumbran andar dondequiera o algunos estaban enterados de antemano, ahí estaban esquivando balazos y presenciando el operativo.

Se percataron del manoseo y robo a heridos y muertos y que se llevaban un maletín, según, con más de un millón de dólares, a las oficinas centrales policiacas en la Colonia Progreso.

¿De dónde sabían el monto aproximado? No olvidemos que las mañas tienen aliados dentro de las tropas de comunicadores, o de individuos que se hacen pasar por reporteros o se infiltran.

Fue noticia que corrió como reguero de pólvora y trascendió fronteras, a partir de entonces la relativa paz y seguridad acapulqueña pasó a mejor vida y las amenazas mortales contra el alcalde porteño no cesaron un solo día.

‘El Chapo’ Guzmán y sus primos los Beltrán, profundamente dolidos y lastimados, planearon su venganza para castigar policías por no respetar tratos; pronto amanecieron las cabezas de policías que intervinieron en la emboscada colgadas de la barda de las oficinas de Finanzas, frente a donde fue el “garitazo”.

Se dio un parteaguas en la simbiosis perversa entre narcos y agentes de la ley cuyas vidas antes respetaban mutuamente.

La nueva moda comenzó a repetirse en Uruapan, Michoacán, cuando en una disco lanzaron varias cabezas a la pista de baile y de ahí pa’l real a matar policías traidores que no se conformaran con sus “ayuditas” para hacerse guajes o avisarles a tiempo de operativos federales.

Acabaron comprando también las policías municipales las mañas y la correlación en todo México se transformó desde antes que Felipe Calderón llegara a Los Pinos, dándole más poder todavía a Genaro García Luna y floreció robusteciéndose el narco en México, aunque con la guerra simulada para justificar millonarios despilfarros en equipar otra nueva versión de Policía Federal.

Así las cosas, Peña Nieto recibió el país hecho un desmadre policiaco en diciembre de 2012 y poco o nada se ha logrado enderezar, salvo que por angas o mangas la DEA capturó y recapturó al famoso y ya legendario ‘Chapo’ Guzmán, que apenas extraditaron para intentar congraciarse con el temible Donald Trump.

El “garitazo” en Acapulco históricamente representa el punto de arranque de la narcoviolencia generalizada e imparable en México.

-¡Tilín, tilín!- Suena la campanita escolar.

-Maestra Pizarrina, ¿hay  donde documentarse bien respecto a los hechos de La Garita en enero de 2006?

-Sí chamacos, hasta en Facebook el reportero José Antonio Sánchez sube lo que hace once años no le quisieron publicar.

-¿El marido de su prima Proculina no escribió un libro sobre eso?

-Ni me lo recuerden, no duró ni una hora exhibiéndose en librerías, en cafeterías, cuando lo retiraron de circulación porque se encanijaron un gobernador y un alcalde.

-¿Cómo se llama?

-“Solo los Muertos tienen Perdón”, lo pueden conseguir por Internet en Amazon Books o en Mercado Libre y lo envían por paquetería.