* “Destrumpeaderos” y necedades
Por Felipe Victoria Zepeda
Les fue mal en Washington a Ildefonso Guajardo y Luis Videgaray porque los chamaquearon en el asunto del muro de la infamia.
Igual se vio mal que mientras los aduladores subalternos del presidente Peña Nieto dilucidaban si debiera ira la cita con Donald Trump o por dignidad abstenerse, el poderoso y caprichoso mandamás yanqui les comió de nuevo el mandado con un simple twitter cancelando él la cita.
Claro que los oficiosos defensores de nuestro atribulado presidente en mala racha salieron en su espontánea defensa, llevándose los reflectores Vicente Fox, que dijo que Trump reculó, y el Peje López Obrador, quien lo creyera pues.
Me duele ver a millones de mexicanos preocupados y angustiados por la nueva versión humana del imaginario “chupacabras” al que una larga temporada se le utilizó para explicar las cosas malas que aisladamente ocurrían en el país.
Desde que el republicano magnate neoyorquino que tuvo célebres fracasos como inversionista en proyectos inmobiliarios dentro de México, se le tuvo por mala persona nociva y caprichosa, pero no pensaban que tuviera motivo para odiar así a todos los mexicanos.
Cuando muchos en los USA y aquí pensaban que tras haber presidido el país más poderoso un hombre de color lo sucedería una dama y, tan solo porque un argentino llegó a ser el supremo pontífice en el Vaticano, se haría el milagro, resulta que la misoginia y la xenofobia ganaron la partida, ayudados por el rechazo de mexicanos que ya no quisieron darle chance a otros pisanos en desgracia que se aventuren a meterse de espaldas mojadas a trabajar por menos dólares.
En fin, que nos guste o no aquí, allá el nuevo presidente es míster Donald Trump, que llegó tumbando caña cumpliendo sus promesas de campaña con tan solo el fundamento de su “artículo cero constitucional”, muy al estilo de aquel inolvidable ingeniero topógrafo Rubén Figueroa Figueroa, que decidía muchas cosas raras “por sus huevos”.
La nueva muralla china con que Trump alucina, según él para evitar que se metan a escondidas más migrantes procedentes del sur americano, es una obsesión hitleriana que raya en lo absurdo, sobre todo porque amenaza con que ese muro lo pagarán de cualquier manera los agraviados mexicanos.
¿Acaso pretenderá embargar Chiapas o las Californias de la península para cobrar?, ¿piensa poner a once millones de condenados a la deportación a construir la magna barda infame tan solo dándoles comida, como los judíos cuando construyeron las pirámides de los faraones en Egipto?
Huele a guerra injusta y a tener que afrontar como sea otra invasión a nuestro país, a menos que nuestro presidente se rinda entregando anticipadamente el poder a quien Donald Trump decida, así sean las fuerzas armadas o ¿acaso al tabasqueño tan insistente que inició la subversión contra Peña Nieto desde el primer día de su mandato?
No es abuso imaginar el que eventualmente se diera otro destierro como el de 1911, cuando mandaron a París, Francia, al dictador Porfirio Díaz, pero claro, ese tipo de similitudes y paralelismos son inverosímiles para quienes no conocen nuestra historia y parecería la trama de una novelita de horror calenturiento.
En ese temerario contexto le anticipo que Trump no necesitaría mandarnos invadir por su marines en un ejercicio bélico que no les llevaría más de una hora; con tan solo sacar a México de la red y nube cibernética, sin un disparo, nos pondría como país fuera de combate paralizándonos.
Al magnate le inquieta que el separatismo ya se declaró en California, no sea que se quisieran unir a donde están sus orígenes latinoamericanos a donde pertenecieron hasta mediados del Siglo XIX; para el neonazista sería más fácil el de plano quitarle México a quienes ahorita lo desgobiernan, lo saquearon y se lo acabaron impunemente.
Si amables lectores, dan ñáñaras en la coliseo pensar que algo tan hipotéticamente novelesco llegara a ocurrir, pero no obsta para que existiera ese peligro.
¿Cuántos de ustedes están preparados para tomar las armas en defensa de nuestra nación y en dado caso lo harían o se resignarían sin dar la batalla por lo menos?
El demonio no es Trump, sino nuestra abulia, desidia y conformismo tolerando que las cosas en México llegaran al temible e incierto estado de cosas en que estamos.
Todos ladrándole como mascotas chihuahueñas a la enorme cruza de San Bernardo, PItbull y Bull Dog, reencarnación de locos como Adolfo Hitler que alucinó a los inteligentes y cultos alemanes.
Round perdido en la contienda estelar, pero hay que hacer como que no pasó nada, mientras Peña Nieto sigue perdiéndose en su laberinto sin salida.
¿Sirve de algo que por fin encarcelaran al ex gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, para que míster Trump no diga que México está conducido por corruptos?, ¿qué esperan para aprehender a Javier Duarte de Ochoa y otros ex gobernadores saqueadores como Rogelio Ortega Martínez?
-¡Tilín-tilín!- Suena la campanita escolar.
-Maestra Pizarrina, ¿por qué tato chisme con lo del tal muro medianero de Trump en la frontera?
-Ujule chamacos, debe haber gato encerrado.
-¿La concesión para su construcción y la compra de tantísimo cemento?
-Así de simple chamacos.