19 en el 17
Por Felipe Victoria Zepeda
Desde 1993 en que comencé a colaborar en la Agencia Lemus del entonces DF, mi columna “El Teléfono Indiscreto” era enviada a unos cuarenta diarios del interior de la República mexicana.
Obviamente debía regionalizarla de acuerdo a los estados a donde sería publicada. Ya era un portento el “modem”, pero cuando no iba a entregar el manuscrito “a máquina” en las calles de Durango, en la Colonia Roma, con Doña Carmen y el gerente Roberto, la transmitía vía el novedoso y caro fax que compré en abonos.
Ese 1993 me llevé la sorpresa que el poderoso diario que dirigía Don José Tomás Rodríguez, en Acapulco, le concedía un sitio preferente al “Teléfono Indiscreto” en sus planas editoriales y no tardó en pedirme hacer una versión exclusiva para el estado de Guerrero, y entonces nacieron las chismosas comadritas costeñas medio albureras, que no dejaban títere con cabeza diciendo de broma las cuestiones serias.
Admito y reconozco la gran influencia que tuvo en mí el singular estilo del amigo Marco Antonio Flota Quijano, padre de “La Grillotina” y argumentista guionista de Chucho Salinas y Héctor Lechuga, que me aconsejaba mesurarme en mis editoriales de índole policiaca en diarios y revistas semanales defeñas; debía yo ofrecer algo diferente y ameno fuera de la capital de México.
Marco Flota alguna vez me aconsejó recurrir al humorismo negro, donde a los personajes aludidos no les queda más que reírse también, en vez de sentirse agraviados y despertar ánimos de venganza, como en la misma Agencia Lemus le pasaba al camarada Rafael Loret de Mola, con quien también coincidí en la temible revista Quehacer Político y el novedoso Diario Tabasco Hoy, México Hoy y El Independiente.
Desde mayo de 1985 debuté en el periodismo comercial con la columna “De Sol a Sol” de la edición meridiana de la OEM y en Ultimas Noticias del Excélsior, luego tuve la columna “Quehacer Legal” en el enorme periódico LA PRENSA, que no faltaba en el cajoncito de los aseadores de calzado y codirigí la revista Cuarto Poder, enfocada a las procuradurías y tribunales de justicia.
Tuve que dejar de ser “funcionario mediano” del DDF para darle mi tiempo completo al periodismo desde el 5 de septiembre de 1985, pero ya andaba participando también en Radio ABC Internacional con mis temas de Justicia y Policía, donde coincidí con Fernando Antonio Lozano Gracia, que hacía un programa de orientación jurídica inmobiliaria y con Jorge Herrera Valenzuela en cuestiones agrarias.
Pronto logré tener mi noticiario “Diario del Aire” gracias a René Carvajal, Enrique Bermúdez (el famoso “Perro” del Arcón W) y Don Emilio Gamboa Martínez, de lunes a viernes al anochecer acompañado por Paty Flores Osuna, cuyo lema fue “escuche hoy lo que leerá mañana en El Sol”; pero me lo tumbaron cuando me atreví a transmitir dos días seguidos la entrevista que hice al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que andaba peleando el registro del PRD en las oficinas del PARM en las calles de Puebla, colonia Roma.
Sí, me di el lujo de aparecer en distintos medios simultáneamente en calidad de free lance y en junio de 1988 gracias a EDAMEX de Don Octavio Colmenares Vargas debuté como novelista, con la obrita que sirvió para esclarecer el asesinato perpetrado contra mi vecino de Lindavista, Manuel Buendía Tellezgirón, cuando el flamante procurador del DF, Ignacio Rey Morales Lechuga, en 1989 la tomó en serio; tras la súper madriza que me dieron en abril de 1988 por andar señalando culpables en varios medios, sin aspirar a la recompensa ofrecida por el presidente Miguel de Lamadrid Hurtado, pero quien humanitariamente accedió gracias a dos amigos generales (Bermúdez y Estrada) para que me operaran en el sanatorio del Estado Mayor Presidencial frente a Los Pinos, salvándome el brazo izquierdo.
Desde entonces creo que la muerte y la aventura se hicieron mis fieles y queridas compañeras en mis andanzas periodísticas y nunca se me apartan, con ellas no hay divorcio.
No llevo la cuenta exacta de miles de artículos publicados en varios medios durante ya 32 años; de mis libritos es mucho menor, apenas 36 escritos y unos 28 circulando de algún modo.
En este Sol de Chilpancingo llevo ya más de una década a invitación de Pedro Julio Valdez Vilchis y a mi querido Diario 17 llegué casi de rebote en enero de 1998, molesto por la censura previa en un diario grandotote de la Costera Alemán; me explicó Miguel Ángel Mata en el famoso Bar Chico de las calles de Iglesias y Juárez de sus módicos recursos para poder pagar, pero ofrecieron no mutilarme ni una coma y en ya 19 años no lo han hecho.
Sin embargo, no todo han sido buenos tiempos y hubo que aguantar malas rachas sin tirar la toalla, casi me convierto en figura de museo tras la partida de mi amigo Don Enrique Díaz Clavel, ícono del periodismo en Guerrero.
Pero en fin, hay xenófobos que no entienden aquello que decía Don Alejandro Cervantes Delgado en cuanto a que se es de donde uno la pase, no de donde se nace; que me digan “chilango” no me ofende ni preocupa pues conozco y quiero más que muchos a mi adoptivo Guerrero.