Apoyo de todos para Héctor Astudillo
Felipe Victoria
Reflexionemos en aquello dicho por el dictador Porfirio Díaz: “nunca se está tan bien que no se pueda estar mejor, ni tan mal que no se pudiera estar peor”.
¿Cuánto ha cambiado en Guerrero desde hace un año en que Héctor Antonio Astudillo Flores asumió el mando del estado por un periodo de seis años, a culminar en octubre de 2021?
Hasta donde la mayoría de habitantes de Guerrero consideramos, el balance le resulta favorable; que a los de la oposición resentida, que perdieron las elecciones no les guste estar a favor de nada y sí en contra de todo por sistema, es su problema y su estilo; se gruñen hasta cuando se miran en el espejo.
En la campaña exitosa en la que lo ayudaron Manuel Añorve Baños y René Juárez Cisneros con sus seguidores, se planteó un lema que pegó y sedujo a los votantes: lograr un Guerrero con orden y paz, lo que hacía mucho uno se miraba.
Pero para lograr eso, Astudillo ni trajo consigo una varita prodigiosa y no es mago, sino que se trata de una labor mancomunada donde Guerrero nos necesita de todos y a todos, sin importar filiaciones políticas.
La entidad tiene enormes problemas a los que no se atendió a tiempo ni debidamente, se fueron tiempos valiosos en demasiadas fiestas y se consintió demasiado a los amantes del desorden y de entrañas anarquistas, enemigos de la legalidad y del respeto a los derechos de terceros.
Astudillo recibió de Rogelio Ortega una entidad de cabeza, sumida en la ingobernabilidad y para colmo quebrada financieramente.
Cierto que cuando lo pusieron de interino existían deudas pendientes, como a todos los gobernadores que llegan les ha pasado desde siempre, pero eso no libera a ninguno de responder y aclarar lo sucedido y gastado cuando ellos ostentaron el poder.
Como están las cosas en el país, el pueblo está harto de impunidades tradicionales, pero en fin.
Desde el resto del país y del mundo, por noticias malas y alarmantes no paran cuando se habla del “Guerrero Bronco”, con una tradición a partir de octubre de 1849, en que de unos ochenta y tantos gobernadores solamente unos seis lograron terminar sus periodos de gobierno.
Entre ellos Baltazar R. Leyva Mancilla, Rubén Figueroa Figueroa, Alejandro Cervantes Delgado, José Francisco Ruiz Massieu, René Juárez Cisneros y Zeferino Torreblanca Galindo; algunos ocuparon el cargo en más de una ocasión, el último de ellos fue Ángel Heladio Aguirre Rivero como interino de Figueroa Alcocer, de marzo de 1996 a 1999 y como constitucional por elección en 2011, pero no lo dejaron terminar.
A Rubén Figueroa Alcocer, políticos aliados con empresarios a quienes estorbaba lo mandaron tumbar, aprovechando una masacre de error de 17 campesinos en el Vado de Aguas Blancas de Coyuca de Benítez.
Figueroa propuso como relevo al economista de Ometepec que presidia el PRI estatal. En el 2005, gracias al aprecio que el presidente panista Vicente Fox le tenía al empresario Zeferino Torreblanca, que alquiló la franquicia del PRD como candidato externo, éste consiguió más votos que Héctor Antonio Astudillo Flores.
Ángel Aguirre intentaría la gubernatura por elección como favorito en las encuestas de agosto de 2010, pero en el PRI impusieron a Manuel Añorve Baños, el querido e inquieto primo de Aguirre, quien lejos de disciplinarse a su partido, aceptó la candidatura de una coalición entre MC, PT, PRD y el PAN, ganando la contienda.
Urdieron la manera de hacerlo tropezar, utilizaron a normalistas vándalos de Ayotzinapa para incendiar la gasolinera de la Autopista del Sol el lunes 12 de diciembre de 2011, cuando Gonzalo Miguel Rivas Cámara ofrendó su vida para evitar una explosión trágica, pero policías federales abatieron a dos estudiantes y nació el pretexto para protestar exigiendo la salida de Aguirre Rivero.
La emboscada siguió entonces con el magisterio disidente cetegista mediante acciones de guerrilla urbana y para colmo en enero de 2013 aparecieron grupos armados de dizque autodefensa, acaudillados por Bruno Plácido Valerio, que fue rechazado por las Policías Comunitarias bien reguladas por la Ley 701 de pueblos y comunidades indígenas.
Crearon entonces, a disgusto de Gobernación federal, la UPOEG y de ahí nació después la FUSDEG, ambas con el objetivo de controlar el trasiego de drogas con el disfraz de “fortalecer la seguridad”, que ahora se disputan con barbarie la supremacía originando un problema de seguridad nacional.
La mayoría de guerrerenses eligió en junio del año pasado al priísta fiel Héctor Antonio Astudillo Flores, que en su primer año al mando ha ido rescatando la gobernabilidad en busca de la paz y el orden, pero ahora lo acosan y le ponen piedritas en el camino, pues desarmar a los de la UPOEG y FUSDEG para que entren en razón no es fácil, y no pareciera el momento más adecuado para que el Ejército y la Marina Armada hicieran lo que saben hacer sus elementos, porque se podría detonar el problema que algunos buscan provocar a nivel nacional.
Es urgente el apoyo de la federación a Guerrero y al gobernador Astudillo con el de todos sus gobernados, porque estando bien él, estará mejor el estado y de paso nosotros.