Isidro Bautista

 

Lo sucedido hace tres días en la carretera México-Toluca, en el Estado de México, donde cuatro presuntos asaltantes –entre ellos una mujer— fueron ultimados a balazos al parecer por un pasajero del autobús que minutos antes habían asaltado, debe hacer reflexionar no sólo a la autoridad sino a la sociedad en general, por cuanto que es cada día más frecuente que la gente recurra a hacerse justicia por propia mano.

Sería un tema quizá de nunca acabar, por el que habría una lluvia de pros y otra de contras.

Muchos dirían que ante la impunidad con que actúa la delincuencia —común u organizada— ante una autoridad que hace como que trabaja o de plano se hace de la vista gorda, por tanta corrupción, al ciudadano no le quedaría más que tomar la justicia por sí mismo.

Podrían agregar que una ingobernabilidad orillaría al ciudadano a armarse y actuar como policía. O es su vida y/o la de su familia, o la de los delincuentes, aunque tenga que esconderse, porque a diferencia de muchos maleantes, a él sí lo perseguiría la policía y lo pondría frente a un juez.

Por eso la autoridad debe hacer conciencia de su papel, y de que si no lo cumple como le señala la ley, el ciudadano común y corriente podría sustituirlo.

Es indiscutible que la gente está harta de que en muchísimos casos la autoridad no actúa según su responsabilidad. Es percibida más como confabulada con la delincuencia que al servicio de quienes finalmente le paga: la ciudadanía.

Por eso lo ocurrido el lunes pasado en el Edomex.

De acuerdo con una nota publicada ayer por el diario La Razón, de la Ciudad de México, al menos uno de los cuatro ladrones abatidos por el pasajero justiciero ya había sido detenido en el año de 2012, cuando robaba a usuarios del transporte público, por policías municipales en Toluca.

En aquella ocasión, el sujeto intentó dispararle al chofer de un autobús, y luego a los uniformados. Sin embargo, su pistola se encasquilló.

Los cuatro asaltantes muertos son dos parejas de primos que asaltaban autobuses desde hace más de un año, en esa misma zona.

Las autoridades contaban ya con ‘retratos hablados’ de ellos y algunos datos, pero no pasaron de ahí.

Algo parecido ocurrió en Aguascalientes: el martes pasado tres mujeres mataron a ‘cacerolazos’ a un ladrón que se metió a robar a su vivienda. Alrededor de las 04:30 horas, un sujeto de 22 años de edad, se brincó una barda para entrar a robar a la casa, en donde golpeó a una mujer que lo descubrió, y después se enfrentó con otras dos moradoras más, quienes lo golpearon con cacerolas y un ladrillo hasta dejarlo inconsciente; como consecuencia de esas lesiones falleció y las tres mujeres fueron detenidas; sin embargo fueron liberadas la noche de ese mismo día al quedar acreditado que actuaron en legítima defensa.

Existe tanto hartazgo por la corrupción e impunidad predominantes en todo México que no podría descartarse que aquí ocurra un acontecimiento semejante.

Desde hace más de un año en Chilpancingo comenzaron a aparecer lonas colgadas en las calles de algunas colonias, en las que los vecinos advierten a los maleantes que ellos mismos les echarán el guante.

Se supone que las policías comunitarias por esa razón surgieron. En Guerrero existen más bien por intereses de guerrilla o para el servicio del crimen organizado, y las menos, para velar por la sociedad.

Cuando es por guerrilla le dicen al crimen organizado: ‘contigo no me meto, y tú no te metas conmigo’, y cuando es por delincuencia, hasta esas mismas policías se disputan territorios, aun a costa de la vida. En ambos casos no es raro que se exija la salida del Ejército mexicano de sus zonas de influencia.

Ha habido narcomensajes escritos en lonas donde señalan por sus nombres a líderes de policías comunitarias acusados de estar involucrados con el crimen.

Un día un general de la Unidad de Vinculación Ciudadana de la Secretaría de la Defensa Nacional dijo que la falta de confianza entre las autoridades es lo que está desgranando al país. “No nos tenemos la confianza los unos a los otros: el Ejército a la Policía Federal, la Policía Federal al Ejército. La PGR no nos tiene confianza, pues mucho menos nos tenemos confianza entre la sociedad civil y el Ejército”, reconoció.

Entonces, ¿a dónde vamos a ir a parar?

isidro_bautista@hotmail.com