Resurrección de la Catrina
Por: Isaías Alanís
El pueblo mexicano tiene dos obsesiones:
el gusto por la muerte y el amor a las flores.
Antes de que nosotros “habláramos castilla”
hubo un día del mes consagrado a la muerte…
Carlos Pellicer
No cabe duda que en la corrupción todos salieron finos, apuestan a ver quién roba más, menos y quién es pendejo y roba poquito. Y en ese maremágnum volcánico la celebración del día de Todos Santos, Muertos o Miquixtli, tiene significados simbólicos modernos.
Tras el rodaje de la Cinta Espectre del agente James Bond 007, en la cual se monta en el centro histórico de la Ciudad de México un desfile descomunal de catrinas, muertos, alebrijes y demás ensoñaciones mexicanas sobre la muerte, inaugurada por el que anda queriendo pero no sabe por donde, Miguel Mancera. Se rehabilitó la utilería, construyeron otras imágenes y se realizó un desfile al estilo de la modernidad electoral, pese a que la CdMx atraviesa por una de las crisis de abastecimiento de agua potable más dramáticas de los tiempos modernos.
En un escenario en que el todavía muerto vivo, Javier Duarte de Ochoa, que asegura haberle entregado a EPN para su campaña 2 mil quinientos millones de pesos, es prófugo de la justicia acusado de delincuencia organizada.
Y el personaje creado por José Guadalupe Posada, “La Garbancera”, se haya convertido de la noche a la mañana en ícono central de la celebración de muertos en casi todo México.
Posada (Aguascalientes 1852, CdMx, 1913). Grabador de alto octanaje y un observador de su tiempo, convirtió al grabado y la sátira política en una misma actividad. Además de crear personajes como Don Chepito, un antihéroe, en Europa se le considera como uno de los grandes cronistas visuales de México. Posada inició sus estudios de grabado con el maestro Trinidad Pedroso. En estos años de aprendizaje, Posada manifestó una facilidad para la caricatura, y su mentor lo introdujo al periodismo y prensa gráfica como dibujante, y a los 19 años se publicaron sus primeras viñetas en el periódico El Jicote en 1871.
Su extensa producción estimada en más de veinte mil grabados, realizados en litografía o planchas de metal, es expresionista. Posada recrea con imaginación, sentido humorístico y capacidad crítica las lacras, miserias y prejuicios de la realidad social y política de su época. Su obra abarca múltiples temas, entre los que destacan las célebres “calaveras” o imágenes de ultratumba; los “desastres”, que comprenden catástrofes de tipo natural (inundaciones, epidemias, sucesos astronómicos, nacimientos de seres monstruosos), accidentes, hechos sobrenaturales, crímenes y suicidios; los “ejemplos” o lecciones morales que pueden extraerse ante la perversidad y bestialidad humanas; sucesos sociales y políticos, donde sobresalen las viñetas referidas a las ejecuciones y los “corridos” revolucionarios y milagros religiosos. Los juegos de la Oca e imágenes de santos de todos los colores y partidos.
Tengo en mi poder un libro en alemán, francés e inglés que contiene los grabados de Posada que se han podido rescatar, entre los que destacan hojas volantes, calaveras y todo lo que se cruzó en los ojos de este cronista visual mexicano.
Tal vez influidos por el rodaje de la cinta de James Bond o por un retorno a la identidad mexicana, la Catrina, a la que Diego Rivera ajuareó con una estola de plumas, (boa) en uno de sus murales. No hay que olvidar que ser “catrín” era ser racista, sentirse criollo, español y demás abalorios raciales. Y por ende, la Catrina es el símbolo de las mujeres porfiristas de la “alta sociedad” que hablaban francés, pensaban en español y hacían el amor en alemán con un misal en pasta de piel, lomos de oro y dentro del misal los textos y viñetas a color de Filosofía en el tocador del Marques de Sade. Libros prohibidos por la iglesia hechos por libreros holandeses que costaban una fortuna.
Pero lo extraño es que en escuelas, calles, plazas, la Catrina ha invadido esta festividad de muertos, y vaya que hay muchos y habrá que crear el día de los desaparecidos, feminicidios, crímenes racistas y de las comunidades lésbico gay y transgénero que están a la orden del día sin que ninguna policía atrape a los homicidas.
Y si la cinta “Macario” no les dice nada a los mexicanos y se han colgado de Espectre, les invito a que la vean. Es una película de 1960 dirigida por Roberto Gavaldón basado en un cuento de Bruno Traven. Actúan, Ignacio López Tarso y Pilar Pellicer, entre otros que no recuerdo.
En tanto no se me quite bien el dengue sangrón, hay que salir a la calle a visitar a la Catrina, y ya no a las grotescas máscaras y disfraces plásticos del jalowen.
La resurrección de la Catrina como símbolo del día de muertos, es válido y creativo. Esta mañana vi a una niña de escasos ocho años de Catrina. El traje fue hecho durante la noche por su madre que a la entrada de la escuela le daba los últimos toques con hilo y aguja. Una obra de arte instantáneo, no solo el vestuario sino el tatuaje en la mitad del rostro realizado por esa profesional de todo que es la madre mexicana.
INVITACIÓN
Para los que viven en Chilpancingo, o vayan de paso a Acapulco, deténganse un par de horas y visiten la Ofrenda Monumental instalada en el Palacio de la Cultura.
En ella se aprecia lo tradicional y lo moderno. El sentido estético de los pueblos originarios es respetado y remasterizado en los diversos elementos que le dan vida a una tradición que se remonta a los orígenes del pensamiento mágico mesoamericano.
Se aprecia la sensibilidad y conocimiento e innovación de las tradiciones y el respeto al patrimonio cultural de Guerrero, así lo hizo saber Claudia Jorge Román, directora del Centro Cultural Chilpancingo.
La ofrenda de Todos Santos fue inaugurada el pasado jueves por el subsecretario Mauricio Leyva. Vale la pena darse una vuelta y probar las delicias gastronómicas de la comida de muertos para los vivos.