SADYHEL ASTUDILLO

 

A Donaciano Astudillo, que cumple años en estos días. Muchas felicidades tío.

 

Hagamos memoria, recordemos a nuestros compañeros de la primaria, secundaria, prepa o carrera; en sí, a los compañeros que tuvimos en nuestro último grado escolar que acreditamos. Estoy seguro que nos costará algo de esfuerzo recordar a todos y cada uno de ellos, pero, habrá excepciones en las que una de estas personas, rápidamente vengan a nuestra mente, por haber sido los de mejor promedio, quizá por ser altos, por hablar con un acento muy marcado, etc.

Ahora, con estos recuerdos, supongamos que nos preguntan si conocemos a alguien que declame bien, quizá en ese momento no conozcamos a ningún profesionista, pero podríamos hacer memoria y recordar a nuestro compañero que siempre lo pasaban a leer las efemérides en la secundaria por su buena dicción. En otro ejemplo en que necesitemos de alguna labor de oficio y recordemos a nuestro compañero que su padre y él se dedicaban a esa actividad.

Así como este, se pueden mencionar varios ejemplos y estoy seguro de que ustedes estimados lectores ya comenzaron a recordar de esa forma a algunos de sus compañeros. La compañera que era buena para escribir, el que siempre metía goles, el “cerebrito”, el que siempre nos sacaba una sonrisa, etc. A lo que se pretende llegar es que, siempre existirá en cada uno de nosotros una característica que permitirá que otras personas nos recuerden o nos relacionen.

Y algunas veces, gracias a ese recuerdo o idea que las personas que nos rodean se forjan de nosotros, nos permite abrirnos paso por caminos que jamás nos hubiésemos imaginado. Quizá un compañero colocado dentro de cierta empresa recuerda nuestra facilidad para las matemáticas, nos recomiende para trabajar con él. Después nosotros recomendemos a algún otro compañero para un puesto afín a sus gustos etc. Y toda esta ganancia se genera gracias a que, desde temprana edad nos dimos cuenta de que es lo que nos gusta y en que somos buenos. Nuestros compañeros lo notaron, demostramos nuestra eficiencia y obtenemos algo a cambio.

Sumado a lo anterior, tenemos una enorme ventaja hoy en día en comparación con hace diez o más años, el internet. Ahora, si podemos resolver ecuaciones más rápido que el promedio de la población, no solamente pueden enterarse nuestros padres, compañeros y maestros, podemos hacer que todo el mundo se entere, grabando el asunto, subiéndolo a la red y compartiéndolo.  De esa forma es como nos enteramos de niños pequeños que con cierta facilidad o técnica tocan instrumentos musicales, de animales que realizan actividades fuera de lo común, de artistas callejero que anteriormente eran invisibles y más recientemente del adolescente que vende empanadas de una manera diferente a lo común en las playas de nuestro bello puerto de Acapulco.

La sorprendente manera en la que se popularizo el video y todo lo que ha generado, fue gracias a la combinación de dos factores que este joven supo manejar. En primera la experiencia que él ya tenía al ofrecer de esa manera su producto —podemos inferir que todo ese “rollo” que dice en el video es algo que a memorizado con el tiempo— y la cámara que lo graba para lógicamente después, compartirlo en alguna red social. Este es un excelente ejemplo de lo que se menciona en esta colaboración.

Si hay algo que nos guste en demasía, o que se nos facilite, que mejor que demostrarlo a las demás personas, quién sabe y en una de esas, algún tercero se encarga de que nuestra habilidad llegue a más ojos u oídos y seamos reconocidos por ello.

No dejemos guardadas nuestras habilidades y gustos, por el contrario, explotémoslas, mejorémoslas y demostremos que podemos hacer algo positivo con todo ello. Recordemos que —aunque suene muy trillado— el verdadero cambio siempre comienza por uno mismo.

 

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