* Como cada año desde hace 478 años, este 23 de octubre, católicos de la región y de otros estados del país, festejaron al Cristo de la Montaña

 

JESÚS SAAVEDRA / CARITINO RODRÍGUEZ

 

TLAPA.— Miles de feligreses de la región de la Montaña y de varios estados de la República, acudieron este 23 de octubre, como cada año, a venerar al Señor del Nicho, que hoy es considerado como el Cristo de la Montaña.

Desde temprana hora la gente que vive en las calles Matamoros, Mina, Guerrero y Añorve preparó las calles con adornos hechos a base de aserrín pintado de diversos colores con los que hacen figuras de flores, palomas e imágenes religiosas para esperar el paso del Señor del Nicho, que es sacado de la Catedral de San Agustín y recorre por las calles de la ciudad.

En su recorrido tradicional anual por el primer cuadro de la ciudad de la imagen, hay ocho lugares llamados por los católicos Estaciones en las que el Señor del Nicho, el obispo y los párrocos se detienen para rezar por la personas, pero también dedican las oraciones a temas específicos de la vida social de los tlapanecos y de la gente de la región.

En este año a la primera estación le pusieron “Ante tantos signos de muerte, construir la vida”, donde se habló de los valores familiares y de la importancia de cambiar la forma de vida, así como promoverla. La segunda estación: “Ante la corrupción y el fraude, la honestidad”; la tercera, “Ante la basura, el cuidado ecológico”; la cuarta, “Ante la violencia, la paz”; la quinta, “Ante la venganza, la reconciliación”; la sexta, “Ante el crimen, la organización por la vida y la dignidad de todos”; la séptima, “Frente a la crisis económica, la cooperación”; y la octava “Ante la pasividad de nuestra fe, una fe comprometida con la justicia y la verdad”.

A esta fiesta se agregan las personas que tienen algún oficio como panaderos, albañiles, herreros, taxistas, piperos, grupos religiosos, carreras guadalupanas, encuentros conyugales, que durante un mes tuvieron un día específico para llevar su ofrenda al Señor del Nicho, como el arco de los ejidatarios de Tlapa y las danzas como La Mona, durante todas las tardes.

 

El origen de la festividad

 

La congregación de monjes Agustinos que llegaron a evangelizar esta región, arraigaron desde 1536 el fervor por la veneración a la imagen del Señor del Nicho, que cada 23 de octubre, desde hace 478 años, baja del altar de la catedral de San Agustín para recorrer las principales calles de esta ciudad en una procesión donde reafirma como el Santo Patrón de esta zona guerrerense.

A esta festividad religiosa participan más de treinta mil personas, entre habitantes de esta ciudad, poblaciones aledañas de la región y de otros estados del país como Puebla, Morelos, Ciudad de México, entre otros.

Tras la colonización de los españoles, a esta región fueron enviados la congregación de monjes Agustinos para evangelizar a una población que en su mayoría era predominantemente indígena.

De acuerdo a los datos históricos de esta festividad que proporciona la Diócesis de Tlapa en una semblanza histórica que detallan en un mural informativo, la adoración a “la Milagrosa imagen de nuestro Señor del Nicho” data desde la llegada a Tlapa de Fray Juan Bautista María Moyá quien vino a realizar un trabajo de evangelización de 1536 a 1544 al entonces templo parroquial de San Agustín.

Explican que los frailes Agustinos y particularmente el Fray Juan Bautista María Moyá acostumbraban a plantar una Cruz de madera en las cimas de las montañas o lugares a los que llegaban a evangelizar.

Dos años después de su llegada a Tlapa, María Moyá trae al templo parroquial de San Agustín a una imagen de Cristo crucificado de unos tres metros de altura el cual empezó a ser venerado como el Santo Patrón de esta población desde esas fechas.

La Diócesis de Tlapa explica que existe una laguna histórica en lo que sucedió entre 1567 a 1857 sobre la vida parroquial de la iglesia de San Agustín y sobre la veneración al Señor del Nicho, porque los documentos que existían al respecto se quemaron.

Pero se infiere que en esa época hubo turbulencias religiosas en la región que obligaron a la congregación de Agustinos que evangelizaba en la región y que obligaron a ocultar la imagen del Señor del Nicho en los subterráneos del convento, que es anexo a la iglesia de San Agustín.

Los documentos históricos con los que cuenta la Diócesis de Tlapa indican que fue en 1881 cuando se dedicó una capilla para venerar de nueva cuenta al público la imagen del Señor del Nicho, porque en ese lapso de tiempo se encontró la imagen en los subterráneos, en medio de unas paredes ocultas y que de acuerdo a la fe religiosa, pese a las duras condiciones de humedad, la imagen sobrevivió sin que tuviese daño alguno y le atribuyen a que es milagrosa la imagen que veneran.

Añaden en esa semblanza histórica que se retomó la veneración del Señor del Nicho el 23 de octubre porque de acuerdo al cura, Francisco María Moreno experto en la historia de la congregación de Agustinos, fue un 23 de octubre cuando Fray Juan Bautista María Moyá llegó a Tlapa con esa imagen religiosa.

 

478 años de fervor católico

 

Las festividades en honor al santo patrono de Tlapa inician desde dos meses antes y contemplan procesiones todos los días por las tardes de comerciantes, médicos, maestros, migrantes radicados en Estados Unidos, mecánicos, joyeros, enfermeras, campesinos, deportistas, carniceros.

Las procesiones parten desde el arco de la entrada a Tlapa y llegan a la catedral de San Agustín, que como singularidad lleva a una mona de unos cinco metros de altura, que le acompañan las mojigangas, que bailan al compás de la música de viento, que caracteriza a esta región.

Para organizar las festividades al Señor del Nicho hay una agrupación de personas que se dedican de manera ex profesa para guardar el orden, los arreglos florales que se colocan en la catedral y hasta para la seguridad de la procesión del 23 de octubre.

Un día antes de la procesión, a las 11 de la noche se le cantan Las Mañanitas al Señor del Nicho y en su honor se quema un castillo de fuegos artificiales, además de centenares de cohetones se tiran al aire en su honor.

Este año se colocó una ofrenda de flores de unos diez metros de altura, además de dos arcos con luces de color pastel que adornan el altar principal donde está colocado el Señor del Nicho, a la entrada de la catedral los ejidatarios de Tlapa colocaron otro arco con semillas de maíz, frijol, cebada, trigo, arroz, que forman imágenes de animales y con la finalidad de que les vaya bien en la cosecha.

Acompañado a esta festividad desde hace dos décadas la colocación de tapetes con imágenes hechas de aserrín y viruta de madera que son pintados de colores, con los que se elaboran vistosos tapetes con mensajes de paz, cruces o hasta de solidaridad con los 43 normalistas desaparecidos en Iguala hace dos años, por ellos caminan miles de fieles que desde hace casi 500 años veneran a la imagen que de nueva cuenta a las siete de la noche regresa a su altar y a la espera de un año para volver a salir en peregrinación.