Esa fragilidad legal por las armas

 

Isaías Alanís

 

Hace una triada de años o más, escribí en este mismo espacio sobre la necesidad de legislar sobre el uso de las armas. Traté de hacer una breve historia de la cual fui testigo, cuando en la década de los setentas, ante el temor del estado de una sublevación popular, se cerraron las armerías en todo el país y abrieron las puertas al mercado negro controlado por el mismo gobierno.

En ese entonces, la policía federal se encargaba de repartir el botín de armas en los estados de la República.

Se dejaron de vender armas deportivas; escopetas de todos calibres, rifles de alto poder y las armas cortas que se pueden poseer legalmente, abriendo un gran abismo al descontrol y por ende a cerrar una puerta de control de las armas que se usan en México para delinquir, al impedir ser detectadas por las instancias abocadas en caso de asesinatos dolosos.

Luis Echeverría, el halcón de la tonadilla: “Arriba y adelante”, ante el nacimiento de la guerrilla, del narco controlado, como fue el caso de Sinaloa y Guerrero, mandó cerrar las armerías, quebrando a los dueños de esos negocios y rompiendo un pacto federal establecido en la Constitución que permite el uso de armas para la defensa de los mexicanos, tal y como o establece el artículo 10 de la Constitución de la República: “Los habitantes de los Estados Unidos Mexicanos tienen derecho a poseer armas en su domicilio, para su seguridad y legítima defensa, con excepción de las prohibidas por la Ley Federal y de las reservadas para el uso exclusivo del Ejército, Armada, Fuerza Aérea y Guardia Nacional. La Ley federal determinará los casos, condiciones, requisitos y lugares en que se podrá autorizar a los habitantes la portación de armas”.

Al cerrarse las armerías, se abrió su venta al mercado negro con las millonarias ganancias a los dueños del cartel; traficantes norteamericanos, la entonces Policía Federal y la temida Policía Judicial en los estados. Ese acto, demostró a un estado temeroso ante la posibilidad de que los mexicanos se armaran legalmente.

Como lo relaté, yo compré a mis veinte años una escopeta doble cañón calibre doce española, en una armería de la calle de Moneda, en la CdMx, sin ningún contratiempo legal. Solo enseñé mi credencial de estudiante de la UNAM. El dueño me la entregó en una caja del mismo tamaño que la escopeta y con ella caminé por toda la avenida 20 de Noviembre del DF hasta la calle Nezahualcóyotl, donde aborde un autobús México-Zacatepec que me dejó en la vieja terminal del centro de Cuernavaca, en la calle de Abasolo.

De la década de los setentas a nuestros días, esto, en vez de evolucionar, ha involucionado. Primero, cerraron las armerías. Segundo, se tiene que hacer un engorroso procedimiento ante la SEDENA para poseer un arma legal.

Y la pregunta es: ¿cómo la SEDENA controla a las armas ilegales que la mayoría de los mexicanos poseen? Son millones de armas de todos los calibres legales e ilegales en posesión de mexicanos. El negocio es vender armas como en España, los Estados Unidos, Francia, Inglaterra, donde con credencial de elector o su equivalente un ciudadano puede comprar cualquier arma permitida, eso ratifica a la nación que las vende, a controlar las armas que salen de las armerías.

En México, desde la década de los setentas, esto es imposible. ¿Cómo comprobar un crimen con un arma “caliente”, si el mismo estado permite y promociona la venta ilegal de armas? La operación “Rápido y furioso” solo fue una burla de los EEUU, los que hemos estado en la frontera México-Norteamericana, con o sin muro, sabemos que además de las drogas lo que más se trafica es prostitución y armas. El pex, es que ahora no sólo se trata de escopetas deportivas, rifles 22, pistolas de todos los calibres, sino armas de alto poder como los temibles Barret, rifles de asalto de todas las marcas, RPG y un enorme inventario de granadas.

La Sedena tiene en su tienda una amplia gama de armas en venta, ¿Por qué no se abren otra vez las armerías en México? Y de plano, ya no se les permita a empresarios, políticos, artistas, etc., que sean los únicos blindados ante un ataque como el perpetrado contra el Juez Quinto de Distrito en materia de Amparo y de Juicios Civiles Federales, Vicente Antonio Bermúdez Zacarías, acribillado en la calle “Árbol de la Vida” en Metepec. Si el abogado hubiese llevado escoltas, el asesino no se le hubiese acercado con tanta facilidad como se observa en el video.

Es necesario que se pongan a la venta armas permitidas, tanto deportivas como de defensa, y se otorguen los permisos de transportación cinegética, o de competencia o tiro al blanco, a todos los mexicanos que lo soliciten, previo pago de su permiso y ser sujeto capacitado para poseer un arma.

¿Cómo los guaruras de los ricos obtienen sus permisos de portación? Los elegidos de este país cuentan con autos blindados, chalecos antibalas, teléfonos en circuito cerrado, cámaras de vigilancia, chips de localización incrustado en la dermis, etc.

La iniciativa del senador panista José Luis Preciado de armar a los mexicanos es ilógica, sin embargo cuando este falla, qué le queda a los que salimos a diario de la casa con el temor de ser asaltados, asesinados y vivir sin ninguna protección, ni personal ni del Estado. En la encuesta realizada 6 de cada 10 mexicanos están a favor de la iniciativa, debido a la inseguridad escandalosa. ¿Qué hacer? Que el estado lo decida y venda, controle y planifique el uso de las armas, ya sea deportivas o para la defensa personal y México deje de ser el Viejo Oeste en pleno siglo XXI. Thomas Hobbes, autor del “Leviatán o la esencia, forma y poder de una comunidad eclesiástica y civil” (1651), escribió que cuando el Estado es incapaz de proveer de paz y armonía a la sociedad, en automático es un Estado fallido.