‘El Chapo’ como distractor

 

Por Felipe Victoria Zepeda

 

Desde junio de 1993 cuando lo traicionaron, entregándolo a la PGR en los límites de Guatemala con Chiapas, para cargarle el asesinato cometido contra el Cardenal Posadas Ocampo ocurrido en Guadalajara, siendo apenas segundón en el narco sinaloense, a Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias “El Chapo”, cíclicamente lo utilizan para desviar la atención de la opinión pública.

Lleva 23 años en la marquesina de la nota roja nacional, escenificando divertidas fugas inverosímiles y capturas peliculescas sin un solo disparo ni rasguño, e incluso hace poco lo metieron en un vodevil con la hermosa Kate del Castillo, que indudablemente atrajo mayor rating.

Ahora como que lo dejaron descansar tantito, aunque se hable del atentado salvaje contra militares que le cargan a sus hijos, quienes obviamente se deslindan de los hechos.

Conservar preso y con vida a “El Chapo” Guzmán es un dilema para el gobierno mexicano, lo curioso es que al norteamericano no se le nota que tenga verdadera prisa por extraditarlo y de aquí a que se dilucide quien gana las elecciones en los USA, ni se acordarán del extraditable.

Guzmán Loera es pieza clave del negociazo de las drogas en México y los USA, relacionado y asociado con mafias y personajes importantísimos en política, de ahí su evidente inmunidad relativa e impunidad.

Poseer 20 mil millones de dólares como asevera Forbes no es mera suerte ni milagro de la Divina Providencia, sino que implica que otras personas han ganado igual o más.

Misterio también averiguar el monto real de sus aportaciones a campañas políticas en México y en los USA.

Por ahí me pidieron un fragmentito de la novela “El Chapo en el Espejo”. Atiendo la petición con una parte del capítulo 4:

“—¿Fue cuando usted se escapó de Puente Grande, en Jalisco, y se

vino aquí a la casa de sus primos los Tranbels y con el hermano del

Mayo Zambada?

—Nunca me escapé como les dijeron a los pinches periodistas. Me daban chance de salir a divertirme los fines de semana, regresé tarde a pasar lista cuando ya estaba en el penal un subsecretario federal Jorge Tello y no les quedó más que darme por evadido; figúrate que hasta la nómina de los custodios la cubría yo y por eso me trataban a cuerpo de rey; el director de esa cárcel era conocido y cuate de mis primos de Badiraguato, hasta se apellida igual por coincidencia. Ese Ingeniero Tello sí conocía la vergüenza, hasta renunció y se fue a trabajar a Monterrey con el magnate del cemento Lorenzo Zambrano.

—Oiga patroncito, pero creo recordar que después del presidente Salinas, llegó Zedillo y fregó y extraditó al capo del Golfo y encarceló también al hermano incómodo, mediante Pablo Chapa y Antonio Lozano Gracia.

—Es que parece una maldición, morenita chula. Cada sexenio el gobierno grande trabaja tolerando a un grupo mientras se la hace cansada a los demás para tener contentos a los gringos de la DEA, pero el poder debe alternarse por ciclos para que no reviente.

—¿Y si algún día llegara un nuevo Presidente que no aceptara dejar trabajar a ningún cártel?

—¡Se muere prontito!… nosotros los del negocio estamos hasta debajo de las coladeras, tenemos aliados e informadores a sueldo; ellos tendrán la honra de los cargos públicos que disque ganan en las campañas en que los apoyamos con dinero, pero los del poder real somos nosotros.

—¿Ellos les obedecen a ustedes entonces?

—No precisamente; respetan tratos y son agradecidos por los apoyos que les dimos. Cuando se niegan a pactar como aquel sonorense Colosio, los chingan.

—Pero los políticos tienen las leyes de su lado y son los que las mandan aplicar, ¿o no?

—Újule mamacita, nosotros nada más conocemos una gran ley: la de plata o plomo, esa se las aplicamos a los que se opongan a nuestro negocio, desde el policía más jodido hasta los meros jefazos. Habías de saber la millonada mensual que mis primos los Tranbels reparten en las dependencias federales encargadas de combatir nuestro negocio.

—¿Y los militares también están en la jugada?

—Ellos son huesos muy duros de roer con eso de que se sienten muy patriotas, pero nuestros cañonazos en dólares son difíciles de resistir a fin de cuentas, ¿no hasta nuestros enemigos del cartel del Golfo fueron reclutando a los elementos mejor entrenados de la milicia para imponerse a la mala?

—¿A poco entonces los GAFES convertidos en zetas son más de temer que los pelones de ustedes, con todo y los centroamericanos chaparritos y tatuados de los mara salvatrucha?

—Fíjate que sí, mi almita negra. Esos son peor que carniceros; para acabarla de amolar, cuando les echamos a los maras, se reforzaron con Kaibiles, ex soldados guatemaltecos igual de malditos que los pandilleritos salvadoreños y hondureños”.

Hasta aquí las comillas.

Para quien se lo esté preguntando, la escena de la novela ficticiamente se desarrolla en una lujosa mansión en las alturas acapulqueñas, donde se reunían magnates y políticos de primer nivel con “El Chapo” Godman.