* Pasarela sin alfombra roja, ni nada
* “Diablos… uta madre”, expresiones
* Granizada violenta, antes de la liturgia
JORGE VALDEZ REYCEN
Una violenta tormenta eléctrica con granizada a las 4 p.m. antecedió a la ceremonia del 203 aniversario de la promulgación de los Sentimientos de la Nación.
Las calles adyacentes a la parroquia de La Asunción se convirtieron en ríos, sólo por unos minutos. Pero lo que tardó horas fue el aparatoso montaje de seguridad, con estreno de vallas metálicas antimotines y el sentir ciudadano: por lo menos este reportero escuchó una decena de exclamaciones como “¡Diablos!”… “¡Uta madre!”… entre otras más altisonantes.
Era la pasarela, sin alfombra roja. Liturgia solemne de vestimenta formal, aunque eso al alcalde de Tecpan no le va ni le viene. Él, con su inseparable guayabera y el sombrero que no se quita ni en los sanitarios, es feliz. A la gente no le importó el evento, como sí a diputados, magistrados y funcionarios públicos.
Total que serpentineaba la gente alrededor de las vallas y algunas damitas lanzaban miradas furiosas por la contrariedad de caminar más.
Durante hora y media desfilaron los integrantes de la clase política y el alto mando castrense, también los prelados de las Diócesis que integran la región Pastoral Sur, encabezados por Carlos Garfias Merlos (muy pasado de peso, pues la sotana ya es más un camisón-ropón) y anfitroneados por Salvador Rangel, de meritito Tepalcatapec, Michoacán, donde se caen helicópteros últimamente.
Fue la otra liturgia, donde algunos invitados non-gratos tuvieron acceso y gafete, en la repartidera de “stikers” para cuates, claro con los atentos saludos de Jaime García.
La seguridad no fue nuestra –se deslindaba alguien de ayudantía del gobernador. Fue el Congreso el entero responsable del operativo exagerado de seguridad. Los guardias, parecían más empleados de Liverpool que agentes de seguridad, por la misma corbata morada a rayas, que le da un tono a las usadas por Aurelio Nuño Mayer en sus presentaciones por la tele.
Las damas… no, no, no. ¡¡Qué cosa de moda y glamour!! La mejor vestida, Erika Lührs Cortés, con un fiusha lila eléctrico ajustadísimo, con zapatillas del mismo tono. Sobresalía el modelo a los negros, grises y azules marinos. La subdelegada de Gobernación, en negro satín, del brazo de Cuauhtémoc Salgado.
Las diputadas fueron discretas en su atuendo sobrio. La malhumorada fue la diputada federal calentana Silvia Rivera, quien llegó al acceso echando pestes y madres, porque la hicieron caminar casi dos cuadras. Los que se brincaron las vallas, de plano, fueron Rossana Agraz, Verónica Muñoz, Beatriz Vélez y Héctor Vicario Castrejón. Y es que lo hicieron en ahorro del tiempo.
Manuel Añorve Baños e Irma Figueroa sí caminaron del brazo, pisando charcos y charlando animadamente. A René Juárez Albarrán por poquito no lo dejan entrar. Sí estuvieron quisquillosos los celosos guardianes de Liverpool… perdón, del Congreso.
José Parcero y Erick Catalán fueron parsimoniosos en su andar y de bajo perfil para no ser reconocidos. Marco Leyva, en cambio, atrajo la atención por los seis escoltas que lo dejaron en la banqueta, la misma donde se ponen los elotes y esquites a diario. David Guzmán Maldonado llegó caminando. ¡Extra!!! Noticia buena… La mala: llevaba un collarín que parecía robocop. El Fiscal Xavier Olea dejó los lentes de gota amarillos antes de entrar al recinto y saludar.
“Scappino” Pepe González de la Vega-Otero fue el más elegante de todos los secretarios. Lo igualó Bismark Villanueva, quien parecía chaperón de Javier Taja. Malán, el eterno tigre, lució tenis con saco y corbata.
Era una pasarela rica en olores a fragancias caras, y otras que se perdían con el rocío de la lluvia veraniega. Hubo quienes lucieron como top-model en vestidos y trajes caros de marca… y otros no tanto.
¿Perderse ese espectáculo, desde las vallas? Nooo… Fue deliciosamente disfrutado.
¿A poco no? Hubo una damita en un estrechísimo y diminuto vestido negro que arrancó las miradas de una veintena de escoltas de todos los funcionarios que voltearon a ver, y no fue precisamente a sus ojos…
¡¡Epa, dejen algo!! Les gritó alguien.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.