* Tiempos de berrinches y deudas
* Las angustias de Evodio, de origen
* Astudillo, inflexible: No más deuda
* Acapulco y sus habitantes sufren un calvario
Jorge VALDEZ REYCEN
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) la catalogó como la ciudad que más robo de energía tiene en todo el país.
La Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Acapulco (CAPAMA) tiene la mayor cartera vencida de clientes morosos y deudores. O sea, una gran cantidad de empresas y personas físicas no pagan el suministro.
Es la segunda ciudad más violenta, con homicidios dolosos de toda la República.
Está dentro de los 10 municipios con mayor deuda pública contratada que hace deficitario al municipio.
Datos duros, de origen, que el alcalde Evodio Velázquez Aguirre enfrenta con angustia y desesperación, en un primer año de gobierno de franca mediocridad.
Alejando un poco la parafernalia y el juego de palabras que sirvieron como distractores para esconder una realidad de suyo insostenible, la nueva administración de Evodio tiene el apremio de recurrir a empréstitos para solventar una pesada nómina. Empero, los tiempos marcados de recortes federales y un desaseado manejo presupuestal opaco y cargado a beneficiar a unos cuantos, está quebrado.
Luis Walton Aburto fue el referente histórico que en noviembre del 2012 proclamó la quiebra técnica de Acapulco. La noticia fue de impacto mundial. El paraíso de México estaba en bancarrota, tituló el influyente rotativo norteamericano The Wall Street Jornal. Lo siguieron LeMonde, en Paris, y otros más reconocidos.
Walton puso en el ojo del huracán a Acapulco y las consultoras y calificadoras bursátiles restaron puntos a sus calificaciones financieras. Sí, Acapulco estaba quebrado… ¡¡out!! Pero el empresario dejó el cargo para subirse al tinglado electoral por la gubernatura, dejando la silla a su socio eterno de negocios y empresa, Luis Uruñuela Fey. Sufrieron las de Caín.
Cuando llegó Evodio y su euforia electoral, no reparó que el desorden y la falta de consistencia financiera eran un mal endémico arrastrado. Comenzó el suplicio. Arañó recursos de donde pudo. Pero la captación fiscal está tronada. Improvisó a un exalcalde de un municipio vecino como tesorero, sin conocer cuál era el origen de todos los males. Ese fue un error de cálculo grave, pues ignoró la caída libre económica en que están los acapulqueños, por los efectos directos de la narcoviolencia y grupos criminales.
Las angustias de Evodio emergieron cuando las mentiras y engaños de sus subalternos ya no pudieron esconder la realidad. Y entonces la desesperación cundió. Comenzó la guerra de descalificaciones.
El posicionamiento del gobernador Héctor Astudillo Flores fue contundente: No más deudas. Inflexible en su dicho, empezó a producirse un golpeteo.
Evodio intentó irse por “la libre” al contratar un crédito de 158 millones de pesos, sin el aval del Congreso del Estado –como debe ser legalmente— y su voluntarismo trajo consecuencias inminentes. La lección es que un berrinche no puede ser justificante para enfrentar tantos problemas, heredados o no. El estilo pendenciero se impuso, antes que serenarse y cabildear apoyos, como el pago adelantado de participaciones federales, sin pedir prestado.
Pero no… Se impusieron los tiempos del berrinche y deuda.
¿Qué va a informar Evodio?
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.