La última y nos seguimos derecho
Novena parte
SADYHEL ASTUDILLO
Nuestras sinceras condolencias a la familia Sotomayor Maciel. Un abrazo fraterno.
Con esta participación cierro el ciclo. Colaboraciones en las cuales se describieron experiencias personales y etapas por las cuales atraviesa cada ser humano en la vida. Esta vez no iniciaré con un resumen, ahora serán conclusiones de cada una de estas partes.
Si bien, desde el nacimiento, hasta que comenzamos a decir nuestras primeras palabras y dar nuestros primeros pasos, lo que ocurre en nuestro día a día y los lugares a los que vamos, están muy lejos de ser elecciones que nosotros tomamos.
Estamos literalmente indefensos y bajo la protección de nuestros padres. Crecimos bajo el seno familiar, contando con la presencia de nuestros padres o tutores; entonces pues, nuestra memoria de esos días, serán contadas de nuestros padres a nosotros. Quedará en cada uno de nosotros el que tan agradecidos estaremos con ellos por esos recuerdos y que tan recíprocos queremos volver esos detalles.
Posteriormente una mañana, como cualquier otra, nuestra madre nos deja frente a la reja de un edificio que no conocemos, rodeados de niños y unos cuantos adultos que jamás en la vida habíamos visto y, como si esto no fuera poco, mamá se aleja y nos abandona medio día.
Nos enfrentamos a la primaria, a relacionarnos con niños de nuestra edad, a las tareas, a los chicos mayores molestos, etc. Toda la labor de soportarnos, cuidarnos y asegurarse de que aprendamos, recae en los maestros, los cuales no se harán cargo solo de uno, sino de un salón lleno de niños. Creo que, lo menos que pudimos —o podemos para niños de ahora— hacer es comportarnos y preocuparnos por aprender, pero si ya pasamos por ello, agradezcamos o visitemos a nuestros maestros, estoy seguro que los recibirá con una sonrisa.
Llegamos a la secundaria, y nos comienza a gustar salir a “echar la reta”, algunas materias nos interesan más o menos que otras, y también, nos comienzan a interesar, emocionalmente alguna personita; persona que nos “mueve el tapete”. En general, nos enfrentamos a los cambios de nuestro cuerpo, al cambio de tener un maestro por materia, al cambio de horario de salida, a las responsabilidades. También debemos aprovechar y disfrutar nuestros últimos años de infancia para adentrarnos a la adolescencia. Y, si decidimos saludar a nuestros maestros de aquellos años, ¿por qué no también a nuestros compañeros?
Después la preparatoria, la cual es como un túnel o una carretera. Vamos a toda velocidad, encarrilados, acostumbrados a tener varias tareas, a darnos tiempo para la familia y los amigos, a buscar un tiempo para invitar alguien a salir. Pero, llega un momento en que, la luz del final del túnel nos comienza a deslumbrar, en un abrir y cerrar de ojos, debemos de elegir qué carrera estudiar, debemos de sacar tiempo extra para conocer opciones de universidades y estudiar para exámenes de admisión, para ver en que nos desempeñaremos con tal o cual carrera y meditar con profundidad, si la opción que decidiremos tomar, será realmente la mejor para nosotros.
En fin, debemos de tomar varias decisiones con cabeza fría, si aún están en esta etapa, no está demás buscar apoyo o consejos de nuestros superiores, si ya la pasamos, agradecer a quienes nos apoyaron en ella.
Y finalmente, entramos a la universidad, donde cada materia es un reto, cada maestro(a) es una fuente de experiencia, cada compañero es un incentivo para ser mejor. Nos enfocamos a los estudios y al futuro, para asegurarnos de que, una vez que nos graduemos seamos no solo un ciudadano de bien para la sociedad, sino también un profesionista ético y confiable.
Es en esta etapa donde, no importa hacia donde volteemos o con quien decidamos platicar, es casi un hecho que podremos obtener buenas experiencias de las personas que nos rodean. Debemos de agudizar todos nuestros sentidos para aprovechar todo lo que nos enseñen. Si están en esta etapa, disfruten cada momento y den lo mejor de sí, si ya lo cursaron, estoy seguro de que ustedes bien saben a quién agradecer o con quien citarse para pasar una buena tarde.
Por último, dejamos atrás todo lo académico, nos encontramos uno a uno frente al mundo, a la sociedad, a los retos de los empleos y nuestras únicas armas son nuestros conocimientos y nuestras experiencias. Es en este momento donde se verá de lo que estamos hechos, sabremos que tanto aprendimos y que tan buenos son nuestros recuerdos (ya mencionados). Conoceremos gente que nos pondrá trabas a cada paso y gente que nos tomará del brazo para evitar que caigamos.
Desafortunadamente, con quienes nos cruzaremos o con quien no, la mayor parte del tiempo no dependerá de nosotros, así que estemos siempre atentos, recordemos que, persona precavida vale por dos.
Con lo ya escrito y lo que me faltó por mencionar ha sido con la intención de que sea un aliciente para ustedes amables lectores, una manera de recordar gratos momentos de nuestra vida y también para darnos el empuje para crear más. Y en lo particular, también ha sido esta valiosa oportunidad –como ya se mencionó- para agradecer a todas las personas que me apoyaron en cada etapa, se hayan mencionado o no en cada una de estas entregas.
Por último, pero no menos importante, dedico esta colaboración a mis abuelitas: Heladia Nava Manzo, Paula Rentería Peñaloza y a mi tía abuela Ma. Félix Mendoza Peñalosa. Ustedes que me han brindado su cariño y apoyo desde que me vieron por primera vez, hasta el día de hoy.
Ustedes que son ejemplo constante de la experiencia y los bellos recuerdos que cada persona puede generar a lo largo de su vida. Gracias a ustedes por incentivarme a crecer, para que, algún día llegue a ser un buen abuelo, así como ustedes lo son ahora.
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