Hombre que supo perdonar

 

Por Chanssonier

 

Hijo del matrimonio formado por Leonardo Bravo de la Cámara y Gertrudis Rueda, bautizado con el nombre de Nicolás, nació en Chilpancingo el 10 de Septiembre de 1786, criándose de manera conjunta tanto aquí como en la hacienda de Chichihualco, de la cual eran propietarios sus progenitores. Para saber a dónde había venido al mundo, en una de las muchas pláticas que sostuvo con su amigo Lucas Alamán, le manifestó había sido en Chilpancingo, de lo cual siempre se sintió orgulloso.

Enseguida que el señor cura Morelos, fracasó en su intento de apoderarse en Acapulco del castillo de San Diego, marchó con destino a Chichihualco en donde sabía que la familia Bravo era simpatizante de la independencia. Junto con el señor Hermenegildo Galeana se entrevistaron con ellos. El comandante realista Lorenzo Garrote que los perseguía, pretendió batirlos cuando muchos soldados de Galeana se bañaban despreocupadamente en el río de la hacienda. Este hecho decidió a los Bravo abrazar la causa libertaria.

Enseguida del rompimiento del sitio de Cuautla, Morelos, le avisó a Bravo de la aprehensión de su padre, sugiriéndole en venganza dar muerte a 300 españoles que tenía en su poder en el poblado de Medellín. En lugar de aceptar lo que se le sugería los puso en libertad; sucesos como éste son escasos en la historia de la humanidad, por lo cual la figura de don Nicolás recibió los más grandes elogios.

Muertos los más significativos soldados de la independencia, como Matamoros, Galeana y Morelos, en el sur continuaba luchando don Nicolás; ante una persecución rabiosa fue preso en las grutas de Ajuchitlán; una delación fue la culpable de su detención. Debido a sus antecedentes en los campos de batalla no se le fusiló, siendo encarcelado en el antiguo tribunal de la Santa Inquisición, en la ciudad de México, recobrando la libertad por así disponerlo la Constitución de Cádiz.

Recién salido de la cárcel, Guerrero e Iturbide expidieron el Plan de Iguala; recobrada la libertad se sumó al Ejército Trigarante, entrando con él a la ciudad de México, haciéndolo en un discreto lugar. Al originarse la abdicación del emperador Agustín de Iturbide, pidió ser escoltado por el general Bravo, quien así lo hizo hasta embarcarse en Veracruz al destierro.

Enseguida de este hecho, don Nicolás dejó las armas para participar de manera activa en la política, habiendo sido miembro de la junta de gobierno, así como presidente de la República en tres ocasiones distintas. Retirado prácticamente de la lucha armada por su edad avanzada, fue designado por el presidente general Antonio López de Santa Anna, para defender el castillo de Chapultepec en la ciudad de México, en el curso de la invasión norteamericana en nuestro país.

La falta de armas y municiones que le fueron prometidas, pero nunca llegaron, lo obligaron a rendirse al enemigo; al preguntarle nombre y rango dijo quién era. El oficial que lo detuvo quiso enterarse de quién se trataba, diciéndole era Nicolás Bravo: ¡¿es usted acaso quien peleó por la independencia de México?!; solo lo asistió porque su corazón sangraba.

Retirado de la vida pública don Nicolás y su esposa, doña Antonina Guevara, vivieron el resto de sus vidas en esta ciudad, en donde murió el 22 de abril de 1854, recibiendo sepultura en el cementerio de la Iglesia de la Asunción; años más adelante se le exhumó para reposar en la Columna de la Independencia, en donde yacen los más distinguidos insurgentes.