¿Acoso al periodismo radiofónico?

 

Por Felipe Victoria Zepeda

 

En Guerrero el horno no está para bollos por el clima de ingobernabilidad en que le dejaron el estado al gobernador Héctor Astudillo Flores dos “perredistas” externos y un voraz exguerrillero académico interino por un año de la década lamentable.

El territorio y sus siete regiones, están en las garras de traficantes que se disputan el control de plazas y rutas y se padecen los embates de la guerrilla urbana del magisterio disidente, que  pretextan protestar por la reforma educativa, pero sus fines reales son otros, de índole laboral defendiendo privilegios sindicales indebidos, cometiendo impunemente delitos de orden federal y del fuero común sin que las autoridades se atrevan a aplicarles las leyes como es debido, en tanto los normalistas siguen en pie de guerra, haciendo lo que les viene en gana.

Esa ocurrencia de la “prudencia política” para no cumplimentar órdenes de aprehensión giradas por jueces penales, sigue siendo una aberración en perjuicio de la certeza jurídica y a las autoridades les resulta contraproducente porque les tomaron la medida.

Dura Lex, sed Lex, y esta no debe negociarse con nadie.

Como si algo faltara, los grupos armados de autodefensa disfrazados de  policías patito siguen con sus acciones cruentas sin que nadie los frene; la malentendida defensa oficial y no gubernamental de los derechos humanos, sigue entorpeciendo e inhibiendo la energía legal con que las fuerzas públicas del orden debieran poder rescatar la paz y entonces la anarquía sigue ganando terreno desmesuradamente.

Si estaba preocupante la situación en el puerto de Acapulco, donde células mafiosas pelean por la plaza narcomenudista, en Chilpancingo, la mera capital del estado abandonada a su suerte, las cosas están que arden mientras los enanos del circo del mal le crecen al gobernador Héctor Astudillo.

Como si le faltaran pendientes, el viernes gran escándalo por el presumible abuso de autoridad de supuestos elementos de la PGR, que incautaron equipo de transmisión de una estación de radio que operaba sin permiso, según los policías de Arely Gómez, ¿a petición de la Secretaría de Comunicaciones o de quiénes? Y se la hicieron gacha al popular locutor Gamaliel García, al que defendieron periodistas y activistas de todas partes escoltándolo a las oficinas de la CODDEHUM evitando su detención arbitraria.

Silencio y hermetismo de las autoridades encargadas de la comunicación social en el estado hasta media tarde y en ascuas el gremio; por lo visto al gobernador Astudillo, cuando no le llueve le llovizna, y su equipo cercano de colaboradores lo deja solo ante las broncas. Ojalá se esclarezcan pronto las cosas, porque acosar a la prensa radiofónica es grave.

El hecho nos remonta a los tiempos álgidos de la dictadura porfiriana cuando tomaban por asalto las imprentas, rompiendo, saqueando y quemando todo, llevándose presos a los periodistas como los hermanos Flores Magón o a magistrales grabadores como José Guadalupe Posadas.

El gobierno federal y los estatales cacarean mucho su irrestricto respeto a la libertad de expresión de la prensa, pero lamentablemente a veces salen prietitos en el arroz, como ayer que le cayeron al comentarista Gamaliel García Barrera pretextando que la estación emisora no cuenta con permisos oficiales y arrasaron con el equipo electrónico, pero además privaron de su libertad a los que ahí se encontraban.

Chilpancingo es relativamente chico y de inmediato se movilizaron periodistas y hasta activistas del magisterio para evitar que levantaran a Gamaliel García, sin mostrar ninguna orden específica, luego lo acompañaron protegiéndolo hasta las instalaciones de la CODDEHUM para que presentara su formal denuncia ante Ramón Navarrete Magdaleno.

Indudablemente el Delegado de la PGR tendrá alguna explicación por el operativo fallido, igual que Gobernación Federal y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, que es la que otorga concesiones y permisos a canales de televisión y emisoras de la radio.

El asunto no debe quedar en la oscuridad del silencio amañado, los radioescuchas de Chilpancingo merecen una explicación satisfactoria, no sea que comience la rumorología a hablar de atentados contra la libertad de la prensa electrónica que tiene un alto índice de penetración.

Zafarrancho diferente pues en Chilpancingo, donde ya no ven la suya los habitantes como si trajeran el santo de espaldas y por precaución ya mejor ni se asoman a las calles de noche.

Se supo que el gobernador citó al alcalde Marco Antonio Leyva Mena a tener una larga charla, de cuyo resultado pronto sabremos.

La buena relación transparente de un gobierno estatal con los medios es prioritaria si se quiere llevar la fiesta en paz, no sea que le estén jugando las contras al gobernador Héctor Astudillo desde su equipo cercano de subordinados.

-Maestra Pizarrina del Gis y Abaco, ¿se vale atacar estaciones radiodifusoras?

-¡Shhh… cábrense cayones chamacos!, a cada rato lo hacen los normalistas vándalos impunes

-Ejele teacher, pero dicen que Gamaliel García Barrera estaba transmitiendo noticias a su estilo como siempre  cuando de sorpresa llegaron agentes uniformados a levantar el equipo y querer llevárselo detenido.

-Ujule chamacos, en tiempos del porfiriato le hacían fregaderas así a los periodistas rompiendo su maquinaria de imprenta.

-¿Y entonces vamos a regresar a esos tiempos autoritarios y represores?

-Ni Dios lo permita, esperemos que esto se aclare cuanto antes.