Incendio del mercado
Por Chanssonier
En el curso del año de 1927 el único mercado que entonces tenía esta ciudad, fue pasto de las llamas diciéndose haber sido una veladora, la que ocasionó que el inmueble fuera pasto de las llamas, ya que por aquél entonces el cuerpo de bomberos era inexistente, tratando de apagarlo con agua la que no logró su objetivo. La lonja mercantil tenía como límites las calles de Zaragoza, El Salvador, 16 de Septiembre y 2 de Abril, superficie suficiente para atender a una población que por aquél entonces, no superaba los diez mil habitantes.
Como la mayor parte de los giros comerciales, laboraban en locales construidos con madera, pronto fueron pasto de las llamas, pudiendo rescatarse bien poco de lo que allí se expendía. El mercado pudo volverse a construir en donde originalmente estuvo; sin embargo al politizarse el caso, el gobernador del estado, general Héctor F. López Mena, fue obligado a renunciar a su investidura, aun cuando esto lo ocasionó su negativa de apoyar la reelección del presidente de la república, general Plutarco Elías Calles. El relevo de mandatario estatal se dio el 2 de febrero de 1928, por el coronel Enrique R. Martínez.
Este hombre originario de esta ciudad, lo primero que realizó, fue levantar un nuevo mercado justamente en donde estuvo el que se incendió. Se trató de una maciza construcción con profundos muros de piedra, en tanto las columnas fueron levantadas con varillas de acero, teniendo un techo de vidrio para la iluminación diurna. En el interior los giros comerciales guardaban un perfecto orden, estando los expendios de carnes en la parte sur el inmueble, al que podía entrarse por cuatro portones de acero, cada uno en un punto cardinal.
El mercado tenía tres largos corredores externos, en cuyos comercios podía encontrarse todo lo requerido por un hogar; había fondas establecidas que daban a la calle 16 de Septiembre, Zaragoza y El Salvador, en tanto las vendedoras de atole, tamales y pozole establecían sus puestos ambulantes en el 2 de Abril.
Si la lonja mercantil ya no cubría las necesidades de la población, debió de ampliarse hasta la calle Justo Sierra, no demolerse como se determinó se llevara a cabo. El mercado que no era viejo en su fabricación, por lo que debió conservarse ampliándosele solamente.
Para substituir al mercado que el fuego acabó con él, las obras quedaron a cargo del ingeniero Domingo Guevara Alarcón, con la aprobación previa del gobernador Martínez, quien debería entregar el mando a su sucesor, general Adrián Castrejón, tal y como se llevó a cabo en abril de 1929.
Mal aconsejado por los aduladores que nunca faltan, en febrero de 1962 después de estar en servicio escasos 30 años, el gobernador Arturo Martínez Adame dispuso la demolición del edificio, bajo el pretexto que era pequeño en su dimensión, ante el acelerado crecimiento de la capital estatal.
Lo que determinó el mandatario se realizó, levantándose el nuevo centro de abasto al norte de la ciudad, lo que trajo como consecuencia que la población viera nacer nuevas colonias. Era alcalde del municipio Saúl Alarcón Abarca, cuando un incendio lo destruyó de manera parcial; la oportuna intervención de los bomberos evitó su total destrucción.
Del primitivo mercado alzado en 1929 solo quedan sus recuerdos, porque cada día son más escasas las personas que lo vieron funcionando.