¿Rocha el tumbagobernadores?

 

Felipe Victoria

 

Esperan “casa llena” para la conferencia del periodista Ricardo Rocha sobre ‘Medios, Redes y Violencia’, que a no dudarlo atraerá a quienes pretendan tomarse la selfie con la estrella informativa.

Para la vieja clase política local priísta, su aparición en público es audaz y temeraria, pues a partir de marzo de 1996 lo consideraban persona non grata, prácticamente como “verdugo” del gobernador Rubén Figueroa Alcocer, por el hecho de publicar y transmitir en su programa “Detrás de la Noticia” el video de la masacre del vado de Aguas Blancas, ocurrida a finales de junio de 1995, pero sin los cortes y alteraciones que le hicieron en instalaciones de RTG para engañar al gobernador Figueroa sus subordinados de la Procuraduría de aquel entonces.

Nunca olvidaré el broncón que tuvo Roberto Barajas Morales con entonces el jefazo de Comunicación Social, Carlos Carrillo, porque en su programa “Usted y la Verdad”, transmitido por Radio Lobo en Radiorama, había informado que en el vado de Aguas Blancas ocurrió una masacre y hasta puso al aire a un sobreviviente, unas horas después de los hechos, mucho antes de que terminaran de armar la maraña de mentiras oficiales.

Me inquietó lo que podría suceder pues tenía referencias sobre algunas juntas con columnistas defeños para atacar al “Tigre de Huitzuco” Figueroa, que andaba en desavenencias con el Tigre Azcárraga de por el pago del Acafest, pactado a tres pesos por dólar, pero como a finales del 94 vino la devaluación y le exigían el pago en dólares y no en los pesos que correspondían originalmente.

Figueroa Alcocer no solo tenía molestos a los insaciables activistas de la Sierra y la Montaña amenazando con desatarle la guerrilla a él y al general Enrique Salgado Cordero, sino que grupos empresariales coincidían en que estorbaba a sus intereses y urdieron aprovechar el menor error para hacerle guerra mediática.

Les cayó del infierno la masacre de horror por error en el vado de Aguas Blancas, porque ya andaban detrás de todo lo que ocurría en Guerrero.

La CNDH con Jorge Madrazo Cuéllar y Luis Raúl González Pérez hicieron una concienzuda investigación emitiendo la recomendación 104 en octubre del 1995, por lo que se creó una Fiscalía Especial Autónoma, primero con Miguel Ángel García Domínguez, que botó el arpa, y después llegó Alejandro Oscar Varela Vidales, con un grupo de investigadores expertos como el comandante Antonio Botello Vizcarra, que para finales de febrero culminaron sus pesquisas capturando a medio centenar de servidores públicos que fueron consignados.

Contra Figueroa no pudieron encontrar pruebas fehacientes que lo incriminaran como autor intelectual; jamás les entregó Televisa el video que por escrito reiteradamente les pidieron poner a disposición, pero un día después de que Varela Vidales cerró su investigación, lo transmitieron en el programa Detrás de la Noticia de Ricardo Rocha.

El presidente Zedillo trató de proteger a su amigo Figueroa y derivaron inusitadamente el asunto hacia la Suprema Corte de Justicia, que a regañadientes se metió en funciones de investigación ajenas a lo valorativo procesal.

Los medios traían chando a Zedillo, mientras Figueroa pidió licencia. Los ministros tampoco encontraron culpable a Figueroa de las muertes en Aguas Bancas, pero determinaron que sí era responsable de violaciones cotidianas a las garantías individuales en Guerrero.

Ante Emilio Chuayffet como secretario de Gobernación, Figueroa tuvo que presentar su solicitud de licencia definitiva, para que el Congreso escogiera al sustituto: Ángel Aguirre Rivero, el 12 de marzo de 1996.

Para las izquierdas perredistas eternamente inconformes, será un gusto mirar en persona al “Héroe Ricardo Rocha” que tumbó a un gobernador autoritario y represor con unos cuantos minutos en la televisión, según ellos.

Decir “Aguas Blancas”, en Guerrero, es abrir la memoria de los mayores de 35 años; los que tienen menos de esa edad ni idea tienen de qué se trató y siguen entretenidos en el canal de Iguala-Cocula hace dos años y la caída de Ángel Aguirre Rivero, por la desaparición de 43 vándalos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

Ni a Figueroa ni a Aguirre hay manera de fincarles culpas directas de la muerte de 17 campesinos acribillados por policías en 1995 o  43 sacrificados por narcosicarios en 2014. Pero a los dos, el sistema político mexicano los responsabilizó quitándolos del gobierno.

Pusieron en el tablero de ajedrez negro de las prospectivas de riesgos calculables la integridad física del temido y certero periodista Ricardo Rocha estando en Acapulco, Guerrero, donde algunos políticos aún poderosos se la tienen bien guardada.

En los rincones policiales y de inteligencia resultaría predecible y previsible un eventual atentado en la ciudad turística, donde diario se pierden vidas en la mayor impunidad, porque la tan cacareada coordinación interinstitucional de los tres niveles de gobiernos de plano que no les cuaja.

Muchos agentes cuidarán que no tenga contratiempos el famoso periodista, porque cualquier eventualidad sería poner de nuevo al estado de Guerrero y a su gobernador Héctor Astudillo en el ojo del huracán mediático.

A veces no vemos lo duro sino lo tupido en todo el país; de aquí al informe de Peña Nieto pudiera darse otro golpazo mediático para distraer a la opinión pública nacional.