Felipe Victoria
¿Calamidades en agosto?
Por naturaleza la psique del ser humano olvida los pasajes dolorosos de la vida de cada quien. Sin embargo algunos eventos nos hacen tener que recordarlos, como cuando los caprichos de la madre naturaleza provocan desgracias y contingencias difíciles de superar que ni Dios Padre logra contener.
En la historia guerrerense reciente quedaron marcados especialmente dos fenómenos meteorológicos: uno sucedido en octubre de 1997, cuando el agua torrencial arrasó poblaciones y devastó Acapulco, dejándolo divido en varias partes incomunicadas entre sí.
El entonces parrandero alcalde que ni cuenta se había dado de lo sucedido no tardó en pagar las consecuencias… se esperaron a que cumpliera el primer año en el cargo y lo echaron, relevado interinamente por el entonces secretario de Finanzas y Administración, Manuel Añorve Baños.
El presidente Ernesto Zedillo estuvo muy al pendiente junto con Ángel Aguirre Rivero de los trabajos de reconstrucción del municipio, pero donde se dieron fallas fue en el control de los recursos extraordinarios asignados por la emergencia, con tantos voraces sueltos que hicieron negocio con la desgracia.
¿Aprendieron la lección los habitantes de zonas de riesgo?, parece que no pues regresaron a los mismos lugares, al cabo que el Tenor Plácido Domingo regalaba casitas a los damnificados y la solidaridad de los demás mexicanos fue generosa.
El horror y el dolor se fueron olvidando y pasó el tiempo; gobernaron René Juárez Cisneros y Zeferino Torreblanca Galindo sin contingencias meteorológicas mayores.
El otro gran fenómeno meteorológico inolvidable ocurrió cuando en septiembre de 2013 festejaban el bicentenario de la promulgación de Los Sentimientos de la Nación en Chilpancingo, homenajeando la memoria del cura José María Morelos y Pavón.
En el cielo chocaron dos tormentas: la ‘Ingrid’ proveniente del Golfo de México y la ‘Manuel’, llegada del Océano Pacífico. Vino el caos otra vez, quizá peor porque al haber sido a mitad de un puente vacacional, Acapulco estaba hasta el tope de turistas que se quedaron atrapados.
Alguien de los “genios” del turismo tuvo la ocurrencia de no hacer muy públicas las advertencias de peligro del meteorológico para evitar que se dieran cancelaciones en hoteles y transportadoras terrestres y aéreas, creyendo que el pronóstico oficial fuera algún clásico error.
Se vivieron días aciagos que por las compras de pánico y la incomunicación en carreteras dejaron casi sin víveres al municipio porteño. Con miles de fuereños varados a los que los hoteleros a regañadientes tuvieron que cobrarles menos.
En ambos problemas, el de 1997 y el de 2013, el Ejército y la Marina Armada con su Plan DN-III sacaron el buey de la barranca auxiliando debidamente a la población civil. Curiosamente durante ambas eventualidades trágicas, gobernaba la entidad Ángel Heladio Aguirre Rivero, cuyo segundo mandato terminó en llamas antes de tiempo.
Triste a veces nuestra historia reciente cuando la naturaleza se enoja, pero en Guerrero no deja de llovernos fuerte y políticamente sigue ardiendo, aunque ahora el que está como descalzo sobre el comal ardiente responde al nombre de Héctor Antonio Astudillo Flores, al timón de la nave que le dejaron naufragada y con una tripulación de gabinete que no le responde como debiera o esperaba y a varios se los impusieron.
No han sido tranquilos ni fáciles los nueve meses que lleva a cargo; cuando no es una cosa es otra la que le roba el sueño y el descanso, aguda la insurgencia magisterial y sobre todo la narcoviolencia urbana y la guerra entre cárteles que se disputan el territorio a sangre y fuego.
Para colmo con un velado motín a bordo de una veintena de alcaldes perredistas que se le pusieron al brinco no solo al gobernador, sino al Presidente de México y al secretario de Gobernación, exigiendo que los protejan de las amenazas de muerte por parte de narcos que los extorsionan por incumplir pactos previos, cuando no tuvieron empacho en aceptar patrocinios.
Nunca reflexionaron esos ahora presidentes municipales, que comprometerse con las mafias durante sus campañas era un camino sin retorno; se les hizo fácil aceptar tratos pensando que podrían eludir los compromisos, chillándole ahora a la federación para que los proteja.
A varios alcaldes perredistas de Guerrero y a los de otros partidos también, les movió el piso el asesinato cometido contra Ambrosio Soso Duarte, el de Pungarabato en territorio michoacano de Huetamo; temen que les suceda algo parecido y ahora que están atrapados sin salida, quieren a fuerza que el gobernador Astudillo y la Federación saquen de apuros.
Su estilo contestatario y rijoso les impidió pensar que en la manera de pedir está el dar. Arrogantes por ignorantes patearon espinillas y ya tuvieron que pedir disculpas a la Federación en Bucareli, donde conocen de qué pie cojean y cuales nexos oscuros tienen con las mañas, porque el CISEN indaga hasta por debajo de las piedras, igual que la DEA y los servicios militares de inteligencia; que la PGR acostumbre echarse en la hamaca y disimular es otra cuestión.
Deberían entender los alcaldes espantados que pasarse de vivos no es garantía de no sufrir atentados, por ello algunos mejor debieran retirarse a tiempo… pero la ambición humana no conoce límites ni prudencia y solitos se buscan calamidades.